La introspección y el permitirnos “estar mal”

La introspección se define como una “mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo”. En este sentido, hace referencia a la capacidad que tenemos de apreciar las emociones, sensaciones o cambios que ocurren en nuestro interior, y efectivamente, entre mayor capacidad de introspección tenemos, mayor es la posibilidad de conocernos a nosotros mismos y hacernos cargo de nuestras necesidades emocionales de forma más eficiente, gestionando así nuestra vida interior de la manera en que consideremos más adecuada.

 

Sin embargo, nos podemos encontrar con que en ocasiones esa mirada interior se encuentra permeada por creencias o pensamientos disfuncionales, que “filtran” o limitan lo que vemos, o cómo lo vemos. En este sentido, es importante pararnos a reflexionar sobre nuestro mundo interior y la manera en la cual nos acercamos a él.

 

En este artículo nos centramos específicamente en cómo nos aproximamos a las emociones “negativas” que brotan en nosotros como la tristeza, la rabia o el miedo. Podemos encontrarnos con diferentes posturas frente a estas emociones: tal vez las acrecentamos, tal vez las vemos como limitantes, o incluso existe la posibilidad de que sean las emociones con las cuales más nos identificamos. Cabe incluso la probabilidad de que las reprimamos o las ignoremos, y las razones pueden ser diversas: no queremos experimentarlas, preferimos obviarlas que sentirlas, o incluso, nuestra identidad está vinculada a “estar siempre bien”, y hacemos caso omiso de estas emociones para no parecer “débiles” o “vulnerables”.

 

Si te encuentras identificado con esto último, es importante cavilar sobre ello, y reflexionar ¿de dónde viene mi tendencia a negar o evitar las emociones negativas? Tal vez no quiero ser juzgado o juzgada, quizás he visto desde pequeñ@ en mi entorno que las emociones negativas se evitan, no se confrontan, o posiblemente considero que no tengo la capacidad de enfrentarme a dichas emociones y paso de ellas. El “qué dirán” puede tener mucho que ver, y es cierto que en la sociedad actual se percibe cierta tendencia al “hiper positivismo”, y el “estar mal” puede resultar desfavorable, tanto así que incluso podemos llegar a sentirnos culpables por percibir emociones negativas dentro de nosotros y dejar que se perciban.

 

Resulta fundamental comprender que el abanico de emociones en todas sus manifestaciones es importante y sano, y como seres humanos que somos, sentir y apreciar nuestros “colores” es parte de la experiencia vital, y nos permite no solo conocernos, sino crecer, aprender, evolucionar. Evadir las emociones negativas nos limita a la hora de aprender a gestionarlas, y al evitarlas, estas no se desaparecen, sino que se van acumulando en una esquina de nuestro mundo interior, y tarde o temprano ignorarlas dejará de funcionarnos.

 

Un ser humano sano emocionalmente no es el que menos tristeza o dolor percibe, sino aquel que se permite sentir sin limitarse, sin juzgar, desde la contemplación, y se hace cargo de sus sentimientos, sean de la índole que sean, para vivir su vida al máximo, con altos niveles de autoconocimiento y autogestión.

 

Referencias:

*https://dle.rae.es/introspecci%C3%B3n

La automanipulación de ver el vaso medio lleno ¿Cómo sería si lo hiciéramos con el dolor físico?

  • A veces ver el vaso medio vacío no se asemeja a la realidad
  • Pero a veces, ver el vaso medio lleno tampoco
  • En ocasiones ambas visiones están igual de distorsionadas, habrá que ver el vaso como está

 

Constantemente desde el pensamiento positivo, se nos dice que debemos fijarnos en las cosas que van bien, en lo que sí funciona. Tenemos que ver el vaso medio lleno, de lo contrario estaríamos siendo unos pesimistas, pues no todo está tan mal. Efectivamente hay ocasiones en las que ver el vaso medio vacío puede ser una visión distorsionada de la realidad, pero ¿Acaso no sería también erróneo ver el vaso medio lleno, cuando objetivamente tampoco es así?

Muchas veces, ni el vaso está medio lleno, ni está medio vacío, el vaso tiene una mitad llena y la otra vacía. Fijarse únicamente en una de las dos partes, sea la que sea, significaría no estar viendo las cosas como son. Si nos empeñamos en ver el vaso medio lleno, cuando hay señales evidente de que no es asi, no estamos afrontando lo doloroso y por tanto, resulta imposible entender qué necesitamos ante esa circunstancia. Se trata de una automanipulación que no nos deja ver la realidad. Las personas no necesitamos ser optimistas y fijarnos siempre en lo positivo de lo que nos sucede. Necesitamos poder observar la realidad, aceptándola y afrontándola, con sus aspectos positivos y negativos, para asi saber qué necesitamos y cómo queremos actuar. Si desde el pensamiento positivo, y desde la sociedad actual, se deja muy claro que ver el vaso medio vacío es algo negativo, ver el vaso medio lleno puede resultar peor a veces, ya que como no existe ningún problema, no puedo afrontarlo.

Si estamos corriendo y nos caemos y nos hacemos una pequeña herida, todos tenemos claro que debemos cuidarla, debemos desinfectarla (aunque duela) para asi evitar que vaya a peor. Si obviamos esa herida que nos molesta y nos duele e intentamos no focalizarnos en ella, no la cuidaremos y por tanto, la pequeña herida pasará a infectarse y puede generar mayores complicaciones. Lo mismo sucede con las heridas emocionales. Ver el vaso medio lleno, hace que descuidemos nuestra herida y permitamos que pueda llegar a empeorar infectándose. Lo que necesitamos para estar bien es mirar fijamente la herida que nos hemos hecho, aunque no sea agradable y duela, para ver cómo la cuidamos. Si lo tenemos tan claro con las heridas físicas, ¿Por qué no con las heridas emocionales?

 

Preguntas:

¿Sueles evitar el malestar emocional?

¿Sueles criticarte diciéndote que deberías ver el vaso medio lleno mas veces?

La creencia de no estar bien asociada a la debilidad

En base a mi experiencia como psicóloga clínica, he visto varios pacientes que sostienen la creencia “No estar bien emocionalmente, significa que soy débil”.
Esta creencia tiene altos costos como: evitar conectar con sus emociones, sentir culpa por no estar bien, no hacerse cargo de lo que están sintiendo por ende una pobre capacidad de autorregulación, entonces los pacientes no logran surfear la emoción incomoda, sino prolongan el malestar por evitar la emoción. Las emociones, que no escuchamos, por tanto, se esconden o acumulan y luego necesitan de un proceso más lento para ser transformadas. De ahí la importancia de atender lo que siento cuando lo siento.

 

La evitación emocional (y a su vez experiencial), es una de las consecuencias más comunes que trae esta creencia, junto con creencias como “no debería sentir algunas emociones” o “algunas emociones son negativas”: evitar lo que no queremos sentir. Las vías para conseguir evitar son varias. Huir es una de ellas. Ejemplo: no quiero sentir fracaso y; por lo tanto, no voy a arriesgarme a equivocarme. Otra forma de evitación es a través de conductas problema o conductas evitativas: hacer algo para distraerme y evitar sentir una emoción que me atormenta o me incomoda en un momento dado. Estas conductas se realizan de forma consciente (por ejemplo, estoy estresado/a y sé que tomar alcohol puede aliviarme) o de forma inconsciente (estoy estresado y conecto Netflix casi sin darme cuenta, después siento alivio). Lo que es útil e inconsciente se convierte en patrón.

La evitación emocional suele estar muy relacionada con la adicción: a las compras, a la comida y a las drogas. El uso de comida (por ejemplo) para tapar emociones que no saben manejar, lo cual lleva a un círculo vicioso en el que no desarrollan estrategias útiles y funcionales, a largo plazo, para regular las emociones.

No hay emociones buenas o malas. Tampoco hay emociones que haya que evitar: todas son necesarias. Pero ese no siempre el mensaje que muchas veces da la sociedad o los padres al momento de criar a sus hijos y como resultado tenemos a adultos creyendo que no estar bien emocionalmente es signo de debilidad. No estar bien, o mejor dicho experimentar emociones como tristeza, miedo, ira es parte de la experiencia humano.

 

Es importante para mi crear consciencia en la sociedad respecto a los mensajes que le damos a los niños, los mensajes que trasmitimos en sociedad, frases normalizadas que generan este tipo de creencias en las personas, como, por ejemplo: “no llores, no pasa nada”, “no estes triste, solo lávate la cara y sigue”, “las hombres no lloran”, frases invalidantes emocionalmente donde no se le permite al otro sentir, donde se le dice implícitamente lo que estas sintiendo no esta bien, solo te debes sentir bien. Esto genera adultos emocionalmente evatativos.

Es válido no es estar bien y eso no significa que uno es débil.

 

Ariane Drago

Frases de Autoayuda ¿Superación o Frustración?

Cuando hablamos de frases de autoayuda me vienen a la cabeza una lluvia de ideas y
palabras bonitas que buscan motivarnos para ser mejores personas, más alegres, más
divertidas, más lindas y agradables. Pero… ¿Qué pasa cuando no alcanzamos esa exigencia
de belleza, libertad y gracia?.
Hay cierta escritura en las frases lindas como ¨Sonríe cada día de tu vida¨, que buscan
un placer inmediato, dejar de sufrir al instante y evitar, como mecanismo de defensa, el
disgusto, la inquietud y la pena. Hay personas que buscan ese goce imperioso y que, si esto
no ocurre, también les genera malestar. Es decir, evitan experiencias que tienen una
recompensa o placer diferidos, eludiendo emociones que consideran desagradables.
Vivir tiene su cara bonita, pero también cuenta con su jirón de sufrimiento, cuando se
busca esconder ésta última, taparla o directamente eliminarla comienza un círculo de falso
positivismo que podría ser contraproducente. En otras palabras, la búsqueda del placer
inmediato que existen en frases como ¨vive cada instante¨ y las exigencias que acarrean esas
directivas, conllevan a la frustración si no podemos conseguirlo.
Al no poder alcanzar esos estándares impuestos, ya sea porque no contamos con las
herramientas cognitivas o porque es una utopía pensar en la alegría como única emoción
existente, se nos devuelve el fracaso de no poder lograrlo, una lluvia de ideas y emociones
negativas que pueden llevarnos incluso a la desesperanza.
Ésta exigencia y falsa omnipotencia nos traen frases como ¨el fracaso no es una
opción¨ como una distorsión cognitiva que se nos impone cada vez con más fuerza. Pero la
realidad es otra, el fracaso es una opción, claro que lo es, es parte de vivir y poder tolerar la
frustración del fracaso es la capacidad de afrontar y gestionar de manera adecuada esas
limitaciones que hacen que no podamos satisfacer, en ocasiones, nuestros deseos o
necesidades.
En conclusión, los mensajes de autoayuda no son polarizadamente malos o buenos,
hay frases que son realmente útiles y constructivas, pero no nos dejemos engañar con el
hiperpositivismo. Aceptar lo difícil de la vida, poder tolerar esas emociones, reconocer
nuestras limitaciones y reflexionar al respecto, nos alivia de las exigencias, nos hace personas
más libres, capaces y ponderadas.

Delfina Bauducco.

Influencia del hiperpositivismo en las personalidades perfeccionistas

Influencia del hiperpositivismo en las personalidades perfeccionistas

Influencia del hiperpositivismo en las personalidades perfeccionistas Vivimos en una época en la cual nos han enseñado a expresar todas aquellas emociones agradables, a compartir nuestra alegría, nuestros éxitos, nuestros logros y todas las cosas buenas que nos suceden. El llevar al extremo todas estas emociones positivas, se conoce como hiperpositivismo, logrando ocultar nuestros verdaderos sentimientos y todo aquello que no vaya acorde a estas emociones. Es decir, si un día nos sentimos tristes y frustrados ante una situación que vivimos o simplemente las cosas no salen como las planeamos, la sociedad de cierta forma nos dice que escondamos estas emociones, nos las traguemos, sonriamos y respondamos la típica pregunta de “¿cómo estás?” O “¿Cómo va todo?” con un: “súper bien”, cuando en algunas ocasiones nos gustaría expresar lo contrario. ¿Realmente nos va súper bien o eso es lo que queremos transmitir hacia afuera? Ya que en nuestro interior se encuentra constantemente el típico discurso de: “todo está bien”, “todo está bajo control”, sobre todo en personalidades perfeccionistas. Este tipo de personalidad tiende a buscar la perfección en todo lo que hace, mejorándolo indefinidamente sin lograr quedar satisfecho y darlo por terminado. El perfeccionista siempre está buscando el “ideal” o la “perfección” y al no poder alcanzarla en muchas ocasiones puede equivaler a un fracaso personal. Combinar el hiperpositivismo con este tipo de personalidades, puede influir tanto de manera favorable como desfavorable. Como lo mencione anteriormente, las personalidades perfeccionistas van a auto exigirse un mundo donde no se muestren los errores, ni fracasos. Al contrario, se exigirán un mundo “color de rosas” donde se muestren solo las cosas positivas, sonrisas y la frase de “todo está super bien” con el fin de conseguir aprobación de los demás, creando un círculo vicioso en el que se exigirán cada vez más y más para mostrar que todo está bajo control. Esto puede llegar a causar una gran frustración, ansiedad o depresión. Este tipo de personalidad no va a dejar entrar ninguna emoción que lo permita ver “débil” con la cual pueda equivocarse y ser corregido, no va a mostrarse en un lugar inseguro donde aparezcan emociones que lo sacan de su zona de confort, ya que probablemente serán desconocidas y sentirá que perderá el control de la situación. Buscará aferrarse a los demás, a este hiperpositivismo, a esta perfección inexistente, que, por lo contrario, suele ser muy desgastante y agotadora llevándolo al extremo y a lo caótico. Al aferrarse a esto, lo único que se tendrá como resultado es lo contrario, la negatividad. Es importante no llegar a este extremo y tener un balance, ya que todo en exceso es malo. Sería raro que una persona solo tenga emociones agradables, que siempre tenga una sonrisa en la cara y que este continuamente repitiendo la frase “todo está súper bien”, cuando sabemos que el mundo no funciona así. Sabemos que existen emociones desagradables que son necesarias para todos y que no tiene nada de malo mostrarlas ante los demás, que se vale sentir aquello que nos causa disgustó, tristeza o frustración, que el equivocarse duele pero que lleva a un aprendizaje mayor. El entender que “está bien no estar bien” es una de varias maneras en las que una personalidad perfeccionista empieza a soltar y aceptar, y por lo tanto ser más flexible con su manera de ver todo positivo o negativo.

Karla Orozco González

Consumismo, positividad tóxica-necesidad de satisfacción constante

Consumismo, positividad tóxica y necesidad de satisfacción constante

Por: Anet Diner

El consumismo y la búsqueda de la satisfacción constante son fenómenos que han tomado un papel central en la sociedad moderna. La publicidad y las redes sociales nos bombardean con mensajes sobre cómo la compra de ciertos productos y la obtención de ciertos estándares de vida nos harán más felices. Sin embargo, esto puede ser perjudicial para nuestro bienestar y llevarnos a una espiral de insatisfacción y ansiedad.

La búsqueda de la satisfacción constante y el consumismo están estrechamente ligados. Creemos que adquirir cosas nuevas y caras nos hará más felices, pero en realidad esto es temporal y nos lleva a una insatisfacción continua. La felicidad que sentimos después de una compra dura poco y pronto buscamos la próxima adquisición que nos haga sentir bien.

Si a esto le sumamos la presión social para ser siempre positivos y alegres puede ser perjudicial y crear una «positividad tóxica». Nos sentimos obligados a ocultar nuestros sentimientos negativos y aparentar una vida perfecta, lo que puede ser agotador y llevarnos a una sensación de aislamiento y soledad.

Como vivimos en sociedad no podemos evitar vernos influidos por lo que nos rodea y que esto nos afecte, puede ser la guerra en Ucrania o la pandemia. Construir una burbuja de positivismo y llenarla de capsulas de felicidad artificiales en su mayoría y además agregar objetos de satisfacción que nos hagan olvidar todo lo malo que hay fuera es lo que potencializa el consumo y nos está llevando cada vez más a ser una sociedad consumista y superficial. Y a nivel personal a sentirnos más solos, vacíos e insatisfechos.

Muchas de los trastornos mentales que afectan a nuestra sociedad, por ejemplo el TDAH o la depresión, pueden en muchos casos encontrar su origen en  patologías sociales propias de estos tiempos, y de esta sociedad  tan acelerada y obsesionada por el consumo compulsivo.

Sufrimos una sobredosis del “tú puedes” y del “todo es posible” y si a esto le sumas que los objetos están fácilmente accesibles a casi todo el mundo y con un supuesto mínimo esfuerzo (aunque signifique el sueldo de un mes) podemos presumir de nuestra banal compra en redes sociales. Aunque esto implique que se nos exija una sobreproducción y un súperrendimiento y que lo que tenemos a penas lo disfrutemos o nos haga sentir bien por un lapso muy corto de tiempo.

La verdadera felicidad no viene de la adquisición constante de cosas, sino de la gratificación que obtenemos de las relaciones humanas y las experiencias que compartimos con las personas que amamos. También es importante aceptar y expresar nuestros sentimientos negativos y no sentirnos presionados a ser siempre positivos.

En lugar de caer en el ciclo de insatisfacción constante y positividad tóxica, debemos aprender a valorar lo que tenemos y disfrutar de la vida sin depender de las cosas materiales. Esto nos llevará a una vida más plena y satisfactoria.

En conclusión, el consumismo y la búsqueda de la satisfacción constante pueden tener efectos negativos en nuestro bienestar. Debemos ser conscientes de estos fenómenos y buscar la felicidad a través de las relaciones humanas y las experiencias en lugar de depender de las cosas materiales.

El poder de la vulnerabilidad

EL PODER DE LA VULNERABILIDAD

Cuando eres vulnerable, eres tú de verdad.

¿Por qué nos cuesta mostrarnos vulnerables?

Frente al hiperpositivismo, frente al aparentar que no solo todo está bien, sino que está maravillosamente bien, incluso en aquellos días que no son tan fáciles o buenos, se encuentra la otra cara de la moneda: la vulnerabilidad. Aparentar que todo va bien, es lo opuesto a mostrarse vulnerable. Y aparentar, es lo opuesto a ser uno mismo.

Según la RAE, ser vulnerable es aquel que puede ser dañado o herido; y es por ello que se asocia a ser débil, frágil, desvalido… Sin embargo, ¿existe algo más valeroso, que alguien mostrando su “fragilidad”? Paradójicamente, quien muestra su vulnerabilidad, pudiendo no hacerlo, es quien más coraje y fuerte es.

Brené Brown es una prestigiosa socióloga estadounidense que en sus últimos 12 años ha realizado numerosos estudios sobre la vulnerabilidad, el coraje, la dignidad y la vergüenza. Ella lo deja claro: “no puedes ser valiente, sin ser vulnerable” porque no mostrarnos nunca vulnerables, es como vivir todo el rato bajo la protección de una careta.

En uno de sus estudios más largos, Brené Brown observó que las personas que menos vergüenza y más valiosas se sentían, eran aquellas que tenían el coraje de sentirse imperfectas, de contar la historia de quienes eran sin apariencias ni filtros. Como resultado de esta autenticidad, estas personas se sentían más conectadas a otras, presentaban una sensación de amor y de pertenencia. Brené Brown no es la primera persona que descubre que mostrarse realmente vulnerables, mostrarse con el verdadero dolor, activa la compasión de los otros y su tendencia a cuidarnos. Esto a su vez, aumenta la compasión intra e interpersonalmente. Es decir, desarrollaban un trato hacia sí mismos y hacia los otros más amable.

Estas personas, creían que lo que les hacía vulnerables, les hacía bellas y únicas.  Está claro que no es agradable, pero tampoco insoportable, simplemente es necesario. Permitirnos que nos vean, ser profundamente vistos tiene un gran poder: el de sentirnos conectados a los otros y a nosotros mismos. Frente al hiperpositivismo, en el que todo está bien, este poder nos permite sentirnos más vivos y plenos.

Y tú, ¿conectas con el poder de tu vulnerabilidad?  ¿te permites mostrarte vulnerable?

Aitana Navia López

Frases positividad tóxica y sus consecuencias

Por: Anet Diner

Según la Real Academia Española de la Lengua (RAE), una persona positiva es aquella que se “inclinada a ver el lado favorable de las cosas, optimista”. La positividad tóxica es una positividad sin base en la realidad. Por ejemplo una persona que piensa que va a tocarle la lotería, aunque no haya jugado, o una persona que piensa que le va a ir bien en un examen aunque no haya estudiado. Y esto solo por haber pensado positivo.

Hace unas décadas Martín Seligman popularizó el término de “psicología positiva”. En una de sus conferencias dijo que la psicología necesitaba dar un nuevo paso para estudiar desde un punto de vista científico, todo aquello que le hace feliz al ser humano. En su libro The Optimistic Child, explicó que el pesimista no nace, sino que se hace; que «aprendemos a ser pesimistas» por circunstancias de la vida. Sin embargo, también comentaba que podemos cambiar ese pesimismo y transformar nuestros pensamientos negativos en otros más positivos.

El término de “psicología positiva” y todo lo que Seligman hablaba en sus conferencias se ha tergiversado con el tiempo. Muchas personas lo han promovido con las mejores intenciones teniendo en cuenta los beneficios que puede tener para la salud mental incluso física de las personas.

Lo que ha pasado es que está malinterpretación de la psicología positiva ha derivado en una positividad tóxica, que sería un mundo perfecto donde nada nos hace daño, donde nada sale mal y donde con solo pensar positivo podemos cambiar nuestras circunstancias, abandonar la tristeza, salir de la depresión o dejar de lado la ansiedad y otros problemas.

Las frases de está positividad tóxica serian: «no te preocupes, o atraerás lo que más temes”, «no dejes espacio a los pensamientos negativos», , “podría ser peor, encuéntrale el lado positivo», «no estés triste/no te enfades, agradece todo lo bueno que tienes en tu vida».

Este optimismo en exceso puede potenciar las ideas disparatadas, como: “todo va a salir bien”, “a las personas buenas siempre les va bien”. También incluimos frases absolutistas como siempre, todo, nada, por ejemplo: “con entusiasmo todo es posible”, “¡vas a poder con todo!”, “si te lo propones, lo cumples”, “si está en tu mente puedes hacerlo realidad”, “todo tiene un lado positivo” o “querer es poder”.

La positividad tóxica nos impone el pensar positivamente como la única forma de solucionar nuestros problemas, exigiéndonos que evitemos, ignoremos o neguemos pensamientos negativos y también que no expresemos nuestras emociones negativas. Está positividad nos quiere hacer creer que podemos darle un giro positivo a todas las experiencias de nuestra vida, incluidas las trágicas o muy dolorosas.

Cuando el exceso de optimismo nos lleva a perder un poco el contacto el mundo real, podemos llegar a tomar decisiones poco asertivas generen un daño, tanto a nosotros como a los demás, podríamos tomar decisiones basadas en una sobre confianza y no en una realidad, basadas solo en que por pensar positivo todo ira bien. Si cuando tomamos una decisión ignoramos los posibles errores, las propias limitaciones o el azar, estaremos expuestos a la decepción y a la frustración mucho más que si tomamos una decisión más realista.

Es cierto que el poder que tenemos con nuestra mente es muy grande, que lo que hacemos con ella puede jugar, y mucho, a nuestro favor. Sin embargo, no es decisivo que tengamos siempre con una mentalidad optimista. Es ahí cuando se da la positividad tóxica. Debemos aprender de los fracasos, aprender a no negar o reprimir nuestras emociones, porque eso puede hacernos daño, también aprender de nuestras malas decisiones y de nuestros errores.

Además, la positividad tóxica nos invita a ser menos estrictos con los límites o a no establecerlos. Nos hace ser menos prudentes o dedicar tiempo a elaborar planes alternativos por si el principal no funciona. Ignorar de manera absoluta, lo negativo puede empeorar nuestra calidad de vida. Lo importante es el equilibrio, una dosis de optimismo que nos ayude a proyectarnos y a trazar metas, en el presente, hacia el futuro.

Para prevenir la positividad tóxica:

Es importante encontrar un equilibrio entre pensar positivo y ser realistas, contrastar nuestros deseos con nuestras posibilidades reales. También hay que validar nuestras emociones y sentimientos, ser conscientes e intentar ver las cosas de manera objetiva.

A demás nos puede ayudar: Entender que podemos fracasar y utilizar los fracasos como oportunidades y como aprendizajes. Ser sinceros con nosotros mismos, aceptar nuestros defectos y nuestras limitaciones. Tener expectativas sensibles y adaptadas a nuestras circunstancias. Y si necesitamos tomar una decisión hacer una lista de pros y contras con la dosis necesaria de optimismo y realismo.

Críticas a la psicología positiva / hiperpositivismo

  1. El pesimismo predice la salud tan bien como el optimismo
  2. Sus estudios tienen poca evidencia científica
  3. Hay sucesos negativos que son a su vez positivos.
  4. Hace una división irreal entre emociones positivas y negativas
  5. Esta felicidad autoimpuesta puede generar más infelicidad

El discurso de la psicología positiva, decía básicamente que a la hora de afrontar la vida lo importante son las emociones positivas, encarar los problemas con optimismo y buscar la felicidad y el bienestar personales. Hoy día vemos sobre todo en redes, muchas publicaciones que van en este sentido; esta reducción de la felicidad a una cuestión de voluntad individual oculta diversos peligros. Por lo pronto este exceso de positividad autoimpuesta puede generar más infelicidad, por ejemplo, si yo intento hacer caso a todos esos posts que veo, intento ser feliz y no lo consigo, solo querrá decir que estoy haciendo algo mal; por tanto, seré culpable de no ser feliz., cuando la realidad puede ser mucho más compleja.

Por otro lado, el pesimismo predice la salud tan bien como el optimismo según infinidad de estudios, además otros trabajos muestran que los resultados en aumentar la felicidad y disminuir la depresión (lo que busca la Psicología positiva), son indiferenciables del efecto placebo.

En la vida, además, existen ciertos sucesos, que pueden ser en apariencia negativos, pero que realmente son beneficiosos para el bienestar (por ejemplo, una discusión de pareja puede desembocar en un compromiso más adecuado o incluso el fin de una relación que resultaba nociva)

Por último, estas corrientes, dividen artificial e innecesariamente a la psicología en positiva y negativa, inhibiendo ciertas emociones y sentimientos, es decir, promulgan que hay que intentar aumentar las emociones positivas y disminuir las negativas, cuando en realidad no existen emociones positivas o negativas, pueden ser agradables o desagradables, pero todas cumplen una función necesaria que debe ser escuchada pertinentemente.

¿Puedes reconocer alguna frase en redes que creas que manda un mensaje incorrecto? Compártela con nosotros

MAIJ

¿Pueden ayudarme las relaciones sociales a aliviarme mi ansiedad?

Los seres humanos somos inherentemente sociales, como lo son la mayoría de los animales. Aunque, como humanos, nuestras relaciones sociales son mucho más complejas y satisfactorias que las del resto de los animales. Éstas nos brindan una sensación de conexión, propósito, apoyo y, en última instancia, una mejor salud y longevidad en general.

Docenas de estudios han demostrado que las personas que tienen relaciones satisfactorias con familiares, amigos y miembros de su comunidad son más felices, tienen menos problemas de salud y viven más.

Los científicos han descubierto que conectarse con otros ayuda a aliviar los niveles de ansiedad. Como la mayoría de nosotros sabemos, niveles muy elevados de ansiedad pueden ser perjudiciales para la salud mental y física y contribuir a muchos problemas de salud graves. Algunas investigaciones incluso sugieren que el acto de cuidar a otra persona puede liberar hormonas que reducen la ansiedad tanto para el cuidador como el cuidado

A lo largo de tu vida, el número y la fuerza de tus relaciones afectan tu bienestar mental y físico.Los beneficios de las conexiones sociales y la buena salud mental son numerosos. Las personas que presentan vínculos que se sienten como reales y genuinos están asociados con tasas más bajas de ansiedad y depresión, mayor autoestima, mayor empatía y relaciones más confiables y cooperativas.

La buena noticia es que, si bien muchos de estos beneficios pueden hacerte más feliz y satisfecho, también hay un efecto continuo, por el cual las personas que te rodean querrán pasar tiempo contigo. De esta manera, la conexión social genera un bucle de retroalimentación positiva de bienestar social, emocional y físico.

Dentro de las relaciones sociales podemos diferenciar 3 tipos de conexiones que puedes tener con las personas:

  • Conexiones íntimas: con personas que te quieren y se preocupan por ti, como familiares y amigos con los que tienes un vínculo más potente y en los que sueles apoyarte en los momentos complicados.
  • Conexiones relacionales: con personas que ves regularmente y con las que compartes un interés, como compañeros de trabajo o aquellos que te sirven el café de la mañana.
  • Conexiones colectivas: con personas forman parte de un mismo grupo contigo, como, por ejemplo, un equipo deportivo, un club de algún tipo de afición, incluso los seguidores de tu mismo equipo de futbol o las personas que comparten tu fe.

PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR:

  • ¿Dirías que tienes relaciones significativas a largo plazo en estas 3 áreas?
  • Piensa en el tipo de relaciones que tiene con las personas y el tipo de relaciones que le gustaría tener
  • En el caso de que quieras establecer nuevas relaciones sociales ¿qué maneras se te ocurren?

 

Raquel Bertaccini