Creciendo en recursos: la herramienta “El color de mi ansiedad”

Tanto en el campo laboral como en nuestra vida personal, entre más herramientas conozcamos e implementemos, mayor capacidad tendremos de afrontar los contratiempos o dificultades ante los cuales nos enfrentemos. En este sentido, en este artículo queremos hablar de una técnica en específico que hemos desarrollado y ha resultado efectiva a la hora de abordar la ansiedad, denominada “El color de mi ansiedad”.

En primer lugar, resulta fundamental que comprendas que la ansiedad en principio es “funcional”; esto significa que tiene una función, una razón de ser, y existe y está presente en todas las personas. Cuando es adaptativa o funcional, la ansiedad es un mecanismo de defensa que activa el sistema nervioso (y por ende el organismo en general) y nos prepara para reaccionar frente a una eventualidad, una potencial amenaza o peligro. Esto quiere decir que tu cerebro hace uso de la ansiedad para protegerte, ese es su propósito real, solo que es posible que en diferentes momentos a lo largo de tu vida, tu mente haya desarrollado ciertas lógicas frente a ciertos estímulos que no resultan favorables, y por ende, reaccionas de manera desmedida o poco adecuada frente a estos.

Así, la ansiedad pasa a ser disfuncional o desadaptativa ya sea cuando persiste en el tiempo, o cuando aumenta con demasiada frecuencia, dado que esto nos mantiene en un estado de alerta constante, implicando sensación de cansancio frecuente, dificultad para concentrarnos o pensar con claridad, irritabilidad, llanto, sudoración, anticipación constante e incontrolable de eventos futuros, sensación en ocasiones puntuales de presión en el pecho y respiración agitada, e incluso en los casos más intensos, da como resultado el “apagón” del sistema nervioso, el cual recurre a “desconectarnos” como última medida ante el malestar desbordante, en otras palabras, pérdida del conocimiento. Esto ocurre con relativa poca frecuencia, pero demuestra lo intensa que puede llegar a ser la ansiedad cuando no se cuenta con los recursos para gestionarla adecuadamente.

Si bien estos son algunos de los síntomas generales que más se registran, es importante reconocer en ti mismo cuáles son las señales tanto a nivel físico como mental que se presentan cuando la ansiedad está en aumento. Esto puede darse más fácilmente con apoyo externo, dentro de un proceso terapéutico.

Comprendiendo a rasgos generales su función, resulta más sencillo abordar y gestionar la ansiedad si establecemos una manera clara de medirla, y es aquí donde viene la siguiente pregunta: ¿si pudieras asignarle un color a tu ansiedad, cuál sería? Evita usar el color negro ya que simbólicamente lleva una carga que puede influir sobre el ejercicio. Una vez decides el color que quieres ponerle, te imaginas una escala en degrade que va desde blanco, hasta el color que has escogido, aumentando en intensidad.

Es importante que a partir de ahora, puedas “medir” tu ansiedad mediante esta escala, de la siguiente manera:

Si te encuentras en una situación donde tu ansiedad va en aumento, sé consciente de ello, y ubícate en tu escala en función de la intensidad de la misma. Este ejercicio te va a ayudar de diferentes maneras: podrás identificar “patrones”; cuáles son los momentos/circunstancias/personas que más te llevan a un “amarillo” o “naranja” o “verde” muy intenso. Podrás, con mayor facilidad, identificar tanto las sensaciones físicas como los pensamientos que aparecen en función de tu nivel de ansiedad. A largo plazo, conseguirás incluso identificar las señales que te dicen que tu ansiedad va en aumento, y lograrás prever y gestionar antes de que tu color llegue a un nivel alto de intensidad. También es importante que puedas aplicar el siguiente ejercicio: Si haces uso de la respiración para disminuir la ansiedad, apóyate en la escala para que, con cada exhalación, te imagines como la ansiedad va disminuyendo y el color de la misma va siendo cada vez menos intenso. Conecta la respiración con tu escala, te va a servir de apoyo.

Procura hacer uso del color de tu ansiedad no solo para identificar la intensidad alta, sino también para saber bajo qué condiciones te sientes tranquilo, qué momentos o circunstancias te traen paz y te permiten estar en un nivel muy bajo/claro de tu escala. Además, recuerda que bajo una buena gestión la ansiedad es una aliada, permítete conocerte y desarrollar una relación sana y positiva con ella.

Recursos para identificar la ansiedad

Por: Anet Diner

Si te preocupan demasiado los problemas del día a día sin ningún motivo aparente, si estas siempre esperando que ocurra un desastre o te preocupan demasiado cosas como la salud, el dinero, la familia, el trabajo o la escuela, puede sr que sufras de ansiedad.

Para encontrar una solución a la ansiedad, una cosa importante es identificar los síntomas:

  • Sensación de nerviosismo, agitación o tensión
  • Sensación de peligro inminente, pánico o catástrofe
  • Aumento del ritmo cardíaco
  • Respiración acelerada (hiperventilación)
  • Sudoración
  • Temblores
  • Sensación de debilidad o cansancio
  • Problemas para concentrarse o para pensar en otra cosa que no sea la preocupación actual
  • Problemas para conciliar el sueño
  • Problemas gastrointestinales
  • Tener dificultad para controlar las preocupaciones
  • Necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad

Ciertos niveles de ansiedad son normales, sobre todo en estos tiempos acelerados, inciertos y con muchos cambios. Pero es importante que identifiques cuando estos niveles te están sobrepasando: Por ejemplo si sientes que te estás preocupando demasiado y que esto interfiere en tu trabajo, tus relaciones y otros aspectos de tu vida o si sientes como si su vida diaria estuviera en un estado constante de preocupación, miedo y pavor.

También puedes identificar la ansiedad por los síntomas físicos que, generalmente, dificultan tu funcionamiento e interfieren en tu vida diaria, como dolor, fatiga o dificultad para respirar.

A continuación me gustaría abordar algunos de los síntomas más detenidamente:

Preocupación excesiva. Me refiero a una preocupación desproporcionada en relación a los eventos que la desencadenan y más bien nos pasa suele en situaciones normales y cotidianas. Está preocupación excesiva está presente la mayoría de los días y nos resulta muy difícil de controlar. Aparece intrusivamente y nos hace muy difícil concentrarnos y realizar nuestras tareas diarias o disfrutar de nuestro tiempo libre.

Intranquilidad. Está característica la solemos describir como que nos sentimos nerviosos e incomodos y tenemos la necesidad de movernos constantemente. Está sensación también está presente la mayoría de los días y puede ser una de las señales que te ayuden a identificar que te está sobrepasando la ansiedad.

 

Agitación. Aquí habla nuestro sistema nervioso simpático: tenemos el pulso acelerado, nos sudan las palmas de las manos o nos tiemblan y tenemos la boca seca. Esto es porque nuestro cerebro tiene la precepción de que hay un peligro y comienza a preparar nuestro cuerpo para que pueda reaccionar ante está amenaza. También hay más sangre en nuestros músculos en caso de que los necesitemos para pelear o huir, se agudizan nuestros sentidos y aumenta nuestro ritmo cardiaco.

Todos estos efectos serían muy útiles en el caso de una verdadera amenaza, pero cuando sentimos ansiedad pueden resultar cansados y debilitantes, además de conseguir que no podamos reducir la agitación y que el cuerpo vuelva a su estado normal, puede hacer que la ansiedad nos dure más tiempo.

Dificultad para concentrarse. Cuando no podemos concentrarnos más que en los problemas o incluso en las sensaciones físicas de nuestro cuerpo, podemos experimentar problemas en nuestro desempeño escolar o laboral e incluso en nuestras relaciones sociales ya que no solemos estar muy presentes para nuestros familiares o amigos. . Esto puede ayudar a explicar la disminución dramática en el desempeño que las personas suelen experimentar durante los períodos de mucha ansiedad.

Trastornos en el sueño. La ansiedad puede provocar que nos despertemos durante la noche o que nos cueste mucho conciliar el sueño. Esto puede deberse a las preocupaciones excesivas, a los pensamientos intrusivos que provoca la ansiedad o a la agitación. Cuando se trata la ansiedad es muy probable que estos problemas también se resuelvan.

Irritabilidad. Debido a que la ansiedad está asociada con agitación y preocupación excesiva, no es sorprendente que la irritabilidad también sea un síntoma común.

Fatiga. Otro síntoma aunque parezca contradictorio puede ser la fatiga, sobre todo, después de un ataque de ansiedad o en algunos casos fatiga crónica.

Tensión muscular. Este puede ser otro síntoma frecuente de ansiedad. Es muy posible que tener ansiedad conduzca a tensar más los músculos y que cuándo nos relajamos podamos reducir la preocupación o la ansiedad.

Temores irracionales. Estos pueden ser generalizados, sobre el futuro o sobre nuestro propio futuro o específicas, que serían los que conocemos como fobias y que en ese caso sería una ansiedad o miedo extremos a un objeto o a una situación específica y que podrían incluso interferir en nuestra vida.

Evitar situaciones sociales. Sufrir ansiedad puede provocar que evitemos situaciones sociales, que nos sintamos ansiosos si tenemos algún evento social próximo, que nos preocupe que los demás nos juzguen y que evitemos estos eventos debido a la ansiedad que nos generan.

Existen muchas formas de reducir la ansiedad, el primer paso, es identificar los síntomas. Si te sientes ansioso la mayoría de los días o experimentas alguno de los síntomas anteriores, si sientes que tus emociones interfieren en tu vida, puede ser necesario que busques ayuda profesional.

 

¿Por qué nos hace sufrir la ansiedad?

La ansiedad es una emoción, y como todas las emociones se trata de una reacción fisiológica, cognitiva y fenomenológica (experimentada subjetivamente), que nos prepara para la acción (nos motiva) y que se dispara automáticamente por la evaluación -en muchas ocasiones inconsciente- de un estímulo externo o interno relacionado con nuestras necesidades y metas.

En este sentido, los estímulos que disparan las emociones están sujetos a la idiosincrasia de cada persona, pero cada una de ellas conecta con necesidades universales del ser humano como son la necesidad de seguridad, de conexión con otras personas, de protección y aislamiento para procesar pérdidas, de energía para poner límites o afrontar una nueva situación, etc. De esta manera, todas las emociones se presentan como la vía de acceso a nuestras necesidades y son tremendamente importantes para sobrevivir y vivir con salud.

En este caso, la ansiedad, presenta una función de valor vital: la capacidad de percibir una amenaza futura y movilizar los recursos necesarios para hacerla frente. Podría compararse con una alarma, que nos indica: “ algo que -percibo que- no controlo podría ocurrir”.

Ahora bien, si la ansiedad es tan funcional, ¿cuándo y por qué comienza a convertirse en algo problemático para tantas personas?

  • Cuando la amenaza conecta con heridas o bloqueos emocionales, con algo interno y vulnerable de cada uno, por tanto, se percibe como una amenaza tan grande que sobrepasa la percepción subjetiva de contar con los recursos necesarios para hacerla frente.
  • Cuando simplemente no sé identificarla y entonces las sensaciones fisiológicas asociadas son interpretadas como excesivamente nocivas y peligrosas, desencadenando una cascada de pensamientos automáticos catastrofistas que aumentarán mi sintomatología fisiológica (mayor taquicardia, hiperventilación, sudoración, nerviosismo, etc).

Uniendo ambos puntos, la ansiedad empieza a convertirse en algo realmente problemático cuando me conecta con temas personales no resueltos o con una situación extremadamente nueva, inesperada y estresante. Entonces, siento que no tengo recursos, y la ansiedad se exacerba. Empieza el bucle que me atrapa.

Además, es posible que no sepa identificarla correctamente, empiezo a evitar todas aquellas situaciones, personas, eventos y experiencias que me la generen y termino por generalizar y asociar estas respuestas de ansiedad a muchas otras esferas. ¿Qué ocurre después? Que se me para la vida, dejo áreas importantes de mi vida desatendidas, paro mi crecimiento personal y esto, como es de esperar, produce tristeza, frustración, vacío, impotencia, apatía, desesperanza, insomnio, etc.

Si sientes que a veces la ansiedad te sobrepasa, te resulta muy incómoda o percibes que hay situaciones de tu vida a las que no te enfrentas, te invito a que te hagas las siguientes preguntas

  • ¿Sabes identificar la ansiedad y qué la está generando?
  • ¿Sabes con qué de tí, de tu historia, de tu biografía, de tus aprendizajes te está conectando esa ansiedad exacerbada?
  • ¿Sabes para qué viene tu ansiedad? ¿Dejas que te gestione la vida? o ¿la gestionas tú a ella utilizando su valiosa información?

 

Aitana Navia López

 

¿Cómo sé cuando la ansiedad me está suponiendo un problema?

 

La prevalencia de problemas psicológicos derivados de la ansiedad cada día aumenta más. Por este motivo, es importante saber cuando la ansiedad nos está suponiendo un problema e interfiriendo en otras áreas de nuestras vida como nuestras relaciones personales, el trabajo y nuestra salud mental o física.

 

La ansiedad per se no es inherentemente mala o desadaptativa. La ansiedad en ocasiones es adaptativa y nos ayuda a mejorar nuestro rendimiento y posibilidades de éxito. Tal como, ante situaciones que evaluamos como importantes para nosotros o frente a posibles peligros futuros. En ocasiones, es un mecanismo natural y adaptativo que nos pone alerta y aumenta nuestra concentración a situaciones que consideramos estresantes o importantes. Sin embargo, el problema surge cuando los sentimientos de ansiedad no están relacionados a un evento o situación particular y su intensidad, frecuencia y duración va incrementando cada vez más. De la misma manera, cuando los sentimientos de ansiedad son desproporcionados a la situación que estamos viviendo o son más un reflejo de situaciones pasadas que enfocados en nuestro momento presente. Así mismo, cuando el sentimiento de ansiedad se ve sobrepasado y ya no funciona de una manera adaptativa.

 

Por lo tanto, para saber si la ansiedad te está suponiendo un problema es importante que te preguntes las siguientes cuestiones:

 

Preguntas: Guia de evaluacion:
¿El sentimiento de ansiedad que estás sintiendo en este momento es adaptativo o ajustado a la situación que estás viviendo? Es adaptativo, si,  la intensidad de la emoción se ajusta a la situación que estás viviendo y te permite y te preparan de una manera adecuada para satisfacer tus necesidades e metas.

 

Es inadaptativa, si, la reacción es más un reflejo de otros acontecimientos que te han ocurrido en el pasado y no te prepara para afrontar las dificultades de una manera adecuada para satisfacer tus necesidades actuales.

¿Estas teniendo síntomas físicos como: opresión en el pecho, taquicardia, sudoración, palpitaciones, falta de aire, molestias digestivas, alteraciones en la alimentación, tensión y rigidez muscular, fatiga corporal, temblores, sentimientos de mareo? En los casos en donde existe un predominio de sensaciones físicas importantes, se habla de somatizaciones. Las somatizaciones son un mecanismo de defensa inconsciente que transforma el malestar emocional en síntomas físicos. Sin embargo, siempre es importante acudir a un médico y descartar cuestiones médicas.
¿Está suponiendo un problema para tu bienestar personal y físico? Si te encuentras cansado, con somatizaciones, preocupado constantemente y fatigado por la sobreactivación constante, probablemente, la ansiedad está suponiendo un problema para tu bienestar físico y personal.

 

De la misma manera, si estás teniendo problemas a la hora de concentrarte, conciliar el sueño, pensamientos obsesivos, sentirte tenso y rígido y no siendo capaz de relajarte, probablemente, la ansiedad esté suponiendo un problema para ti.

¿Las soluciones que has intentado han funcionado? Normalmente, tendemos a evitar las situaciones que nos generan displacer y ansiedad. Sin embargo, a largo plazo esto no nos ayuda a disminuir nuestros niveles de ansiedad. Incluso, llega a que temamos más esas situaciones.

 

Por lo tanto, a la hora de evaluar si la ansiedad está suponiendo un problema para ti es importante tener en cuenta si estás teniendo cambios en tu comportamiento ligados con la evitación de situaciones y estados emocionales internos.

 

¿La frecuencia, intensidad y duración de los momentos en que sientes ansiedad  ha incrementado? La ansiedad, per se, no es un problema. Sin embargo, en una intensidad, duración y frecuencia muy elevada si. Aún más, si está habiendo interferencias en otras áreas o teniendo repercusiones en tu salud física o mental.
¿Los sentimientos de ansiedad están interfiriendo en otras áreas de tu vida: laboral, social, personal, familiar, etc. En ocasiones los sentimientos de ansiedad empiezan en una área y se van extendiendo a otras.

 

Si a través de hacerte estas preguntas te has dado cuenta de que la ansiedad está suponiendo un problema para ti, un buen primer paso sería acudir a un especialista de la salud como un médico de confianza o un psicólogo clínico para gestionarlo. Ya que, si afrontamos nuestra ansiedad nos podemos resolver nuestros conflictos emocionales, conocernos mejor y crecer. De la misma manera, nos impulsa  a tener una mejor relación con nuestros estados emocionales internos y con nuestro entorno.

 

Marie-Pierre Capeans

Cómo identificar el tipo de relación que tengo con la ansiedad

La ansiedad es una reacción emocional que cualquier persona puede experimentar. Aunque mantenga una función de adaptación, se experimenta de forma poco placentera, y hay multiplicidad de maneras que podemos actuar con respecto a este sentimiento. Es importante saber el tipo de relación que tenemos con la ansiedad para poder entender bien nuestra emociones, reacciones e incluso desencadenantes ante ellas.

Para identificar el tipo de relación que tienes, en primer lugar hay que identificar el momento en el que se tiene ansiedad. ¿Sientes presión en el pecho, dificultad para respirar, sudoración, ruido mental, sensación de peligro…? Quizás haya una situación estresante o de incertidumbre que haya desencadenado estas sensaciones. ¿Qué cosas te hacen sentir de este modo?

En segundo lugar, date cuenta de cómo actúas cuando la sientes. La ansiedad tiene una función de regulación y protección, y nos podemos relacionar con ella desde la acción, la evitación o al bloqueo. Esta ansiedad, ¿te centra en la tarea que estás realizando, te retrae y hace que evites la situación temida, te lleva a darle vueltas por horas a un tema concreto, hace que te quedes en blanco…?

En último lugar, observa cómo va evolucionando a lo largo del tiempo. Esta puede aumentar, disminuir o mantenerse de fondo en tu cabeza. Una vez que ha pasado la situación que te genera ansiedad, ¿cómo te quedas? ¿Eres capaz de relajarte, te sientes con malestar e intranquilidad, no te lo puedes quitar de la cabeza te vienen las mismas sensaciones físicas cuando te acuerdas de lo que sucedió…?

Al fin y al cabo, la ansiedad es un tipo de miedo: se desencadena ante un peligro percibido, ya sea real o imaginario. Y ante esto podemos actuar de diversas maneras. Algunas son más funcionales y nos ayudan más y otras menos, por eso entender cómo nos relacionamos y por qué con la ansiedad puede ser beneficioso, conocer nuestros mecanismos de acción nos puede prevenir un posible malestar o situación poco beneficiosa.

 

Qué hacer y qué no hacer si tengo ansiedad

Qué NO hacer si tengo ansiedad

  • Ignorarla o reprimirla pues no hará que desaparezca sino que regresará con más fuerza
  • Relativizar y quitarle hierro diciéndote que no es para tanto
  • Invalidar tus propias emociones y pensamientos
  • Sobreexijirte diciéndote que no deberías sentir esa ansiedad, queriendo que desaparezca inmediatamente
  • Llevar en secreto que tienes ansiedad queriendo poder tú solo con todo, quizás la ansiedad te está señalando que eso no es posible.
  • Buscar en internet todo el rato sobre lo que sientes

Estas formas de afrontar la ansiedad en lugar de disminuirla la aumentan. Además son las formas de afrontamiento a las que estamos más acostumbrados en nuestra sociedad. Si utilizas alguna o varias de ellas para afrontar la ansiedad, no pasa nada, estás intentando estar mejor, pero mediante el camino erróneo. Es hora de aprender nuevas maneras. La propia ansiedad te está diciendo que necesitas cambiar algunas cosas.

Qué SÍ hacer si tengo ansiedad

  • Observa esa ansiedad y reflexiona qué te quiere decir, pues la ansiedad es una señal de que debemos restaurar el equilibrio en nuestra vida.
  • Si no comprendes por qué tienes ansiedad, está bien, no te sobreexijas intentando entender todo. Pide ayuda a profesionales
  • Valida lo que sientas y pienses en tu día a día. Si está ahí es por algo, escúchalo y acógelo.
  • Confía en que la ansiedad es pasajera, por muy alto que sea un pico de ansiedad el cuerpo está diseñado para que disminuya.
  • Acepta la llegada de la ansiedad, sin luchar contra ella, no es tu enemiga por muy desagradable que sea.
  • Comunica a las personas de tu entorno lo que te sucede.

Estas estrategias son efectivas para disminuir la ansiedad y reducir el malestar. En ocasiones ese proceso de disminución no es rápido, pero las cosas importantes requieren su tiempo. Si no sabes cómo llevarlas a cabo o ves que te cuesta mucho, está bien, no tenemos que saber cómo hacer todo, más aún cuando hay hábitos que llevamos años haciendo. En ese caso, acude a un profesional y pide ayuda, es un gran gesto de valentía y amor por uno mismo. Estás haciendo por cambiar las cosas y ese es el primer paso.

 

Triple sistema de respuesta

ANSIEDAD: ¿PARA QUE SIRVE?

ANSIEDAD: ¿PARA QUE SIRVE?

Un examen, una primera cita, esperar los resultados de una prueba, una competición o una entrevista de trabajo pueden ser algunos de los escenarios que nos hacen sentir ansiedad. Pero esto a ¿qué se debe? o mejor, ¿para qué lo hace mi cuerpo? La ansiedad es ante todo una respuesta fisiológica que tiene nuestro cuerpo cuando nos sentimos amenazados por un peligro inminente. Su función principal es movilizar al organismo, mantenerlo alerta ante posibles amenazas para poder reaccionar de la forma más eficiente y evitar así las posibles consecuencias o minimizarlas. Por tanto, ¿es la ansiedad algo negativo? No, o no siempre al menos.

La ansiedad puede ser positiva siempre y cuando no perjudique al funcionamiento normal de la vida de una persona. Es decir, la ansiedad se convierte en un problema cuando inunda nuestras vidas sobreestimando los peligros e infravalorando nuestras capacidades para enfrentar la situación. Esto genera que haya una percepción equivocada de la realidad y desencadena un ciclo de preocupaciones y pensamientos catastróficos.

La ansiedad sería como nuestro guardaespaldas personal que nos grita ¡cuidado! cuando hay una circunstancia que supone una amenaza para nosotros o para gente a la que queremos. La ansiedad además nos puede servir como una señal de que necesitamos tomar consciencia de la situación actual que tenemos y hacer cambios necesarios en nuestras vidas. Una preocupación recurrente y constante puede ser indicativa de que algunas áreas de nuestras vidas están desviadas y necesitan reajustarse.

Otra cara importante de la ansiedad es que en muchas ocasiones nos ayuda a estar motivados y preparados a la hora de enfrentarnos a un desafío. Hay estudios que afirman que los estudiantes o atletas que experimentan algo de ansiedad ante una prueba tienen mejores resultados.[1] Esto es importante matizarlo, niveles medios de ansiedad nos activan y nos ponen en marcha y nos ayudan a tener un rendimiento óptimo, mientras que niveles muy elevados de ansiedad nos bloquean y nos hacen percibirnos indefensos ante una situación. Niveles medios de ansiedad en definitiva nos despiertan, nos activan y nos invitan a hacer frente a una situación que requiere una respuesta rápida y ajustada. Es esa fuerza que te ayuda a estudiar cuando se acerca la fecha del examen o te permite prepararte para una entrevista en un trabajo que te importa mucho.

Las personas con ansiedad también pueden ser buenos líderes, ya que consideran cuidadosamente la posibilidad de que existan múltiples resultados ante una situación. Por ejemplo, muchas personas con ansiedad son muy conscientes de lo que potencialmente puede salir mal, lo que los convierte en pensadores cautelosos, con una toma de decisiones más cuidadosa y una buena capacidad de resolver problemas. Sin embargo, volvemos a lo mismo, si la ansiedad es demasiado elevada esta capacidad deja de ser tan positiva para convertirse en un freno a la hora de tomar decisiones porque siempre anticipo resultados catastróficos o porque en la toma de decisiones me pierdo pensando en todas las posibilidades que pueden existir ante un mismo evento.

En definitiva, si bien experimentar ansiedad puede tener algunos beneficios, y vale la pena señalarlos, también puede convertirse en un verdadero obstáculo para muchos aspectos de nuestras vidas. Nuestra carrera profesional, relaciones y aspiraciones personales pueden verse afectadas negativamente por su lucha contra la ansiedad.

Si la ansiedad nos impide vivir la vida que deseamos, entonces puede ser el momento de buscar ayuda profesional para aprender a reconducirla y sobrellevarla de una manera más ajustada.

Preguntas para reflexionar:

  • ¿te habías planteado alguna vez que la ansiedad podía ser algo positivo?
  • ¿cómo crees que te ayuda a ti la ansiedad en tu día a día?
  • También te propongo un ejercicio: trata de pensar en alguna situación en la que te sientas ansioso, para un momento y piensa ¿para qué me esta mandando estas señales mi cuerpo? ¿Qué es lo que me preocupa? ¿Qué recursos tengo para solucionar esta situación?

Raquel Bertaccini.

 

[1] Hardy L, Hutchinson A. Effects of performance anxiety on effort and performance in rock climbing: a test of processing efficiency theoryAnxiety Stress Coping. 2007;20(2):147–161. doi:10.1080/10615800701217035

 

Pros y Contras de la ansiedad

PROS Y CONTRAS DE LA ANSIEDAD

La ansiedad es una emoción derivada del miedo que aparece en situaciones en las que anticipamos una amenaza, para que podamos prevenirla y ponernos a salvo antes de que ésta se materialice. Como todas las emociones, tiene su lugar y su función en nuestra vida, nos aporta información sobre lo que estamos viviendo y forma parte del repertorio emocional normal de cualquier persona.

La ansiedad permite que podamos anticipar peligros, prevenirlos, actuar para evitarlos y no tener que enfrentarnos a esa situación. Nos permite adelantarnos a los acontecimientos y poner en marcha estrategias que nos faciliten desenvolvernos en el día a día. Nos predispone a la acción y nos aporta determinación y energía para llevar a cabo nuestros planes. Por ejemplo, si nos estamos preparando para un examen, la ansiedad es muy útil porque nos avisa de que es posible que suspendamos si no estudiamos, nos empuja a ponernos en marcha a pesar de la pereza y nos activa para que podamos memorizar los contenidos. Si no fuese por la ansiedad, es posible que no le diésemos suficiente importancia a ese examen para estudiar, que nos pesase más la pereza que nuestras ganas de estudiar o que no fuésemos capaces de anticipar las consecuencias negativas de no prepararnos para hacerlo.

Hoy en día, la ansiedad parece ser sinónimo de malestar y no pensamos en que sea algo que experimentamos, sino que sufrimos. Vemos todo tipo de consejos y cursos para hacerla desaparecer. Se plantea entonces la siguiente cuestión: si es la ansiedad una emoción más, ¿por qué tenemos esta visión de ella? ¿es positiva o negativa? ¿Qué debemos hacer cuando aparece?

Como todas las emociones, la ansiedad cumple una función en nuestras vidas, nos aporta información y no es negativa en sí misma, sino que favorece nuestra supervivencia. La cuestión no es que la ansiedad sea un problema en sí, sino la frecuencia, intensidad y duración con la que la experimentamos. En ocasiones,  acaba siendo la respuesta emocional más habitual de la persona, e incluso puede acabar por convertirse en el estado base de nuestro día a día.

Cuando vivimos en un estado permanente de alerta y nuestro cuerpo se acostumbra a funcionar en la vida diaria como si estuviese afrontando el mayor de los peligros es cuando la ansiedad ha pasado de ser adaptativa a convertirse en un problema. Es entonces cuando empezamos a sentir que no llegamos a todo, que cada pequeña cosa es un problema enorme que no sabemos gestionar, que en cualquier momento puede ocurrir algo terrible, que hemos dejado de vivir para pasar a sobrevivir, que siempre estamos cansados y que cada día es una batalla. Si vivimos con ansiedad, vivimos en modo supervivencia, como si en cualquier momento fuésemos a sufrir un ataque que tenemos que anticipar. Es lógico entonces que estemos exhaustos y que tengamos una visión tan amenazadora del mundo, al fin y al cabo estamos constantemente bajo ataque a nivel emocional.

Si la ansiedad se ha convertido en nuestra enemiga, no solo sufrimos la desagradable sensación de experimentarla de manera constante, sino que perdemos todas las ventajas que tiene vivirla de manera adaptativa, que nos proporciona un sistema de alarma ante situaciones que pueden ser peligrosos y un chute de energía para gestionar algo con urgencia. Debemos entonces reajustar la evaluación que hacemos de las situaciones en las que nos encontramos para discriminar las que son peligrosas y urgentes de las que no lo son, para así poder reubicar la ansiedad dentro de nuestro abanico de emociones y devolverle su función original. Al fin y al cabo, nuestras emociones forman parte de quiénes somos y podemos trabajar en ellas de la misma manera que trabajamos en otros aspectos de nosotros para desarrollarnos como personas, para que nunca supongan un lastre o una cárcel, sino que siempre nos ayuden a desenvolvernos y relacionarnos con el mundo.

Lucía Beltrán de Casso

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:

¿Cómo te relacionas con tu ansiedad?

¿Crees que la ansiedad te resulta útil?

¿Piensas que tú  ansiedad es adaptativa?

¿Cuáles crees que son las causas más habituales de tu ansiedad?

¿Qué es la ansiedad?

¿Qué es la ansiedad?

Por: Anet Diner

Todas las personas, hemos sentido ansiedad y miedo de vez en cuando. Sentirse ansioso en una situación particular nunca es agradable. Sin embargo, saber lidiar con la ansiedad puede prepararnos para hacer frente las situaciones más retadoras en la vida.

La definición de la ansiedad es “una aprehensión sin una causa aparente.” Suele ocurrir aun cuando nada amenaza nuestra seguridad o nuestro bienestar, sin embargo la sentimos como algo real.               Hace que queramos escapar de esa situación. El corazón nos late con velocidad, el cuerpo nos empieza a sudar y comenzamos a sentir como mariposas en el estómago. Sin embargo, un poco de ansiedad puede ayudar a las personas a mantenerse alerta y concentradas.

La ansiedad adaptativa es una respuesta automática de nuestro cuerpo ante un peligro inminente. Nos hace estar alerta y para prepararnos, nuestro organismo agudiza los sentidos, se aceleran nuestro ritmo cardiaco y nuestra respiración y si nuestra vida está en peligro, todas estas sensaciones son las que nos permiten huir.

Pero cuando la ansiedad que sentimos es casi todos los días, no conseguimos calmarla, nos paraliza y afecta nuestra salud y nuestras relaciones, entonces es cuando se convierte en un problema. Está sensación se suele disparar, muchas veces sin causa aparente,  ante situaciones familiares, laborales, problemas económicos o al tener que relacionarse con otras personas.

Tipos de ansiedad

  • Ansiedad generalizada
  • Ataques de pánico
  • Fobias
  • Trastorno obsesivo-compulsivo
  • Trastorno de estrés postraumático

Somos únicos y las razones por las que sentimos ansiedad son muy particulares, pero algunos síntomas pueden ser comunes en todas las personas:

A nivel del cuerpo podemos llegar a sentir la boca seca, sudar mucho, que el corazón y el pulso nos van muy rápido, sensaciones de opresión en el pecho o de ahogo, náuseas, diarrea, dolores de cabeza tensionales y cansancio excesivo.

Podemos llegar a sentir incertidumbre, problemas de sueño y tener conductas evitativas como fumar, comer y beber alcohol en exceso.

La ansiedad también nos puede provocar dificultad para tomar decisiones, culpa, pensamientos catastróficos, obsesiones, inseguridades y miedos.

Muchas veces, la forma de tratar la ansiedad es querer deshacerse de ella rápidamente, evitar situaciones que nos causan ansiedad o medicándola, sin atacar el problema de raíz. También buscamos minimizarla con comida, alcohol o drogas, sexo, ejercicio compulsivo o trabajo. Cuando llevamos mucho tiempo con ella creamos un estilo de vida donde la evitamos o la incluimos como parte de nosotros mismos.

Una de las mejores formas de tratar la ansiedad es acudiendo a terapia. La terapia nos guía hasta el de la ansiedad, que en cada persona es diferente, aunque todos podemos identificar un momento en el que se origina y los momentos en los que se dispara. La terapia puede ayudar a encontrar la  causa, aunque el paciente no la tenga tan clara.

¿Tienes alguna estrategia para evitar la ansiedad?

¿Sientes que tienes ansiedad, incluso en situaciones donde no deberías tenerla?

¿Crees que la terapia puede ayudar a bajar la ansiedad o hacen falta ansiolíticos?

Anet Diner