¿Lo normal es lo sano?

El concepto “normal” se utiliza con frecuencia y de manera indiscriminada en nuestra sociedad. Muchas veces escuchamos que ciertas cosas o comportamientos son o no son normales. Pero cuando intentamos definir “lo normal” nos damos cuenta de que no es tan simple. Y que a su vez hay que tener cuidado con las connotaciones asociadas a tal concepto ya que en muchas ocasiones se utiliza para definir lo que es correcto y lo que no y va influenciado por ciertos prejuicios.

También es importante tener en cuenta que el concepto de normalidad va atravesado por lo social y se construye a partir de la interacción del individuo con la sociedad y su entorno.

Esto quiere decir que no vamos a poder hablar de normalidad en general, sino de normalidad dentro de una sociedad en concreto.

Otro punto importante es que la normalidad entendida como un sinónimo de salud deriva del enfoque médico tradicional, “uno es normal cuando está sano”, planteando que la normalidad tiene que ver con no padecer una enfermedad y que por otro lado hay una definición de normalidad vinculada a estar sano que deriva de la estadística, es decir de promedios obtenidos de aplicación de pruebas.

Dicho todo esto surge la importancia para que desde la psicología podamos diferenciar claramente estos dos conceptos ya que muchas veces el no diferenciarlos lleva a etiquetar a las personas.

Existen comportamientos que sin perjudicarnos a nosotros ni a nadie más despiertan ciertas opiniones en quienes nos rodean, como si lo importante fuera hacer lo que está aceptado socialmente.

Pero no hay que olvidar que hay otras cuestiones en juego, de orden más subjetivo y que tienen que ver con la particularidad de cada persona y su situación en ese momento de sus vidas que es necesario tener en cuenta al momento de considerar estas variables de lo “normal y lo sano”.

Por ejemplo, una persona puede estar triste por una situación puntual de su vida, lo cual puede considerarse “normal” y no llega a constituir una enfermedad. Ahora bien, si esa misma situación se prolonga en el tiempo, sin contar con los recursos para afrontar la misma y aparecen otros síntomas, ya se trataría de una tristeza que podría llegar a constituir un problema de salud mental. Lo mismo pasa con la manera de afrontar el estrés, según los recursos de la persona y la situación por la que esté atravesando podremos hablar de un problema que requiera atención profesional o no.

El punto sería no patologizar todo lo que se considera que “no es normal”.

Si partimos de que la salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social, afectando la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida, queda claro que es un concepto que se particulariza en cada persona y en cada etapa de su vida, siendo difícil “normalizar” esta cuestión.

Para reflexionar:

  • –  Cuántas veces nos han dicho cosas del tipo “No me parece normal lo que haces”, “¿te parece normal lo que estás haciendo?”
  • –  ¿Ser diferente, o afrontar ciertas situaciones de una manera distinta implica algo negativo, implica no estar sano, por el simple hecho de que otros reaccionarían distinto?

Referencias:

– www.siquia.com
– www.psicologiaymente.com

CAROLINA FERREIRA

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