La medicalización

El tratamiento farmacológico comprende uno de los pilares básicos en los que hoy en día se sustentan los tratamientos en salud mental. Siendo este una parte fundamental que claramente aporta beneficios, también se pueden observar claras desventajas en su uso. Todo depende del caso con el que nos encontremos, pero generalmente, el uso de fármacos suele ser la forma fácil y rápida de llegar a una meta en la que luego seguramente la persona no pueda celebrar que ha llegado. Sin embargo, aunque la psicoterapia es un camino más complejo y más largo, a largo plazo será más efectivo, ya que la persona habrá conseguido desarrollar sus propias herramientas de gestión emocional, solución de problemas, habilidades sociales y de relación, etcétera; además, el cerebro tiene una gran cualidad, la neuroplasticidad, la cual se pone en marcha con el uso activo del mismo, cosa que con los psicofármacos no ocurre, ya que solo te proporcionan de manera endógena aquello que te “falta”, pero que no “fabricas” tú mismo. El fármaco sirve como coadyuvante del tratamiento psicoterapéutico. Realiza una función psico-fisiológica que el cerebro no está siendo capaz de hacer por sí mismo a nivel de neurotransmisores. Sin embargo, el cambio real se producirá a nivel psicoterapéutico, que hará que a posteriori los niveles de neurotransmisores se vayan compensando para no necesitar del fármaco.

Teniendo esto en cuenta, sorprende que la mayoría de las veces sea el tratamiento farmacológico la primera línea de intervención que se aplica a un paciente. El tratamiento de elección siempre debe ser el tratamiento psicoterapéutico. Pasado un tiempo prudencial, si no se han producido cambios beneficiosos o, en su defecto, resultados en el proceso del paciente, entonces se pasaría a poner en marcha un tratamiento combinado de farmacología y psicoterapia, pero nunca tratamiento farmacológico aislado. El tratamiento farmacológico aislado de la psicoterapia es como poner una tirita sin curar la herida; dejas de verla, pero sigue estando, y además, como no las has curado, cuando quites la tirita estará aún más infectada.

Existen claras ventajas que la farmacología aporta a según que trastornos mentales. En el caso de trastornos más graves a nivel cerebral como la esquizofrenia, son esenciales para poder gestionar de mejor manera los síntomas positivos que aparecen. Sin esa regulación seguramente no se podría empezar a trabajar con la persona en el resto de las áreas para que pueda volver a tener una vida adaptada. En caso de depresiones mayores o de trastornos de ansiedad también son importantes. Pero el último paso a mirar siempre será la retirada del psicofármaco, nunca un uso crónico del mismo.

Lo que claramente parece estar fomentando cada vez más la prescripción de fármacos en lugar de acudir a psicoterapia es la falta de recursos de salud mental en la sanidad pública. La falta de psicólogos en atención primaria que puedan cribar y detectar la problemática y la necesidad del paciente es esencial. Que existan más plazas de psicólogos en los hospitales trabajando de la mano de los psiquiatras para que exista un plan conjunto de tratamiento y así regular mejor la cantidad de fármaco que muchas veces esta descontrolado y/o desproporcionado. La consulta de psicoterapia en la sanidad pública a la que poder acudir a recibir tratamiento psicoterapéutico es una de las cosas de mayor necesidad, ya que muchas personas y familias no pueden permitirse el coste de una psicoterapia privada.

¿Es el sistema actual de salud mental público el culpable de la alta tasa de medicalización actual? ¿Se debería de crear desde cero un nuevo sistema de salud mental en la sanidad pública que cubra todas las necesidades reales de las personas?