Escalada de Violencia. Solución al proceso mostrando estrategias para combatir este fenómeno.

Cuando hablamos de escalada de violencia, estamos haciendo referencia a un proceso continuo y ascendente de etapas en las que la intensidad y frecuencia de las agresiones se va incrementando según pasa el tiempo, como los aumentos de hechos delictivos, la violencia y compra de armamento.

Este término (escalada de violencia) se utiliza en muchas ocasiones también para hacer referencia al aumento progresivo de las agresiones que se dan en una relación de pareja en la que se ejerce violencia. En esta escalada de la violencia, las agresiones se reparten en el tiempo.

¿Cómo vemos la escalada de la violencia en este caso? Está descrito por los especialistas del tema, que la violencia de género no suele empezar con una agresión física, sino que va aumentando en intensidad y frecuencia a medida que pasa el tiempo. Es decir, comienza con violencia psicológica (controlar relaciones sociales o ignorar a la pareja), violencia verbal (insultos, humillaciones, coacción), violencia sexual (obligar a tener relaciones sexuales, no permitir la expresión libre de la sexualidad) y la violencia física (empujar, golpear, usar armas).

Podemos entonces plantearnos, ¿qué estrategias se pueden utilizar para combatir esta situación?

Primero y más importante, debemos trabajar en campañas y actividades de promoción, en especial campañas encaminadas a transmitir el mensaje de que es inaceptable la violencia hacia la mujer, que este mensaje llegue de una forma adecuada hasta los menos, formando así en ellos esta conciencia.

En este sentido sería importante trabajar no sólo con las niñas, sino igual con los niños, formar en ellos el respeto y la valoración hacia las mujeres. Trabajando estos conceptos desde el seno de la familia, núcleo fundamental donde se crean los valores y principios de los niños.

Desde esta posición, revertir la cultura machista y evitar el error de confundir el amor con el querer, y aún más con su antónimo el poseer; también que aprendan que los celos no son una prueba de amor.

En esta formación y educación de los niños se puede implicar, además de las familias, al sistema educativo, que puede ser clave como lugar para elevar el nivel de conciencia acerca de la violencia de género y atacar y erradicar los estereotipos de género presentes en la sociedad.

 

Otra estrategia sería la movilización comunitaria. Esto puede contribuir a la prevención de la violencia de género, a través de la consecución del compromiso de todos los niveles de la sociedad, entre ellos, representantes de los gobiernos locales, líderes de la comunidad, organizaciones no gubernamentales y grupos de mujeres.

Estrategias pueden ser muchas las que podamos usar, pero sin duda educar a hombres y mujeres desde la infancia en el respeto y el amor serían las principales acciones a realizar.

Lic. Kerine Lastre Chico.

La escalada de violencia en situaciones de maltrato – David Preciado

La violencia, entendida como uso de la fuerza para lograr un medio, ha estado siempre presente en las relaciones humanas y en la sociedad. Y si actualmente queremos que eso cambie debemos entender por qué ocurre, a fin de prevenirla.

Dado que este tema seria muy amplio para reducirlo en un solo artículo, vamos a centrarnos aquí en un tipo de violencia que genera una gran alarma social y que supone un problema estructural en la actualidad, que es la violencia contra la mujer, específicamente el maltrato físico que la mujer sufre a manos de su pareja.

Las mujeres siguen sufriendo la violencia física, a pesar de que nuevas formas de violencia hayan surgido adaptadas al siglo XXI, y nos encontramos con que en este 2022 ya han sido 7 las mujeres asesinadas por sus parejas. Entender cómo se llega a producir este tipo de violencia puede ser de ayuda a la hora de combatirla.

El maltrato físico en la pareja se entiende como un acto de violencia física del agresor a la víctima, en la que el primero termina atacándola motivado por una agresividad incontrolable. La agresividad puede entenderse como premeditada o pasional en función de si ha sido sopesada o está motivada por un impulso del momento.

Así el maltrato doméstico se entiende como violencia pasional al ser una respuesta derivada de una gran ira sentida por el agresor. Pero que sea impulsiva no quiere decir que ocurra al azar o sea un acto puntual. Detrás de este tipo de violencia existe un patrón observable de escalada de la agresividad, que puede durar largos períodos de tiempo y que representa realmente la historia completa de la situación de maltrato.

Lenore Walker describió en 1979 el ciclo de maltrato en tres fases. La primera, la fase de construcción de la tensión, representa el tiempo en el que la pareja ejerce una violencia menor, como puede ser el abuso verbal, y que progresivamente irá aumentando con el tiempo. Aquí la pareja manipula a la mujer desviando la responsabilidad del maltrato a causas externas, como el trabajo, o al propio comportamiento de la mujer. Así la mujer tratará de cuidar y evitar poder enfadar a su pareja, fracasando pues al no ser ella la responsable de la violencia, no tiene poder para frenarla. Estos sucesos ocurren hasta que se alcanza la segunda fase, el incidente de maltrato agudo. Esta puede ser la fase más corta pero también la más peligrosa para la integridad de la mujer ya que es cuando el maltratador expresa una violencia incontrolada y severa contra ella. En estos casos, la mujer puede incluso no reportar las heridas o minimizarlas viéndose sorprendida y siendo consecuente con su actitud previa frente al maltrato. Aun así, este incidente destaca por su gravedad, por lo que la tercera y última fase, la de luna de miel, consistirá en que el maltratador tratará de enmendar el error, mediante el chantaje y la manipulación, rogándole el perdón, haciéndole regalos, cargándole la culpa de las agresiones o prometiendo que no volverá a ocurrir. Si la mujer no logra abandonar a su pareja, y continua con él, este ciclo puede volver a darse una y otra vez.

La escapatoria de la relación puede no ser una tarea tan sencilla como pueda percibirse desde fuera. La relación de maltrato ha afectado enormemente a la víctima, así como a su salud mental. Una de las causas comunes es el estado de indefensión aprendida, en la que una desesperanza invade a la mujer que siente que no hay ninguna forma de librarse del maltrato, quedando atrapadas. Además, está impotencia puede alimentarse a raíz de la destrucción de la falsa esperanza que se creó durante la fase de la luna de miel.

Como vemos, más allá de las situaciones graves de maltrato físico existe todo un patrón de fondo que precipita y alimenta su presencia. Para poder cambiar el resultado y cortar el ciclo es necesario de un cambio de actitud en la mujer en el que pueda empoderarse y ser capaz de romper con dicha relación. Pero esto no es tan sencillo de lograr, detrás de estas relaciones se encuentra un profundo aprendizaje social, en el que este modelo de relación se normaliza y es requisito si se quiere obtener el afecto de otra persona. Por ello es importante una reflexión colectiva y un replanteamiento de la forma en la que enseñamos las relaciones interpersonales y la dignidad de las personas.

Preguntas:

¿Es este patrón el caso llevado al límite de un modelo de relación afectiva típico en la sociedad?

¿Qué podría serle de ayuda a una mujer en dicha situación para salir de ese contexto?

¿Cómo pueden las autoridades ayudar a las víctimas y prevenir las agresiones?

Referencias:

Conner, K., Swogger, M. y Houston R. (2009). A test of the reactive aggression-suicidal behavior hypothesis: is there a case for proactive aggression? Journal Abnormal Psychology; 118(1), pp. 235-240.

Hill, G. y Hill, K. (2002). The people’s law dictionary: taking the mystery out of legal language. New York, NY: MJF Books.

Lloria, P. (2020). Violencia sobre la mujer en el siglo XXI. Violencia de control y nuevas tecnologías. Habitualidad, sexting y stalking. Madrid: Iustel Publicaciones.

Wilson, J. (2019). Cycle of Violence. The Encyclopedia of Women and Crime, pp. 1-5. doi:10.1002/9781118929803.ewac0083

 

 

Tendencias a conformar con el grupo

ANA ROMAN MARCOS

El término “influencia social” se refiere al cambio en los juicios, opiniones o actitudes de un individuo que son el resultado de su exposición a los juicios, opiniones o actitudes de otros individuos. Algunos de los fenómenos más importantes relacionados con la influencia social son: conformidad e influencia de la mayoría, obediencia a la autoridad o la influencia del grupo minoritario. Estas teorías de la conformidad social comparten la idea de que sin dirigir el comportamiento de los sujetos de manera explícita, la presencia de otros puede incrementar la consciencia del valor social que tienen ciertos patrones, determinados comportamientos, y las consecuencias sociales de los mismos; este aumento de la consciencia puede llevar a un incremento de la conformidad hacia esos patrones.

En cuanto a la conformidad o influencia de la mayoría, existen experimentos en los que podemos ver cómo el individuo acaba cayendo en la cuenta de la mayoría. Un ejemplo clásico de esto es el experimento de las líneas de Asch.

Asch invitó a 7 estudiantes a participar en un experimento de discriminación visual. Los sujetos tenían que decidir en 18 ocasiones cuál de las tres líneas era semejante en longitud a una línea patrón. La tarea era sencilla: en un grupo control de 37 sujetos que hicieron el juicio de las líneas en solitario solo 2 erraron al dar la respuesta. Sin embargo, en condición experimental grupal en la que solo una persona era participante real y el resto estaba compinchado con el experimentador, el 37% de los participantes erraron la respuesta.

A raíz del experimento de Asch se siguió investigando sobre este fenómeno de la conformidad social y los límites de este, y en qué condiciones esta conformidad aumenta o disminuye. Parece ser que cuando la persona debe emitir un juicio sobre la realidad objetiva en presencia de otros, existen dos preocupaciones principales: tener razón o generar una buena impresión ante los demás. La primera tiene que ver con la influencia informativa y la segunda con la influencia normativa. La influencia informativa se produce cuando nos fiamos más del juicio ajeno que del propio a la hora de decidir qué información es más fiable: la que dicen mis sentidos y la realidad física o lo que dicen los demás. La influencia normativa se genera cuando conformamos con el grupo por la necesidad de pertenencia que el ser humano posee por naturaleza, para no ser rechazado por el grupo.

Es importante saber que prácticamente todas las personas tendemos a entrar dentro de estos patrones sociales, por lo que, muchas veces, aunque no nos imaginemos conformando con ciertas situaciones, la presión grupal es un fenómeno que se puede dar dentro de cualquier persona. Aquellos movimientos sociales y grupales que nos pueden parecer inexplicables muchas veces se basan en fenómenos tan sencillos como estos que hemos explicado.

Soluciones para la difusión de la responsabilidad

La difusión de responsabilidad ocurre cuando las personas tienen que tomar una
decisión y /o actuar en una determinada situación, pero esperan a que otras personas lo hagan primero.
Cuantas más personas estén en ese momento presentes o involucradas, más probable será que cada persona individualmente no haga nada por creer que alguien más actuará primero.
De este modo, la difusión de la responsabilidad hace que las personas sientan menos presión de actuar porque piensan, que otra persona hará algo al respecto. Y, por otro lado, al sentirnos menos responsables en una situación, sentimos un nivel menor de culpa por no hacer nada.
El comportamiento individual de una persona, puede verse alterado o cambiado cuando esta persona está en un grupo o en una masa social.
Podríamos plantear que hay 5 aspectos de la situación que van a influir en la tomar la decisión de actuar:
1- La persona tiene que reconocer que algo malo está ocurriendo
2- Lo que esté ocurriendo debe ser percibido como una emergencia
3- La persona debe sentirse responsable de prestar ayuda
4- La persona debe sentirse capaz de ayudar
5- Y la persona toma la decisión de intervenir o no en función de los costes

Algunas posibles soluciones y/o alternativas para evitar la difusión de la responsabilidad serían:
-Enfocar hacia afuera: es decir si no estamos atentos a lo que ocurre a nuestro alrededor no nos daremos cuenta de si algo malo está ocurriendo ni de las necesidades de los demás.
– Trabajar la empatía: es decir tener la capacidad de ponernos en el lugar del otro, sin juzgarlo.
– Pensar que no hay nadie más alrededor: imaginar que lo que lo que le pueda suceder a la otra persona sólo depende de nosotros.
– Cumplir con la responsabilidad que a cada uno nos toca: aunque estemos en un
contexto grupal asegurarnos de hacer lo que nos corresponde.
La pregunta que deberíamos hacernos es si queremos ser espectadores o protagonistas en las distintas situaciones en las que nos encontremos.

Ref:
– Centro Alameda
– Neuro Class
– Patripsicologa.com

CAROLINA FERREIRA

La difusión de responsabilidad

La reunión de un grupo de individuos relativamente grande en un lugar determinado produce ciertos cambios en estas personas, que afectan en multitud de aspectos. Entre ellos, en la manera en que perciben y describen la situación, al grupo y a sí mismos, lo que genera por tanto una modificación de su conducta. Esto sucede debido a la intervención de los procesos de influencia social, que afectan a nivel cognitivo y comportamental.

Algunos procesos de influencia social que aparecen en la multitud son el sentido de legitimidad, ilusión de unanimidad, anonimato, solidaridad y poder, difusión de responsabilidad, facilitación social, inmediatez y normalización (Javaloy, 2003).

Los procesos de anonimato, inmediatez y difusión de responsabilidad son los tres factores esenciales que actúan sobre la identidad, reflejando una disminución de autoconciencia y autocontrol.

La responsabilidad es un concepto polisémico y ambivalente. Hans Jonas la define como “el cuidado, reconocido como deber, por otro ser, cuidado que, dada la amenaza de su vulnerabilidad, se convierte en “preocupación” (Jonas, 2008, p. 357).

Etimológicamente se refiere a una respuesta o a la exigencia a los demás y a uno mismo ante una interpelación. También es entendido como una obligación de dar cuenta de las razones de una acción determinada y de su repercusión en el mundo. Es por tanto un concepto social.

La difusión de responsabilidad es un fenómeno que se lleva a cabo ante situaciones de emergencia presenciadas por diversos espectadores en las que se requiere cierta ayuda.

Darley y Latané (1968) también lo denominaron efecto espectador, ya que las personas involucradas en la situación sienten menos presión a actuar, a tomar una decisión rápida y a prestar ayuda debido a la creencia de que otro espectador lo hará por ellos. Estos autores concluyeron cinco pasos que influyen en el modelo de decisión que toma la persona y que da lugar a la posibilidad o no de intervención.

Los cinco pasos requieren que la persona identifique la situación y que en esta observe una emergencia, que se siente responsable y capaz de ofrecer y prestar su ayuda y que sea capaz de tomar la decisión haciendo balance de los costes que conlleva hacerlo. Por lo tanto, el descenso en la presión por actuar conlleva a la creencia de que otra persona hará algo al respecto y, por tanto, a un descenso en la culpabilidad al no tomar la decisión de actuar.

 

Para reflexionar:

¿Cómo crees que influye en tu vida personal este concepto? ¿Te lo habías planteado anteriormente? ¿Consideras que es sencillo cambiarlo?

Beatriz Sevilla López

 

 

Referencias bibliográficas:

Barreto, I., & Borja, H. (2007). Violencia política: algunas consideraciones desde la

psicología social. Diversitas, 3(1), 109-119. https://doi.org/10.15332/s1794-

9998.2007.0001.07

Crespo, E. y Freire, J.C. (2014). La atribución de responsabilidad: de la cognición al

sujeto. Psicologia & Sociedade, 26(2), 271-279.

https://www.scielo.br/j/psoc/a/fVkk7NhTGgG4kGkK3WPbz4c/?lang=es&format=pdf

Darley, J. M. y Latane, B. (1968). Bystander intervention in emergencies: Diffusion of

responsibility. Journal of Personality and Social Psychology, 8(4), 377-383.

https://doi.org/10.1037/h0025589

Javaloy, F. (2003). Comportamiento colectivo y movimientos sociales: un reto para la

Psicología Social. Revista de Psicología Social, 18, 163 – 206

La empatía

Hoy quiero compartir contigo una solución maravillosa a la crisis que quizás podemos estar enfrentando hoy en día con la deshumanización de muchas personas con temas tan importantes que vivimos hoy en día como la guerra.

Primero partimos de entender que la deshumanización se vincula a la pérdida de los valores éticos y de la sensibilidad. Podemos decir a grandes rasgos que hoy en día vemos cada vez mas una sociedad que no se conmueve, se duele o se indigna por las tragedias que pasan a nuestro alrededor o lejanas que generan un impacto de todo tipo en nuestra humanidad. Un ejemplo lo podemos ver cuando un persona se vuelve indiferente al dolor del otro.

Por eso voy a compartir contigo una solución maravillosa a través de desarrollar la empatía en nuestra vida y extenderla a nuestra sociedad.

Define la RAE (2019) la empatía como el sentimiento de identificación con alguien o la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.  la empatía se puede definir como el sentimiento de identificación con alguien, la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona. Como se suele decir, “ponerse en los zapatos del otro”.

Lo mejor de esto es que esta es una habilidad que todos podemos desarrollar y comparto algunas claves para poder desarrollarla:

  1. Dar mayor importancia a las emociones que a los datos

Una herramienta valiosa para ponerse en el lugar del otro es tener en cuenta que los mismos hechos afectan de formas distintas a diferentes personas. Algo que es casi intrascendente para alguien puede ocasionar un derrumbe emocional en alguien más. Por eso, cuando se trata de potenciar la empatía, no tiene mayor importancia saber qué haría uno mismo en una determinada situación: lo que cuenta es tener la capacidad de imaginar y entender cómo vive esa situación la otra persona (en función de su historia, del contexto que la rodea, etc.) y de qué manera resulta afectada emocionalmente.

  1. Entrenar la capacidad de escuchar

Para comprender a las personas con las que interactuamos es muy importante saber escuchar; pero escuchar no significa comprender las palabras del otro. Para escuchar de verdad, deberíamos prestar total atención al mensaje no literal y a la comunicación no verbal.

  1. Evita los prejuicios

Evita los comentarios con doble sentido y sesgos. Intenta abrir tu mente y entiende que hay otras formas de pensar, de sentir y de vivir y una no tiene por que ser mejor que la otra, simplemente ambas son válidas.

Y por ultimo te dejo un ejercicios que te puede ayudar a practicar y desarrollar esta habilidad de la empatía.

 

Ejercicio de empatía:

Te proponemos un ejercicio para que intentes aumentar tu empatía.

En muchas ocasiones nos cuesta tener empatía con una persona en concreto. Por ello, te recomendamos que pienses en esa persona y que cojas un papel para que puedas escribir la respuesta a las preguntas que te planteamos.

  1. Apunta el nombre de esta persona y la relación que tiene contigo.
  2. Describe las situaciones en las que te resulta difícil ser empático con esta persona.
  3. Describe qué hace la otra persona para que te resulte difícil ser empático con ella (por ejemplo, actitudes, expresiones, etc).
  4. Describe lo que la actitud de la otra persona te hace sentir.
  5. Reflexiona acerca de por qué la otra persona podría estar actuando de la manera que lo está haciendo.
  6. Piensa en qué situaciones tú actúas de la misma manera que esa persona.
  7. Adopta la forma de construir la realidad de la otra persona.

 

Video reflexivo:

Una historia sobre la Empatía. Episodio 8 A Mi Yo Adolescente: Empatía. Blanca Portillo: https://www.youtube.com/watch?v=RqdJpHGVXLE

Deshumanización

Según la teoría social cognitiva, el ser humano actúa en base a dos objetivos, por un
lado, para conseguir un beneficio, a corto o medio plazo, o bien para evitar un problema.
Para ello actuamos según nuestras normas morales. Podemos actuar de una manera
más compasiva, empática, o bien inhibiendo y refrenando nuestros propios principios,
transgrediendo a los demás.

El ser humano tiene una tendencia innata a formar categorías o grupos sociales. Este mecanismo lo lleva a identificarse con algunos de estos grupos y diferenciarse de otros. Estas categorías están llenas de prejuicios o estereotipos y guían la manera en que nos relacionamos con nuestro propio grupo y con el resto.

En ocasiones esta diferenciación lleva a un no reconocimiento del otro como persona, provocando su denigración, negándole características humanas. De este modo legitimamos y justificamos ciertas acciones hacia el otro, por considerarle carente de características humanas.

¿En qué situaciones ocurre este fenómeno de la deshumanización?

Durante la guerra se percibe al “enemigo” en ocasiones como un animal o una persona inferior. De este modo se justifican acciones violentas hacia el otro ya que no es igual,no es tan humano. De este modo es más sencillo dañarle.

Pero no hace falta ser participe directo en el conflicto, hay otras formas de
deshumanización indirecta que provocan la denigración y la negación de aspectos humanos en los otros. Cuando justificamos y legitimamos acciones en las guerras desde nuestras casas, cuando culpamos al enemigo, cuando nuestras vidas siguen sin dar importancia a lo que está sucediendo en ese país en guerra o incluso olvidamos los conflictos.

La deshumanización tiene tres funciones:

  • Justificar la violencia entre los grupos. Al identificar al otro grupo como inferior,
    se percibe que se tienen derechos sobre sus integrantes, justificando así el uso
    de la violencia.
  • Legitimar el posicionamiento del grupo. Mostrar que el otro grupo no es tan
  • Alejar cognitivamente a la persona de eventos potencialmente traumáticos o
    Si el otro no es tan humano, es inferior, está más permitido dañarle.

Mediante estos mecanismos el ser humano justifica y minimiza sus acciones violentas hacia el otro. Le ayudan a rebajar la gravedad de las acciones cometidas, disminuyendo así su propio sufrimiento, legitimando su acción. En la sociedad actual, ¿en qué fenómenos se observa este fenómeno de la
deshumanización?.

Gema Ordás Albelo.

¿Puede cualquier persona cometer los actos más atroces?

¿Puede cualquier persona cometer los actos más atroces? Esta es una pregunta que parece tener una respuesta sencilla; no; “yo soy buena persona”, “yo nunca haría daño a una persona inocente sin un motivo que lo justificara plenamente” “yo no podría estar indiferente ante el dolor o la violencia” son frases que nos podríamos decir a nosotros mismos en respuesta a esta pregunta. Pero la verdad es, desgraciadamente, muy diferente.

A lo largo del siglo XX, después de presenciar los crímenes cometidos por el III Reich en los campos de exterminio, tras los juicios de Núremberg, muchos académicos y psicólogos se sorprendieron al ver como muchos nazis no mostraban ni un atisbo de culpa por los actos tan atroces que cometieron, decían que sólo seguían órdenes.  También se sorprendieron al conocer que muchas veces la población civil conocía estos actos y los vivían con “indeferencia”. ¿Los nazis fueron realmente malvados y desalmados o se trató de un fenómeno grupal que podría ocurrirle a cualquiera en las mismas condiciones?

Stanley Milgram fue un psicólogo de la Universidad de Yale que en el año 1961 llevó a cabo  una serie de experimentos para saber si en determinadas circunstancias, los seres humanos somos capaces de transgredir nuestros valores morales.

Milgram creó un «generador de descarga eléctrica” con 30 interruptores. El interruptor estaba claramente marcado en incrementos de 15 voltios, oscilando entre los 15 y 450 voltios (recordemos que el voltaje de una casa en EEUU es de 120V)

También puso etiquetas que indicaban el nivel de descarga, tales como «Moderado» (de 75 a 120 voltios) y «Fuerte» (de 135 a 180 voltios). Los interruptores de 375 a 420 voltios fueron marcados «Peligro: Descarga Grave» y los dos niveles más altos de 435 a 450 fueron marcados con una triple X «XXX». Este generador era en realidad de mentira y sólo producía un sonido cuando se pulsaban los interruptores.

 

Se reclutaron 40 sujetos (hombres) por correo y por un anuncio en el periódico. Creían que iban a participar de un experimento sobre la «memoria y el aprendizaje» En la prueba, a cada sujeto se le informó claramente que se le iba a pagar por ir y que conservaría el pago «independientemente de lo que pasara después de su llegada».

Después a la persona se le presentaba a  un «experimentador», la persona que dirigía el experimento, y a otra persona que se la indicó como otro sujeto. El otro sujeto era en realidad un cómplice del experimentador. Es decir, solo había un sujeto real, los otros dos eran “actores”

Los dos sujetos (el sujeto verdadero y el cómplice) sacaron un papel para saber quién iba a ser un «maestro» y quién un «aprendiz». El sorteo estaba amañado para que el  sujeto verdadero siempre obtuviera el papel de «maestro».

Después de esto pasaban a una sala en la que ataban al aprendiz/cómplice en una silla para evitar “movimientos involuntarios” y le colocaban unos electrodos. Después el sujeto del experimento era conducido a otra sala donde se encontraba el generador, sin poder ver al “aprendiz”.

Es importante tener en cuenta que los dos sujetos se han conocido y el “aprendiz” intenta ser agradable, además el aprendiz menciona que tiene problemas cardíacos. El sujeto del experimento piensa que le podría haber tocado a él el papel de ser aprendiz; es decir, él podría ser quien recibiera las descargas.

Al sujeto se le dijo que tenía que  enseñar pares de palabras al aprendiz. Cuando el alumno cometía un error, al sujeto se le dijo que tenía que castigar al aprendiz por medio de una descarga, con un incremento de 15 voltios por cada error.

El aprendiz nunca recibió realmente las descargas, pero cuando se pulsaba un interruptor de descarga se activaba un audio grabado anteriormente en el que el aprendiz se iba quejando cada vez más de dolor, llegados a la descarga de 150V el “aprendiz” grita que no quiere seguir el experimento, que le duele el pecho y que ya dijo que tenía problemas cardíacos. A partir de aquí cada vez el “aprendiz” se queja más, pide terminar, pide que le saquen de la sala, grita cada vez con más desesperación…etc. Hasta la descarga de 345V en la que ya no contesta, ni grita, dando a entender que le ha podido suceder algo.

Si el sujeto mostraba dudas sobre el experimento o decía que no quería seguir, el experimentador contestaba con una serie de frases predefinidas, empezando por la más suave y aumentando poco a poco:

-«Continúe, por favor»

-«Siga, por favor»

-«El experimento necesita que usted siga»

-«Es absolutamente esencial que continúe »

-«No tiene otra opción, debe continuar»

Si el sujeto preguntaba quién era responsable si algo le pasaba al aprendiz, el experimentador respondía: «Yo soy responsable». Esto daba alivio al sujeto y así muchos continuaban.

Antes de realizar el experimento Milgram reunió a una serie de expertos para preguntarles qué porcentaje de personas llegarían a aplicar tales descargas a una persona inocente; el comité definió que como máximo el 3%, de los sujetos, que sería los sujetos sádicos o psicópatas. Los datos revelaron que el 65% de los sujetos llegó hasta el final del experimento y el 100% aplicó descargas de 300 voltios. Fue tal la sorpresa que replicaron el experimento con diferentes grupos de edad, grupos sociales distintos, solo con mujeres…etc. Y los resultados siempre eran los mismos. Cuando una figura de “autoridad” estaba presente las personas castigaban al aprendiz a pesar de que muchas de ellas se mostraban claramente contrariadas y ansiosas.

Esto significa que personas ordinarias, ante la orden de una figura con apenas un poco de autoridad, son capaces de actuar con una crueldad en principio inimaginable

 

¿Hasta qué punto somos totalmente conscientes de las consecuencias de nuestros actos cuando tomamos una decisión dura por obedecer a la autoridad? ¿Qué complejos mecanismos intervienen en la obediencia actos que van en contra de nuestra ética?

 

MAIJ

Ellos y nosotros

¿De dónde surgen los prejuicios? ¿Por qué tendemos a justificar, entender mejor o ser menos críticos con personas con las que nos sentimos identificados de alguna forma? ¿Cómo puede explicar la psicología el odio desmedido que se muestran unos grupos hacia otros (sin conocerse) como por ejemplo las aficiones de los equipos de futbol?

¿Por qué creemos conocer a todos los miembros de determinados grupos como cuando por ejemplo cuando decimos que todos los de izquierdas/ derechas son X?. En los últimos tiempos estamos viendo como la sociedad se va polarizando y es importante saber cuáles son algunos de los fenómenos que contribuyen a ello para poder identificarlos y poder luchar de alguna manera contra ellos.

Vamos a intentar resolver estas preguntas basándonos en algunas teorías de la Psicología Social. Somos seres sociales, y eso quiere decir que, en gran medida la construcción de nuestra personalidad y de cómo vivimos y percibimos el mundo, tiene que ver con los vínculos que establecemos con las otras personas.

Estos vínculos pueden establecerse desde lugares muy diferentes, puede ser por ejemplo, normas de comportamiento sobre lo que está bien y lo que no, creencias, roles como ser padre o madre, afectos, gustos o rivalidades. Esto nos hace poder vernos como parte de un grupo, como miembros de un determinado grupo social.  Por ejemplo en las hinchadas de futbol, hay normas de vestimenta, roles diferentes, rivales comunes…etc. Códigos que si se siguen, te aseguran la pertenencia a ese grupo.

Vamos a empezar definiendo que es el “endogrupo” y el “exogrupo”

El endogrupo en sociología y psicología social es el grupo con el que nos identificamos y del que nos sentimos miembros.

¿Cómo podemos identificar cuando estamos hablando de un endogrupo? De manera general podríamos decir que cuando se trate de un grupo donde decir “nosotros” tenga el mismo significado: Nosotros los españoles, nosotros los evangélicos, nosotros los europeos, nosotras las mujeres, nosotros los ultras del equipo X.

En torno a esta idea se establece el exogrupo, para que nosotros nos podamos identificar como un grupo (endogrupo), es necesario que se establezca una diferencia con los otros grupos, surgiendo así el “exogrupo”. “Exo” significa “fuera de”, fuera del grupo. El exogrupo es el grupo que se percibe diferente (aunque a veces puede ser muy parecido).

Hay varias consecuencias de esta distinción entre el exogrupo y el endogrupo que pueden ayudarnos a entender fenómenos como los que comentábamos al principio.

El efecto de homogeneidad exogrupal o efecto de homogeneidad relativa al exogrupo, es un fenómeno social que se da cuando una persona, que pertenece a un grupo determinado, ve a los miembros de otros grupos como más parecidos entre ellos (“son todos iguales”), mientras que percibe como muy variados y con diferencias a los miembros que están dentro de su mismo grupo. Este fenómeno hace referencia a como las personas tendemos a ver al exogrupo, es decir, un grupo ajeno, como algo uniforme, mientras que somos conscientes de los matices presentes en el endogrupo, el nuestro. “Ellos son parecidos, nosotros somos diversos”. Este efecto explica que tendamos a hacer generalidades y pensemos que los miembros de determinados grupos son todos iguales. Como se podrá entender, esta tendencia tan común en la mayoría de los seres humanos es la materia prima de la que se sirven los estereotipos y a veces es utilizado como caldo de cultivo para generar odio (todos los de izquierdas/derechas son unos “x”)

Cuando conocemos a alguien, tendemos a llevarnos una primera impresión, la cual puede estar muy influida por la forma en que vemos, en términos muy generales, al resto de sus congéneres quienes comparten alguna característica. Estas características pueden ser la raza, el género, la edad, la nacionalidad o la profesión entre muchos otras.

 

Por otro lado, tendemos a ver en el endogrupo valores, creencias y otras cuestiones que nos aportan seguridad y pertenencia. El sesgo endogrupal, también denominado favoritismo endogrupal, puede definirse como la tendencia o patrón de conductas por parte de los miembros de un grupo, a favorecer, beneficiar o valorar más positivamente a ese grupo (endogrupo) con respecto a otro grupo al que no pertenecen (exogrupo) (Turner, Brown y Tajfel, 1979). Por ejemplo, cuando un votante de un partido político defiende políticas controvertidas de su partido, y sin embargo critica las políticas del partido contrario aun cuando pudieran ser más afines a él.

Otro factor interesante es la actitud positiva hacia los miembros del propio grupo, que se conoce como “atracción social”, y define un modo de atracción en el cual los sujetos no son apreciados en tanto que individuos únicos, sino como “encarnaciones” del prototipo grupal.

Y tú, ¿Identificas a otras personas o grupos como miembros del exogrupo? ¿Detectas fenómenos de este tipo en tu entorno más cercano?

 

NRS

¿El ser humano es bueno o malo por naturaleza?

Jean-Jacques Rousseau escribió un tratado filosófico llamado “Emilio o de la educación” en el cual expone su idea de que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quien lo corrompe. Se basa en la afirmación de que el ser humano nace bueno y libre, sin embargo, es la educación lo que le oprime y ensucia esa bondad que asegura innata. En contraposición a esta afirmación nos encontramos con Thomas Hobbes quien sostenía que el hombre “es un lobo para el hombre”. Refiere que el ser humano es malo por naturaleza, pues es egoísta y únicamente actúa por y para su supervivencia. Por ello es la sociedad y la educación, en concreto un estado absolutista y monárquico lo que permite al hombre convivir y regirse por la moral.

Este eterno debate ha recibido muchas críticas pues se encuentra presente la pregunta de ¿qué es bueno y qué es malo? ¿Qué es lo que nos hace buenos y qué es lo que nos hace malos? Estas categorías morales se han basado en el pensamiento judeocristiano, en la idea de que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios, por lo que es bueno por naturaleza. Sin embargo, ni la bondad ni la maldad son innatas pues en un inicio, al nacer, nos guiamos por la mera supervivencia. Un ejemplo de esto es el hecho de que los bebés utilizan “la sonrisa social” que está estudiado que en un principio es por imitación, con el objetivo de fomentar ese cuidado por parte del cuidador. Esto lo podríamos interpretar como una manera de “manipular” pero ya sería de nuevo poner una intencionalidad negativa a una conducta cuyo objetivo es sobrevivir.

La etiqueta de “ser bueno” y “ser malo” parte de esa necesidad imperiosa del ser humano de controlar, de encasillar, cuando parece que la realidad es mucho más compleja que esa etiqueta. Ante esto quizá es importante que nos podamos preguntar:

– ¿Hay algo que nos defina al completo y para siempre?

– ¿Qué significa “ser bueno” y “ser malo”?

– ¿Hasta qué punto etiqueto yo a las personas que me rodean como “buenas” y “malas”? ¿Qué es lo que me lleva a hacerlo?

Nombre: Carmen Fernández de Torres.