Ansiedad generalizada
Hace referencia a la presencia de ansiedad y preocupación excesiva procedente de anticipación constante de sucesos que pueden ocurrir en el futuro, generando un malestar continuado. Esta preocupación constante tiende a ser muy complicada de manejar y controlar, invadiendo al individuo durante gran parte del día, en relación con diversos sucesos o actividades.
Este estado de activación continuo puede ir asociado a dificultades para concentrarse, fatiga, tensión muscular, irritabilidad, o problemas de sueño.
Es común que esta afectación pase desapercibida camuflada entre frases como «soy así», «si no me preocupo yo quién lo hará», «es mejor pensar mal por si acaso», «así estaré preparado/a por si pasa algo» o que el entorno no le de importancia asumiendo que simplemente es una persona que se preocupa por todo. Desde aquí te decimos que eso no es así, el malestar es una señal de que algo no va bien, y pide que cambiemos aquello que estamos haciendo para mantenerlo. Por lo tanto, si te ves identificado/a con estas palabras, o conoces a alguien así, no lo ignores y pide mas información.
Trastorno de pánico
Este trastorno corresponde a la presencia de ataques de pánico imprevistos y recurrentes que pueden suceder desde un estado de ansiedad o de calma. Un ataque de pánico es la aparición inesperada de miedo o malestar intenso, que alcanza su máxima expresión en cuestión de minutos, produciendo algunos o todos los síntomas fisiológicos siguientes:
- Palpitaciones y aceleración de la frecuencia cardiaca que puede ir acompañado de dolor o molestias en el tórax
- Sensación de dificultad para respirar o asfixia, acompañado de sensación de ahogo
- Nauseas, sensación de mareo, aturdimiento o desmayo
- Sensación de entumecimiento o hormigueo en las extremidades
- Temblores y/o escalofríos
- Sudoración
Durante un ataque de pánico, además de estas sensaciones físicas, suele existir mucho miedo a perder el control, a «volverse loco» e incluso a morir. Se pueden producir también sensaciones de irrealidad o de separación del cuerpo.
Después del episodio de pánico tiende a permanecer una preocupación relativamente continuada de que se produzca otro ataque y de sus consecuencias. Esto suele ir acompañado de cambios en la conducta para evitar situaciones o sensaciones que uno pueda pensar que le pongan en riesgo de tener un ataque de pánico. Estos cambios van limitando a la persona cada vez más, ya que se asocian los ataques de pánico a numerosos estímulos como por ejemplo a lugares (restaurantes, parques, metro, oficina…etc), a personas (familiares, pareja, amigos…etc) o a actividades (deporte, cine, teatro, conciertos…etc). Esto ocasiona en muchas ocasiones la pérdida de aficiones, de relaciones y bajas laborales que se cronifican en el tiempo.
Es importante acudir a tratamiento lo antes posible para evitar que esta espiral de consecuencias negativas empeore la salud física y mental de la persona que sufre los ataques de pánico.
Agorafobia
Existe cuando la persona tiene miedo o ansiedad intensa de exponerse a sitios como el transporte público, estar en espacios abiertos, en espacios cerrados, estar en medio de una multitud o estar fuera de casa solo/a. Este miedo o ansiedad se desarrolla por pensar que, si aparecen síntomas de ansiedad u otros síntomas incapacitantes o embarazosos, no se podrá escapar o disponer de ayuda en estos contextos.
Por esta razón las situaciones agorafóbicas se evitan activamente y se suele requerir el acompañamiento de una persona, lo cual limita mucho al individuo y al entorno cercano.
La agorafobia se puede confundir fácilmente con otros trastornos de ansiedad ya que puede aparecer en respuesta a un evento traumático, solo en contextos sociales o en contextos dónde esté presente un elemento fóbico específico, entre otros. En estos casos hablaríamos de rasgos de estrés postrumático, de fobia social, o de fobia específica.
En estos casos la mayor limitación para acudir a un tratamiento es el miedo, ya que solo pensar en salir de casa, acudir a una consulta desconocida, en un ambiente desconocido, tiende a generar mucha ansiedad. Por suerte en la actualidad se cuentan con alternativas tecnológicas que pueden facilitar la transición de una persona con agorafobia como puede ser la utilización de comunicación a distancia. Por esta razón, aunque tu no veas salidas, déjanos que te ayudemos a crearlas.
Fobia social
Se caracteriza por un miedo intenso a una o más situaciones sociales en las que la persona esta expuesta a la evaluación de otros. Existe un miedo intenso de comportarse de cierta manera o de mostrar síntomas de ansiedad, que puedan causar una valoración negativa de los demás.
Debido a estos síntomas las situaciones sociales tienden a evitarse y a vivirse con mucha ansiedad y rechazo. Esta es una de las principales razones por la cual personas con fobia social son reacias a ponerse en tratamiento, ya que implica una aparente evaluación y exposición social. Sin embargo la terapia ofrece un espacio completamente seguro, y libre de juicios, para que poco a poco se puedan explorar estos síntomas e ir permitiendo que la persona se vaya liberando de las cargas que le mantienen encadenado al miedo. Aunque tengas muchas resistencias, no pierdes nada por preguntar.
Fobias específicas
Hace referencia a la experiencia de miedo o ansiedad intensa hacia un objeto o situación específica como puede ser volar, las alturas, los animales, las inyecciones, ver sangre…etc. El estímulo fóbico siempre genera ansiedad incluso, en muchas ocasiones, sin la necesidad del estímulo visual, ya que sólo con el pensamiento o la imaginación del estímulo se despierta el miedo y la ansiedad. Además estas sensaciones son desproporcionadas al peligro real que plantea el objeto o situación específica, teniendo en cuenta el contexto sociocultural, y reconociendo la subjetividad de la percepción de riesgo.
Una vez más, es fácil confundir esta categoría con otras dentro de los trastornos de ansiedad, por lo tanto solo hará referencia a aquellos estímulos que no estén relacionados con síntomas de pánico, obsesiones, situaciones sociales..etc.
Tiende a ser común el rechazo a acudir a tratamiento ya que existe una gran evitación a afrontar, aunque solo sea a través del lenguaje, el estímulo temido. Por esta razón el tratamiento consta de un proceso lento, ajustado al ritmo de la persona, para minimizar al máximo la vivencia de miedo que tanto malestar genera. De esta manera la persona podrá ir enfrentándose muy poco a poco a aquello que le limita, liberándose así no sólo de la carga que genera el miedo sino de la sensación de encarcelamiento que acaba generando con el tiempo este trastorno. No pasa nada por tener dudas, y si quieres podemos intentar aclarártelas.