El olvido de uno mismo como núcleo de la depresión
Como seres biológicos y sociales que somos, el ser humano se va moviendo por el mundo en esa interacción entre su cuerpo y el entorno y la sensación de self o de identidad que se genera.
Cada organismo vivo tiene una serie de necesidades y se organiza de una determinada manera en función de su biología y del medio en el que habita. En este sentido, el resto de los animales lo tienen más fácil que nosotros: ellos conocen bien sus límites y también, sus necesidades, de tal manera que simplemente se mueven guiados por ellas.
En el ser humano, por el contrario, este proceso se complejiza un poco. Los límites de la existencia humana dejan de estar tan claros -por no decir que no están nada claros- y la resolución de nuestras necesidades suele estar muy entorpecida por nuestros aprendizajes implícitos y explícitos sobre uno mismo, los otros, mi yo en relación con los otros y mis expectativas sobre el mundo. Es decir, en la vida humana, nos encontramos con dos grandes desafíos:
- Construir unos límites, un sentido, una dirección, un marco de referencia donde me pueda encontrar cómodo. Esto es algo dinámico, constante, flexible a la situación y el momento vital.
- Conectar con nuestras necesidades, con lo que es importante para nosotros, con el self y usarlo como brújula en el mundo. Este segundo desafío requiere desconectarse un poco de la razón y conectarse un poco más con la emoción, con lo que soy aquí y ahora, con lo que me está pasando y lo que necesito.
Son dos grandes desafíos, pero desde luego son esenciales para conectarse con uno mismo, con lo que es relevante para mí y moverme hacia ello. Cuando es así, la depresión, la indefensión, la desesperanza, la apatía y la anhedonia no tienen razón de ser en nuestra vida. Por el contrario, cuando no consigo sortear estos dos desafíos emerge una sensación de olvido de uno mismo hasta llevarte hacia lo que llamamos depresión.
¿Tiene una dirección tu vida? ¿te das lo que necesitas? ¿te prestas atención para ello?
Aitana Navia López.