“Para mí, el burnout es la sensación de no llegar”
(Anónima, abril 2024).
Estas son las palabras de una paciente con este síndrome. Para comprender el síndrome de burnout es necesario tener en cuenta el estrés laboral, dado que es el trasfondo de este trastorno, que de forma constante y crónica, el individuo haya en el entorno laboral (Maaslar, 1993).
La vida, cada vez más rápida debido a las altas tecnologías, hace que cada despertar suponga un reto. Este reto consiste en trabajar, relacionarse con amigxs y familia, cuidar emocional o físicamente de quien lo necesite, mantener tu hogar limpio y ordenado, comer de forma saludable, atender las redes sociales, hacer deporte… Podríamos seguir describiendo tareas que la sociedad del siglo XXI considera que se deben de hacer de forma diaria. ¿Y qué ocurre si el trabajo comienza a ocupar todo el tiempo?¿Cómo podemos enfrentarnos las personas a esta situación? Una de las herramientas con las que podemos lograrlo es la autocompasión.
La autocompasión (Neff et al., 2007) se define como la actitud hacia uno mismo de amabilidad, comprensión y no crítica que puede surgir en situaciones de amenaza y/o estrés. Es un recurso adaptativo, ya que el afrontamiento de los errores o de situaciones adversas será con mayor probabilidad exitoso.
Una baja autocompasión también puede verse como factor de riesgo para este síndrome. El hecho de no tratarnos con amabilidad, darnos tiempo a nosotros mismos, cuidarnos ante el estrés etc es lo que en ocasiones nos hace caer en el síndrome de burnout. A su vez, si observamos una baja autocompasión en los pacientes, se puede interpretar como un síntoma más del burnout, ya que al padecer el síndrome las conductas no compasivas con uno mismo se ven intensificadas. Es por ello que el rol de la autocompasión es distinto según en qué momento se aborde el paciente.
Cómo reconocer el síndrome de burnout
Podemos apreciar ciertos síntomas que son muy salientes en las personas con este síndrome, los cuales han sido extraídos de Javier Lovo (2020). En primer lugar, los signos de tipo cognitivo que destacan son la pérdida de sentido y valores, dificultad en la concentración y aumento de la crítica. Los signos somáticos más presentes son el insomnio, las palpitaciones, los problemas digestivos y la hipertensión. Entre las conductas más repetidas encontramos el absentismo, sobreimplicación, pérdida de la responsabilidad, desvalorización, perfeccionismo infinito etc.
Cómo tratar la autocompasión en terapia
Es muy importante al iniciar una actividad o tarea en sesión, psicoeducar a las personas sobre lo que se va a trabajar. En este caso, se podría explicar lo que es la compasión, para luego ya introducir el prefijo “auto”. Como probablemente el paciente ya comprenda el término, podemos reflexionar junto a él sobre su significado y poner ejemplos en los que se esté poniendo en práctica, ya sean reales o imaginarios. Podemos utilizar la explicación de Gilbert y Procter (2006): Las personas que practican la autocompasión son plenamente conscientes de su bienestar y muestran sensibilidad y empatía hacia el sufrimiento de los demás. Son capaces de aceptar el dolor sin juzgar ni criticar su propia situación y entienden las razones detrás de ese dolor, tratándose con amabilidad y calidez.
Para ponerla en práctica se pueden usar las siguientes tareas: ser compasivos con los demás u observar y reconocer la compasión en interacciones ajenas es más sencillo que hacerlo con nosotros mismos, por ello, se puede trabajar desde la tercera persona. Un buen ejercicio consiste en usar “la silla vacía” y dirigir un mensaje compasivo a ti mismo. También se puede usar la tercera persona elaborando escritos; una carta a ti mismo en la que te pidas compasión y comprensión a esa “parte” de tu cabeza que te critica o juzga, por ejemplo, una carta al jefe imaginario que no te permite parar de trabajar hasta cierta hora del día.
¿Qué no es la autocompasión?
Aunque tras este texto pueda parecer que la autocompasión es fácil de identificar, la realidad es que se tiende a confundir con algunas actitudes en nuestros pacientes. Hay que tener en cuenta que la autocompasión no es autoestima, ya que en esta no hay juicios, la persona se reconoce y se valora en su contexto personal. La autocompasión tampoco es pena por uno mismo, no hay pérdida de la dignidad sino hay una comprensión de los límites como algo externo a la persona. La autocompasión no es ser conformista con uno mismo, no es tirar la toalla al esfuerzo o a la superación personal, es ser consciente de tus capacidad y estar orgulloso de ellas.
Clara Mazo
Referencias
- Gilbert, P. y Procter, S. (2006). Compassionate mind training for people with high shame and self-criticism: overview and pilot study of a group therapy approach. Clinical Psychology & Psychotherapy, 13(6), 353–379. https://10.1002/cpp.507
- Instituto Nacional de Estadística (2023). Nivel medio de estrés laboral según sexo y situación laboral. Recuperado del Instituto Nacional de Estadística.
- Lovo, J. (2020). Síndrome de burnout: Un problema moderno. Entorno, (70), 110–120.
- Maslach, C. (1993). Burnout: A multidimensional perspective. En W. B. Schaufeli, C. Maslach y T. Marek (eds.), Professional burnout: Recent developments in theory and research (pp. 19–32). Taylor & Francis.
- Neff, K. D., Kirkpatrick, K. L. y Rude, S. S. (2007). Self-compassion and adaptive psychological functioning. Journal of Research in Personality, 41(1), 139–154. https://10.1016/j.jrp.2006.03.004
- Neff, K. D. y McGehee, P. (2010). Self-compassion and Psychological Resilience Among Adolescents and Young Adults. Self and Identity, 9(3), 225–240. https://10.1080/15298860902979307