¿Es la negación de sufrimiento un camino a la frustación?

La baja tolerancia a la frustración es uno de los elementos que más condicionan la manera en que una persona se desenvuelve en el mundo y reacciona a aquello que le ocurre. A lo largo de nuestra vida nos encontramos con situaciones injustas, tenemos que lidiar con expectativas frustradas y aceptar que hay cosas que escapan a nuestro control. Esto puede resultar frustrante y doloroso, pero la interpretación que hacemos de ello y nuestra capacidad para sostenerlo determinará la manera en que lo encajemos y afrontemos. A veces no conseguimos el resultado por el que tanto tiempo hemos trabajado, aparece una enfermedad, sufrimos una pérdida o no somos correspondidos en el amor. Son unos pocos ejemplos de situaciones que debemos aceptar, y con ello la frustración que conllevan. En una sociedad en la que todo está a un click de distancia y somos criados con la idea de que todo es posible y podemos conseguir lo que nos propongamos únicamente con desearlo, la tolerancia a la frustración y al sufrimiento brillan por su ausencia, porque son pocos los momentos en los que no obtenemos aquello que ansiamos.

Crecemos con el mensaje de que podemos diseñar un mundo hecho a nuestra medida. En las redes sociales creamos una vida ficticia en la que todo es bonito, fácil y maravilloso, en la que no existe el sufrimiento y siempre estamos felices. Vemos productos y campañas de publicidad con mensajes como “hoy voy a conseguir todo lo que me proponga”, “si quieres, puedes” o “los límites son sólo los que tú te impongas”. ¿Son negativos este tipo de mensajes en sí mismos? La positividad, la esperanza y la ilusión son actitudes beneficiosas para la persona en tanto en cuanto no le hagan perder la perspectiva de la realidad o la capacidad de afrontar las dificultades. No se trata de tener una visión negativa del mundo ni de dejarlo todo en manos de la suerte. El esfuerzo, la constancia y la motivación son elementos clave para la consecución de los objetivos. Sin embargo, debemos ser conscientes de que no depende únicamente de nosotros que las cosas salgan como deseamos.

La baja tolerancia por parte de los padres al sufrimiento o enfado de los hijos en ocasiones puede hacer que estos no les permitan desarrollar estrategias para sostener el sufrimiento y la frustración, movidos por una evitación de su propia angustia más que por la búsqueda del bien de sus hijos. Es normal que queramos niños felices, satisfechos y adaptados, pero también es responsabilidad de los padres enseñarle a sus hijos cómo funciona el mundo, cómo convivir en sociedad y cómo relacionarse consigo mismos y con sus iguales, y eso implica en sí mismo aceptar límites. La manera en que los padres les ayuden a sostener estas situaciones, dándoles apoyo, ayudándoles a interpretarlas y dotándolos de estrategias de afrontamiento, les permitirá desenvolverse en el mundo con mayor seguridad en sí mismos y capacidad para sobrellevar lo que se les presente a lo largo de la vida.

¿Es posible una vida sin sufrimiento? Por desgracia, y como psicóloga es algo que me esfuerzo en recordar, no lo es. Lo que sí es posible es desarrollar estrategias que nos permitan afrontar ese sufrimiento de manera adaptativa, aceptando aquello que no podemos cambiar y orientando nuestros esfuerzos a mejorar aquello que sí podemos. Como dijo Carl Gustav Jung, “lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma.”

 

Lucía Beltrán de Casso

 

 

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN:

 

  1. ¿Cómo afrontas situaciones difíciles?
  2. ¿Cómo gestionas la frustración?
  3. ¿Crees que los límites son negativos?
  4. ¿Cómo crees que la sociedad nos educa en afrontar el sufrimiento?

 

BIBLIOGRAFÍA:

 

Simon Sinek on Millennials in the Workplace