Frases positividad tóxica y sus consecuencias
Por: Anet Diner
Según la Real Academia Española de la Lengua (RAE), una persona positiva es aquella que se “inclinada a ver el lado favorable de las cosas, optimista”. La positividad tóxica es una positividad sin base en la realidad. Por ejemplo una persona que piensa que va a tocarle la lotería, aunque no haya jugado, o una persona que piensa que le va a ir bien en un examen aunque no haya estudiado. Y esto solo por haber pensado positivo.
Hace unas décadas Martín Seligman popularizó el término de “psicología positiva”. En una de sus conferencias dijo que la psicología necesitaba dar un nuevo paso para estudiar desde un punto de vista científico, todo aquello que le hace feliz al ser humano. En su libro The Optimistic Child, explicó que el pesimista no nace, sino que se hace; que «aprendemos a ser pesimistas» por circunstancias de la vida. Sin embargo, también comentaba que podemos cambiar ese pesimismo y transformar nuestros pensamientos negativos en otros más positivos.
El término de “psicología positiva” y todo lo que Seligman hablaba en sus conferencias se ha tergiversado con el tiempo. Muchas personas lo han promovido con las mejores intenciones teniendo en cuenta los beneficios que puede tener para la salud mental incluso física de las personas.
Lo que ha pasado es que está malinterpretación de la psicología positiva ha derivado en una positividad tóxica, que sería un mundo perfecto donde nada nos hace daño, donde nada sale mal y donde con solo pensar positivo podemos cambiar nuestras circunstancias, abandonar la tristeza, salir de la depresión o dejar de lado la ansiedad y otros problemas.
Las frases de está positividad tóxica serian: «no te preocupes, o atraerás lo que más temes”, «no dejes espacio a los pensamientos negativos», , “podría ser peor, encuéntrale el lado positivo», «no estés triste/no te enfades, agradece todo lo bueno que tienes en tu vida».
Este optimismo en exceso puede potenciar las ideas disparatadas, como: “todo va a salir bien”, “a las personas buenas siempre les va bien”. También incluimos frases absolutistas como siempre, todo, nada, por ejemplo: “con entusiasmo todo es posible”, “¡vas a poder con todo!”, “si te lo propones, lo cumples”, “si está en tu mente puedes hacerlo realidad”, “todo tiene un lado positivo” o “querer es poder”.
La positividad tóxica nos impone el pensar positivamente como la única forma de solucionar nuestros problemas, exigiéndonos que evitemos, ignoremos o neguemos pensamientos negativos y también que no expresemos nuestras emociones negativas. Está positividad nos quiere hacer creer que podemos darle un giro positivo a todas las experiencias de nuestra vida, incluidas las trágicas o muy dolorosas.
Cuando el exceso de optimismo nos lleva a perder un poco el contacto el mundo real, podemos llegar a tomar decisiones poco asertivas generen un daño, tanto a nosotros como a los demás, podríamos tomar decisiones basadas en una sobre confianza y no en una realidad, basadas solo en que por pensar positivo todo ira bien. Si cuando tomamos una decisión ignoramos los posibles errores, las propias limitaciones o el azar, estaremos expuestos a la decepción y a la frustración mucho más que si tomamos una decisión más realista.
Es cierto que el poder que tenemos con nuestra mente es muy grande, que lo que hacemos con ella puede jugar, y mucho, a nuestro favor. Sin embargo, no es decisivo que tengamos siempre con una mentalidad optimista. Es ahí cuando se da la positividad tóxica. Debemos aprender de los fracasos, aprender a no negar o reprimir nuestras emociones, porque eso puede hacernos daño, también aprender de nuestras malas decisiones y de nuestros errores.
Además, la positividad tóxica nos invita a ser menos estrictos con los límites o a no establecerlos. Nos hace ser menos prudentes o dedicar tiempo a elaborar planes alternativos por si el principal no funciona. Ignorar de manera absoluta, lo negativo puede empeorar nuestra calidad de vida. Lo importante es el equilibrio, una dosis de optimismo que nos ayude a proyectarnos y a trazar metas, en el presente, hacia el futuro.
Para prevenir la positividad tóxica:
Es importante encontrar un equilibrio entre pensar positivo y ser realistas, contrastar nuestros deseos con nuestras posibilidades reales. También hay que validar nuestras emociones y sentimientos, ser conscientes e intentar ver las cosas de manera objetiva.
A demás nos puede ayudar: Entender que podemos fracasar y utilizar los fracasos como oportunidades y como aprendizajes. Ser sinceros con nosotros mismos, aceptar nuestros defectos y nuestras limitaciones. Tener expectativas sensibles y adaptadas a nuestras circunstancias. Y si necesitamos tomar una decisión hacer una lista de pros y contras con la dosis necesaria de optimismo y realismo.