La escalada de violencia en situaciones de maltrato – David Preciado

La violencia, entendida como uso de la fuerza para lograr un medio, ha estado siempre presente en las relaciones humanas y en la sociedad. Y si actualmente queremos que eso cambie debemos entender por qué ocurre, a fin de prevenirla.

Dado que este tema seria muy amplio para reducirlo en un solo artículo, vamos a centrarnos aquí en un tipo de violencia que genera una gran alarma social y que supone un problema estructural en la actualidad, que es la violencia contra la mujer, específicamente el maltrato físico que la mujer sufre a manos de su pareja.

Las mujeres siguen sufriendo la violencia física, a pesar de que nuevas formas de violencia hayan surgido adaptadas al siglo XXI, y nos encontramos con que en este 2022 ya han sido 7 las mujeres asesinadas por sus parejas. Entender cómo se llega a producir este tipo de violencia puede ser de ayuda a la hora de combatirla.

El maltrato físico en la pareja se entiende como un acto de violencia física del agresor a la víctima, en la que el primero termina atacándola motivado por una agresividad incontrolable. La agresividad puede entenderse como premeditada o pasional en función de si ha sido sopesada o está motivada por un impulso del momento.

Así el maltrato doméstico se entiende como violencia pasional al ser una respuesta derivada de una gran ira sentida por el agresor. Pero que sea impulsiva no quiere decir que ocurra al azar o sea un acto puntual. Detrás de este tipo de violencia existe un patrón observable de escalada de la agresividad, que puede durar largos períodos de tiempo y que representa realmente la historia completa de la situación de maltrato.

Lenore Walker describió en 1979 el ciclo de maltrato en tres fases. La primera, la fase de construcción de la tensión, representa el tiempo en el que la pareja ejerce una violencia menor, como puede ser el abuso verbal, y que progresivamente irá aumentando con el tiempo. Aquí la pareja manipula a la mujer desviando la responsabilidad del maltrato a causas externas, como el trabajo, o al propio comportamiento de la mujer. Así la mujer tratará de cuidar y evitar poder enfadar a su pareja, fracasando pues al no ser ella la responsable de la violencia, no tiene poder para frenarla. Estos sucesos ocurren hasta que se alcanza la segunda fase, el incidente de maltrato agudo. Esta puede ser la fase más corta pero también la más peligrosa para la integridad de la mujer ya que es cuando el maltratador expresa una violencia incontrolada y severa contra ella. En estos casos, la mujer puede incluso no reportar las heridas o minimizarlas viéndose sorprendida y siendo consecuente con su actitud previa frente al maltrato. Aun así, este incidente destaca por su gravedad, por lo que la tercera y última fase, la de luna de miel, consistirá en que el maltratador tratará de enmendar el error, mediante el chantaje y la manipulación, rogándole el perdón, haciéndole regalos, cargándole la culpa de las agresiones o prometiendo que no volverá a ocurrir. Si la mujer no logra abandonar a su pareja, y continua con él, este ciclo puede volver a darse una y otra vez.

La escapatoria de la relación puede no ser una tarea tan sencilla como pueda percibirse desde fuera. La relación de maltrato ha afectado enormemente a la víctima, así como a su salud mental. Una de las causas comunes es el estado de indefensión aprendida, en la que una desesperanza invade a la mujer que siente que no hay ninguna forma de librarse del maltrato, quedando atrapadas. Además, está impotencia puede alimentarse a raíz de la destrucción de la falsa esperanza que se creó durante la fase de la luna de miel.

Como vemos, más allá de las situaciones graves de maltrato físico existe todo un patrón de fondo que precipita y alimenta su presencia. Para poder cambiar el resultado y cortar el ciclo es necesario de un cambio de actitud en la mujer en el que pueda empoderarse y ser capaz de romper con dicha relación. Pero esto no es tan sencillo de lograr, detrás de estas relaciones se encuentra un profundo aprendizaje social, en el que este modelo de relación se normaliza y es requisito si se quiere obtener el afecto de otra persona. Por ello es importante una reflexión colectiva y un replanteamiento de la forma en la que enseñamos las relaciones interpersonales y la dignidad de las personas.

Preguntas:

¿Es este patrón el caso llevado al límite de un modelo de relación afectiva típico en la sociedad?

¿Qué podría serle de ayuda a una mujer en dicha situación para salir de ese contexto?

¿Cómo pueden las autoridades ayudar a las víctimas y prevenir las agresiones?

Referencias:

Conner, K., Swogger, M. y Houston R. (2009). A test of the reactive aggression-suicidal behavior hypothesis: is there a case for proactive aggression? Journal Abnormal Psychology; 118(1), pp. 235-240.

Hill, G. y Hill, K. (2002). The people’s law dictionary: taking the mystery out of legal language. New York, NY: MJF Books.

Lloria, P. (2020). Violencia sobre la mujer en el siglo XXI. Violencia de control y nuevas tecnologías. Habitualidad, sexting y stalking. Madrid: Iustel Publicaciones.

Wilson, J. (2019). Cycle of Violence. The Encyclopedia of Women and Crime, pp. 1-5. doi:10.1002/9781118929803.ewac0083