El trabajo con personas que han vivido experiencias traumáticas puede ser profundamente gratificante, pero también emocional y psicológicamente desafiante para los profesionales de la salud mental. Los terapeutas se enfrentan a la constante exposición al dolor emocional, lo que puede llevar a una acumulación de estrés, fatiga por compasión y desgaste profesional, conocido como burnout. Por ello, el autocuidado es esencial no solo para el bienestar personal del terapeuta, sino también para mantener la eficacia y calidad del tratamiento.
El impacto del trauma en los terapeutas
Los terapeutas que trabajan con trauma están expuestos a lo que se conoce como traumatización secundaria o traumatización vicaria. Estos términos se refieren a la experiencia de estrés y agotamiento que sufren los profesionales al absorber las emociones intensas de sus pacientes y al estar continuamente en contacto con relatos traumáticos. Según la investigación, hasta un 50% de los terapeutas que tratan con trauma experimentan síntomas de traumatización secundaria, que pueden manifestarse en forma de ansiedad, insomnio, agotamiento emocional y una disminución en la capacidad de sentir empatía.
Además, los terapeutas pueden desarrollar lo que se llama fatiga por compasión, que es el agotamiento emocional causado por la constante empatía que se requiere para trabajar con personas traumatizadas. Si no se aborda, esto puede derivar en el síndrome de burnout, que implica agotamiento emocional, despersonalización y una disminución del sentido de logro personal.
Estrategias de autocuidado esenciales
El autocuidado es una parte integral del trabajo terapéutico, y va más allá de simples actividades de relajación. Se trata de mantener una higiene psicológica y adoptar prácticas que preserven el equilibrio emocional y físico del terapeuta. A continuación, se presentan algunas estrategias clave:
- Supervisión y apoyo profesional: La supervisión regular con colegas o supervisores es crucial para evitar la sobrecarga emocional. El apoyo de otros terapeutas permite ventilar las emociones difíciles y obtener nuevas perspectivas sobre los casos. Estudios han demostrado que los terapeutas que reciben supervisión regular reportan niveles más bajos de estrés y burnout.
- Desconexión deliberada: Establecer límites claros entre la vida personal y profesional es vital. Los terapeutas que trabajan con trauma deben aprender a desconectar mentalmente del trabajo al final de cada día. Esto puede implicar prácticas como el mindfulness, meditación, o actividades recreativas que permitan el descanso mental. La desconexión consciente reduce la posibilidad de llevar las historias traumáticas a la vida personal.
- Autoconocimiento y manejo de emociones: Es fundamental que los terapeutas mantengan un alto nivel de autoconciencia respecto a sus propios estados emocionales. Al trabajar con trauma, es fácil que las emociones propias se mezclen con las de los pacientes, lo que puede aumentar la tensión emocional. El manejo de emociones a través de la autorreflexión, la terapia personal o el uso de técnicas de regulación emocional es esencial para mantener la claridad y la estabilidad.
- Establecer rutinas de autocuidado físico: El estrés emocional afecta directamente al cuerpo, y es importante que los terapeutas prioricen su salud física. El ejercicio regular, la alimentación saludable y un sueño adecuado son pilares del bienestar. El autocuidado físico no solo mejora el estado físico, sino también el emocional, proporcionando una mayor resiliencia frente a la fatiga por compasión.
- Crear una red de apoyo personal: Fuera del ámbito laboral, los terapeutas también necesitan mantener relaciones personales saludables que les brinden apoyo emocional. Tener amigos y familiares con quienes puedan relajarse y compartir experiencias cotidianas, sin involucrar los aspectos dolorosos del trabajo, es una forma crucial de mantener el bienestar general.
La importancia de la terapia personal para terapeutas
Para aquellos que trabajan con trauma, la terapia personal es una herramienta valiosa. Al estar en contacto constante con el sufrimiento ajeno, los terapeutas pueden necesitar un espacio seguro donde procesar sus propias emociones. La terapia permite a los terapeutas desahogar tensiones, identificar posibles puntos ciegos y desarrollar estrategias para mantener su equilibrio emocional. Un estudio de 2020 encontró que los terapeutas que participan en su propia terapia reportan niveles más bajos de burnout y una mayor satisfacción laboral.
Así, el autocuidado es una responsabilidad profesional y personal ineludible para los terapeutas que trabajan con trauma. No solo protege su bienestar emocional, sino que también garantiza que puedan brindar un tratamiento de calidad a sus pacientes. Implementar estas estrategias es fundamental para evitar el desgaste y la traumatización secundaria. Un terapeuta que cuida de sí mismo está en mejores condiciones de cuidar a los demás.
Referencias:
- Figley, C. R. (1995). Compassion Fatigue: Coping with Secondary Traumatic Stress Disorder in Those Who Treat the Traumatized. Brunner-Routledge.
- Pearlman, L. A., & Saakvitne, K. W. (1995). Trauma and the Therapist: Countertransference and Vicarious Traumatization in Psychotherapy with Incest Survivors. Norton & Company.
- Radey, M., & Figley, C. R. (2007). The social psychology of compassion. Clinical Social Work Journal, 35(3), 207-214.
- Maslach, C., & Leiter, M. P. (2016). Burnout: A Review of Theory and Research. Annual Review of Psychology, 52(1), 397-422.
- Sabin-Farrell, R., & Turpin, G. (2003). Vicarious traumatization: Implications for the mental health of health workers?. Clinical Psychology Review, 23(3), 449-480.
- Salston, M., & Figley, C. R. (2003). Secondary traumatic stress effects of working with survivors of criminal victimization. Journal of Traumatic Stress, 16(2), 167-174.
- Cunningham, M. (2004). Impact of Trauma Work on Social Work Clinicians: Empirical Findings. Social Work, 48(4), 451-459.