Autoestima, depresión y adolescencia
La adolescencia es una etapa en la que se vive todo con mayor intensidad, es un periodo de crisis, de cambios, una transición entre la niñez y la adultez. Entonces… ¿Cómo afecta esta etapa de ruptura y reconstrucción de identidad a la salud mental?
En una etapa con tantos cambios sociales, psicológicos, biológicos y sexuales es fundamental el conocimiento de sí mismo o autoconcepto, que se despliega paralelamente a la autoestima para lograr un adecuado desarrollo del ¨yo¨. Cuando hablamos de autoestima consideramos la valoración que se tiene de sí mismo, involucrando emociones, pensamientos, sentimientos, experiencias y actitudes que la persona recoge en su vida (Mejía, Pastrana, & Mejía, 2011). Comprendida también por Branden (1993) como la estimación que tiene de su propia valía, el valor que le atribuye a su identidad.
Como consecuencia de tantos cambios, de ruptura y reconstrucción de la identidad en la adolescencia, varias investigaciones han constatado que la autoestima tiende a debilitarse en esta etapa: dada la preocupación por la imagen corporal, la inserción en un grupo de pares, la necesidad de aprobación, sentimientos de inferioridad e incomprensión (Rodríguez-Naranjo & Caño-González, 2012). Siendo un factor de riesgo para la aparición de problemas sociales y psicológicos, como la depresión, los trastornos de conducta alimentaria, adicciones, entre otros.
Dar cuenta las dificultades que ocasiona la depresión, comprendida como una alteración del estado afectivo, que puede implicar varios síntomas como la tristeza persistente, falta de interés, alteraciones de sueño y apetito (American Psychiatric Association, 2013), es que se debe estar atento a su aparición.
Así como, ser consciente de la relación directa entre la baja autoestima y la depresión en la adolescencia, nos propone pensar estrategias para aumentar la autoestima y su relación con la satisfacción de vida, ya que algunas investigaciones realizadas certifican que los adolescentes con una autoestima elevada interpretan las experiencias negativas de un modo más funcional (Rodríguez-Naranjo & Caño-González, 2012).
¿Qué podemos hacer? Como padres, hermanos, maestros, familia y amigos tenemos un rol de suma importancia pudiendo favorecer la autoestima, y por lo tanto siendo factores protectores de la salud mental en los adolescentes. Ya que la autoestima se adquiere, se modifica y se desarrolla en los diferentes contextos de actuación. ¿Como? Respetando sus espacios. Reconociendo sus éxitos y esfuerzos.
Reforzando sus capacidades. Estimulando los hábitos saludables. Creando ambientes de tranquilidad, seguridad y confianza. Ayudándoles a solucionar problemas de aprendizaje y conflictos con su entorno social. Enseñarles con el ejemplo personal a amarse a sí mismo.
Entonces tú: amigo, hermano, mamá, papá, profesor, compañero ¿Te animas a ponerlo en práctica?.
Delfina Bauducco