Activación conductual para el tratamiento de la depresión

La depresión ha estado presente a lo largo de toda la historia de la humanidad y se manifiesta en todos los países del mundo. Actualmente, la OMS estima que un 5% de la población adulta y alrededor de 280 millones de personas a nivel mundial sufren depresión. Esta provoca un gran sufrimiento a quienes la padecen, deterioro significativo en distintas áreas de la vida, como la laboral, familiar y social, y puede tener consecuencias graves de salud, especialmente si es recurrente y de intensidad moderada a grave.

Teniendo en cuenta estos datos, es lógico que se hayan propuesto numerosos tratamientos para el abordaje de la depresión desde distintas disciplinas, como la medicina y la psicología, enfocándose en distintos elementos para la reducción de su sintomatología.

En España, el tratamiento de elección para la depresión es la medicación, debido a que se asumía que presentaba mayor eficacia que la terapia psicológica en casos de depresión mayor (de moderada a grave) y una eficacia similar en casos de depresión menor (de leve a moderada), que es el caso mayoritario, a pesar de que la mayor parte de los pacientes de atención primaria que acuden por depresión mayor elegirían la terapia psicológica frente a la medicación si se les diese la opción. Esto se debe en parte a la conceptualización de la depresión como una enfermedad de origen biológico, que surge como resultado de un desequilibrio químico en el cerebro.

En lo que se refiere a la terapia psicológica imperante para el abordaje de la depresión hasta la fecha, se trata de la Terapia Cognitiva (TC) de Beck, que se focaliza en los aspectos cognitivos y conductuales de la depresión. Parte de la premisa de que la depresión surge y se mantiene debido a que la persona tiene interiorizados creencias y esquemas de pensamiento depresógenos, a través de los cuales deforma e interpreta la realidad, que a su vez la lleva a realizar conductas depresivas. Su abordaje consiste en emplear técnicas cognitivas, que son el elemento principal de esta terapia, dirigidas a corregir y modificar estas creencias y esquemas de pensamiento, y técnicas conductuales que activen al paciente y le pongan en contacto con condiciones ambientales beneficiosas.

Frente a esta conceptualización y abordaje de la depresión surge la Activación Conductual (AC), una nueva terapia para la depresión que ha demostrado ser más eficaz que la Terapia Cognitiva y tan eficaz pero más eficiente que la medicación para la depresión mayor (Pérez Álvarez, 2007).

En contraposición al modelo médico, parte de la premisa de que la depresión es una situación en la que uno se encuentra, y no algo que uno tiene dentro de sí, por lo que se focaliza en los aspectos contextuales y pone el foco en las circunstancias de la persona que mantienen la conducta depresiva en su caso en concreto.

Se basa en la aplicación de técnicas conductuales, como aumentar las actividades agradables y el desarrollo de habilidades sociales, pero sobre todo la realización de actividades que sean significativas para las necesidades y valores de cada persona en particular.

Asimismo, propone realizar dichas actividades a pesar del estado de humor y del pensamiento negativo que pueda aparecer, a modo de compromiso con la propia recuperación para así modificar las condiciones de vida que contribuyen al mantenimiento de la depresión.

La AC reconoce el papel y la importancia de las cogniciones y emociones en la depresión, pero las aborda de manera indirecta mediante la puesta en contacto de la persona con nuevas situaciones con potenciales consecuencias positivas.

En conclusión, la Activación Conductual supone una alternativa a los tratamientos imperantes hasta el momento para el abordaje de la depresión que permite la desmedicalización de la misma, debido a que parte de la premisa de que la depresión es una situación en la que la persona se encuentra y no algo que le ocurre o falla dentro de sí. Su aplicación empieza por psicoeducar a la persona para que pueda comprender el problema al que se enfrenta y la relación que este mantiene con sus circunstancias personales y con las conductas que ella lleva a cabo en esa situación. En contra de lo que podría parecer, la AC no le quita importancia a la depresión ni ignora el sufrimiento de la persona, si no que le devuelve su papel de agente activo y le permite recuperar el control y la capacidad de recuperación de su bienestar que le es expropiada por el concepto de enfermedad.

Lucía Beltrán de Casso

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:

  1. ¿Cuál sería tu tratamiento de elección para la depresión y por qué?
  2. ¿Crees que conceptualizar la depresión como una enfermedad condiciona la posible recuperación de la persona?
  3. ¿Qué conductas crees que favorecen el mantenimiento de la depresión? ¿Cuáles crees que podrían favorecer la recuperación?

BIBLIOGRAFÍA:

Organización Mundial de la Salud sobre la depresión

Álvarez, M. P. (2007). La activación conductual y la desmedicalización de la depresión. Papeles del psicólogo, 28(2), 97-110.