Depresión y Enfermedades Inflamatorias
Según la OMS más de 300 millones de personas en todo el mundo padecen depresión, una de las principales causas de incapacidad en la actualidad, sin embargo, sigue habiendo mucha dificultad para reconocer sus síntomas y buscar ayuda. Esto supone mucho sufrimiento para la persona que lo padece, también para su entorno y puede hacer que la situación llegue incluso a cronificarse, dificultando mucho el tratamiento. El buscar atención especializada en un momento temprano del trastorno es muy importante. El tratamiento más eficaz es el tratamiento combinado de psicoterapia y psicofármacos, aunque en muchos casos los psicofármacos no llegan a ser necesarios.
La depresión es una enfermedad compleja, con una evolución que con frecuencia es recidivante o crónica. La sintomatología que aparece con mayor frecuencia es:
- Tristeza
- Anhedonia (incapacidad para experimentar placer, pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades)
- Problemas de memoria
- Sentimiento de Culpabilidad
- Rumiación
- Trastornos de sueño
- Fatiga
- Disminución del ánimo y de la motivación…etc
Todo ello influye negativa y profundamente en la vida diaria y el bienestar del afectado. En este artículo no nos vamos a centrar en los síntomas, si no en alguna de las causas que pueden provocar depresión.
¿Qué provoca la depresión? Normalmente tenemos identificados los factores que tienen que ver con cambios en el entorno del individuo, por ejemplo, situaciones de estrés, cambios de etapa vital, falta de apoyos emocionales… también factores como características de personalidad, hábitos, genes y ciertas características biológicas. Además de todo esto investigaciones recientes sugieren que una parte de responsabilidad también puede recaer en el estado general de salud que se encuentre nuestro cuerpo, en concreto, nuestro sistema inmunitario.
En el año 1983 se observó que los pacientes con depresión tenían una disminución de la respuesta inmunitaria. En los años 90 se observó que la concentración en sangre de las citosinas en pacientes con depresión grave o mayor era superior a la media.
Estadísticamente las enfermedades crónicas, metabólicas, autoinmunes o cardiovasculares, se relacionan con un aumento del riesgo de padecer depresión y a su vez, en su mayoría, estas enfermedades presentan un componente inflamatorio que al parecer, perturba el funcionamiento del cerebro, afectando a los sistemas neuronales implicados en la regulación del estado de ánimo.
En el año 2008 se analizó a individuos con síndrome metabólico (exceso de peso, alteraciones en la tensión arterial y la concentración de colesterol e insulina) y se pudo comprobar que tenían más signos de depresión en comparación con el grupo de control. La relación entre obesidad, inflamación y depresión se confirmó en el año 2011 cuando se comprobó que una pérdida de peso sustancial (normalmente producida mediante cirugía bariátrica) se acompañaba de una mejoría en el estado psicológico de los sujetos. También según recientes investigaciones los pacientes con obesidad a los que se aplican terapias con efecto antiinflamatorio mejoran su sintomatología depresiva.
Un aminoácido que parece implicado en todo lo anteriormente mencionado es el triptófano, un aminoácido que se adquiere a través de los alimentos y se transforma por una enzima en serotonina, neurotransmisor que regula el estado de ánimo. Cuando existe inflamación relacionada con la obesidad, se producen citosinas. Las citosinas favorecen la degradación del triptófano por la enzima IDO, lo cual entraña un aumento de sus productos, entre estos la quinurenina, a expensas de síntesis de serotonina. De esta forma, las citosinas contribuyen a que se origine un estado depresivo.
Así pues, ciertas formas de depresión aparecen asociadas a otras enfermedades crónicas, como disfunciones metabólicas o cardiovasculares, y los procesos inflamatorios que conllevan.
Por ello además de la psicoterapia y el tratamiento farmacológico, la evidencia empírica parece indicar que puede ser útil poner el foco en la alimentación, por ejemplo, los alimentos ricos en ácidos grasos poliinsaturados como omega 3, hábitos de vida saludables y otros factores que hasta ahora no se estaban teniendo en cuenta.
¿Qué te parecen los resultados que arrojan estas investigaciones? ¿Sabías que los alimentos podían tener relación con nuestro estado de ánimo?
¡Si quieres saber más sobre temas relacionados con salud física y emocional sigue leyéndonos!