Estrés crónico

El estrés es una de las vivencias más comunes de nuestro tiempo. Suele surgir ante situaciones en las que las demandas externas o internas superan los recursos de la persona.

Ante esta situación, el organismo se moviliza produciendo una serie de cambios orgánicos, entre ellos la liberación de cortisol.

Cuando esta reacción es puntual, el proceso es adaptativo ya que ayuda a la persona a adaptarse a los cambios y demandas y reestablecer el equilibrio.

Sin embargo, cuando el estado de activación se alarga en el tiempo, surge el estrés crónico, es decir, se cronifica provocando problemas orgánicos y psicológicos a la vez que puede afectar a una o varias áreas de la vida de la persona.

Síntomas del estrés crónico

Cuando el estrés está presente de forma continuada se produce un agotamiento físico y psicológico que causan gran malestar en la persona provocando además grandes limitaciones

Los signos más comunes del estrés cronificado incluyen

  • A nivel emocional: Irritabilidad, enfado, ansiedad, inquietud, confusión, concentración disminuida, pérdida de intereses, apatía y depresión
  • A nivel muscular: dolores de cabeza tensionales, de espalda, de mandíbula, y tirones musculares.
  • A nivel orgánico: problemas estomacales como reflujo, flatulencia o diarrea, presión sanguínea elevada, aceleración del ritmo cardiaco, palpitaciones, mareos, problemas de la piel, manos y pies fríos, sensación de ahogo y dolor de pecho, problemas autoinmunes.
  • A nivel conductual: empeoramiento de los hábitos de alimentación y sueño, tics nerviosos, bruxismo u otros problemas bucales, llanto descontrolado, aumento del consumo de sustancias o medicamentos.

Un ejemplo de estrés cronificado en el área laboral es el síndrome de burnout y conlleva un sufrimiento continuado con graves consecuencias físicas y emocionales que requieren de un tratamiento coordinado y multidisciplinar.

Por estas razones es muy importante aprender a manejar el estrés crónico y utilizarlo como una herramienta a nuestro favor, evitando que se vuelva en nuestra contra. De esta manera, el proceso terapéutico permite detectar el origen de los factores estresantes, potenciar los recursos de la persona, y reorientar el comportamiento para adaptarse al entorno de forma saludable.

Problemas de adaptación por el estrés crónico

La falta de adaptación a uno o varios factores de estrés identificables, provoca síntomas emocionales y/o comportamentales que se desarrollan en los meses siguientes al inicio del estresor.

Estos pueden incluir:

  • Malestar intenso y persistente que no permite la correcta adaptación, solución o aceptación de la situación.
  • Estados de ánimo depresivos y/o ansiosos en relación a la aparición y mantenimiento del estresor.

Vivimos en una sociedad que está en constante cambio y exige de nosotros una adaptación continua a numerosas situaciones que en ocasiones, nos superan. Acostumbramos a vivir en una zona de seguridad y aparente control de la que en ocasiones querríamos poder no salir nunca, y sin embargo, eso no es posible.

Por esta razón, y otras, aparece este malestar asociado al cambio. La terapia es una vía de acercamiento a la realidad del cambio, acompañando a la persona durante el proceso, proporcionando la seguridad y estabilidad necesarias para una correcta adaptación.

Trastorno por estrés postraumático

Los trastorno de estrés postraumático, se desarrollan tras haber estado expuesto a la muerte, a una lesión grave, a violencia, o cualquier otra experiencia traumática. También se puede desarrollar por haberse sentido amenazado de forma traumática, sin haber llegado a estar expuesto.

Consiste en la presencia de varias (sino todas) de las siguientes características, que aparecen después del suceso traumático:

  • Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso
  • Sueños angustiosos recurrentes dónde el contenido o estado emocional está relacionado con el suceso
  • Reacciones disociativas, que consisten en la pérdida de contacto con la realidad, actuando o sintiéndose como si se repitiera el suceso traumático.
  • Malestar psicológico y/o fisiológico intenso o duradero al exponerse a factores internos o externos que se parezcan o representen aspectos del suceso traumático.
  • Evitación persistente de estímulos externos, recuerdos, pensamientos, y/o sentimientos asociados al suceso.
  • Alteración significativa del estado de ánimo (estado de alerta aumentado, creencias negativas persistentes y exageradas, percepción distorsionada persistente de la causa o consecuencias del suceso, estado emocional negativo persistente, disminución de intereses, desapego, incapacidad de experimentar emociones positivas)

Como se ha descrito en las características, un síntoma central en el TEPT es la evitación de los recuerdos y estímulos asociados. Esto suele complicar la búsqueda de ayuda por miedo a tener que hablar del suceso y que el malestar empeore.

Sin embargo es importante tener en mente que el objetivo principal y central de la terapia será la reducción del malestar de la persona y la adaptación a su vida con normalidad. Además el proceso de tratamiento es de mucha amabilidad y respeto del proceso de cada persona de manera que las heridas se vayan curando poco a poco.

Finalmente la terapia proporciona un espacio de contención, seguridad y apoyo, factores fundamentales para el abordaje de los contenidos traumáticos.

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