El cuerpo como medio para calmar la ansiedad
La ansiedad es un mecanismo de defensa del organismo frente a estímulos que son percibidos como amenazantes. Conlleva una serie de síntomas físicos y cognitivos que suelen ser experimentados de manera desagradable y angustiosa. Físicamente, la ansiedad suele localizarse como una presión en el pecho, con aceleración cardíaca, sudoración y tensión muscular, entre otras cosas.
Es posible que el enfrentarse a una situación ansiosa genere más confusión y malestar y no se sepa cómo actuar, lo que complica volver a un estado basal de tranquilidad. Es por ello que aquí proponemos una serie de ejercicios para calmar la ansiedad a través del cuerpo:
En primer lugar, toma tres inhalaciones diafragmáticas. Este tipo de respiraciones son profundas y lentas, con ellas hinchas la tripa, permitiendo que entre más aire en los pulmones. Aspira lentamente por la nariz, retén el aire en tus pulmones por diez segundos y espira por la boca. Céntrate en la sensación corporal de la respiración, cómo esta va entrando por las fosas nasales y recorre tus pulmones, relajándote. Haciendo esto tu cuerpo se destensará y logrará bajar el ritmo cardíaco. El objetivo es alcanzar un estado fisiológico incompatible con la ansiedad para que el cerebro deje de percibir como amenazante las señales del cuerpo y ayude a volver a la normalidad.
En segundo lugar, utiliza tus sentidos. Percibe tu cuerpo con atención, asimismo como lo que lo rodea. Puedes tocar un objeto cuyo tacto te sea agradable, una tela suave o algo cálido. Si no tienes nada a mano, puedes centrarte en la sensación de la ropa que llevas puesta en la piel, cómo te envuelve y te abraza. Asimismo, saborear algo dulce como el chocolate puede ser oportuno ya que activa el mecanismo de recompensa del cerebro, y esto genera placer, algo contrario a la ansiedad.
Por último, trata de atender a tus diversas necesidades biológicas: bebe agua, come algo, ve al baño. Esto tiene sentido ya que te centras en las necesidades más básicas del cuerpo, las cuales se dejan de lado durante los momentos de ansiedad. Esto, asimismo, es leído por el cerebro como algo incompatible con un estado de peligrosidad: si estuvieras en una situación de riesgo no podrías pararte a realizar estas pequeñas actividades.
El cuerpo puede ser una herramienta muy útil que nos ayude a bajar de nuevo a la tierra y a encontrar un equilibrio mental. No hay que desatender el papel que juega a la hora de los procesos ansiógenos: la mente y el cuerpo son indivisibles, lo que sucede en uno repercute en el otro. A través de las diversas técnicas corporales que aquí te proponemos puedes hallar la calma de nuevo.
Carlota Urgel