Estilos Parentales
La ansiedad es una de las patologías más comunes en la población infanto-juvenil, aproximadamente la mitad de las consultas de Psiquiatría infantil, están relacionadas con trastornos de ansiedad y aproximadamente entre el 5 y el 10% de las visitas al Pediatra. El núcleo familiar constituye el entorno más importante para el crecimiento de los niños en sus primeros años de vida. El contexto familiar constituye la base sobre la que el niño desarrolla sus habilidades, conductas de supervivencia y convivencia, y también la personalidad. Con respecto a esto, los expertos señalan un factor decisivo en el desarrollo del niño; el estilo educativo o parental.
El estilo educativo parental, podríamos definirlo como el conjunto de actitudes que tiene la figura de cuidado (los padres) acerca del niño, que le son trasmitidas al mismo y que, de forma agrupada, estas actitudes crean un clima emocional en el que se plasman las conductas de los padres. Estas conductas engloban, por un lado, a aquellas conductas mediante las cuales, los padres despliegan sus «tareas» paternales de cuidado y educación; y por otro lado, aquellas que poseen otro carácter; demostraciones de cariño, variaciones del tono de voz, gestos, etc…
Diferentes investigaciones han podido comprobar que un estilo educativo sobreprotector de los padres y madres es una de las causas de los trastornos de ansiedad en los hijos y puede ser un factor que los empeora.
Algunas conclusiones a las que han llegado diferentes investigaciones son:
- Aquellos niños que se desarrollan en ambientes familiares disfuncionales, es decir: con conflictos entre los padres, sobreprotección en la crianza, un apego hostil, falta de demostraciones de afecto y percepción negativa de la crianza; son más propicios al desarrollo de ansiedad.
- La experimentación de ansiedad por parte de los padres, constituye un factor de riesgo para que los niños también la desarrollen.
- Los padres ansiosos, tienden a mostrar mayor control y dificultar la independencia de los hijos, lo que provoca una disminución en el desarrollo de las habilidades sociales de los niños.
En definitiva, entendemos que a veces las conductas de sobreprotección hacia los hijos son con buena intención, el objetivo último, es evitar que corran riesgos o sufran innecesariamente. Sin embargo, ésta constituye un arma de doble filo, es decir, a través de la sobreprotección, hacemos débiles y dependientes a nuestros hijos, pues interferimos en el proceso de aprendizaje y adquisición de herramientas y habilidades sociales, emocionales y cognitivas que necesitará el niño para ir enfrentándose a los problemas que le irán surgiendo a lo largo de su vida.
¿Experimenta altos niveles de ansiedad?, ¿Esto influye en la crianza de tus hijos? ¿Crees que eres demasiado sobreprotectores con sus hijos? ¿Tu hijo experimenta ansiedad?
MAIJ