La salud mental en perspectiva
Hacia el año 1879, el médico y psicólogo Wilhelm Wundt fundó lo que se conoció como el primer laboratorio de psicología experimental, hito que se reconoce como la génesis de la psicología misma. 142 años han pasado desde ese entonces, y la psicología como ciencia se ha ido transformando a partir de la observación y el estudio de los modelos y técnicas implementadas desde sus inicios, y el análisis de su alta o baja efectividad en el tratamiento de diferentes alteraciones del comportamiento.
Sin embargo, al día de hoy, más de un siglo después del origen de la ciencia que estudia los procesos mentales y el comportamiento, pareciera que la salud mental carece de relevancia en nuestra sociedad. Algunos de los titulares de diversos artículos rezan: “Un informe muestra las carencias de España en salud mental: hay tres veces menos psicólogos que la media de Europa”[1], “En España hay 0,55 psicólogos por cada mil habitantes”[2], o “¿Acudir a un psicólogo? Solo un 10% de los españoles se lo plantea”[3].
Un artículo del Consejo General de la Psicología de España expone que “estos datos evidencian la escasez de psicólogos en España, especialmente, la carencia de psicólogos clínicos, una situación que ha venido poniendo de relieve el Consejo General de la Psicología y cuyas consecuencias, tal y como advirtió hace unos meses el Defensor del Pueblo, se traducen en un aumento del tiempo de espera entre consultas en los centros especializados de salud mental de hasta tres meses, para tratamientos que requerirían una periodicidad mucho mayor”[4].
Resulta evidente que existe una insuficiencia en el sistema que dificulta que la psicología como recurso llegue a tantas personas como sea posible. Pero si nos planteamos la pregunta de por qué esto es así, resulta difícil aseverar una respuesta precisa. Por un lado, es cierto que durante los últimos años la visibilización de los trastornos mentales ha experimentado un gran avance, y las personas –incluidos personajes públicos e influyentes-, se encuentran más abiertas a hablar de ello sin tapujos, no obstante, encontramos que “4 de cada 10 españoles no se han planteado nunca acudir a un especialista. Solo un 22,5% ha ido alguna vez al psicólogo, y un escaso 18% se lo plantea actualmente”3. ¿Esto a qué se debe? ¿Sigue existiendo rechazo por parte de las personas a buscar apoyo de un profesional de la salud mental? ¿Seguimos considerando en sociedad que quien asiste a una consulta psicológica es porque es débil, o un lunático? Es posible que, al poner el tema de la psicoterapia sobre la mesa, nos encontremos con algunas personas de nuestro entorno que todavía expresan rechazo o intolerancia, incluso incredulidad, ante esta temática. Podemos pensar que es “normal” que existan estas creencias frente a la psicología, considerando que son vestigios de la larga historia de una disciplina que ha luchado por considerarse y mantenerse como una ciencia aislada de la psiquiatría y la medicina; independiente y estructurada. Afortunadamente y como hemos dicho, parece ser que esto va cambiando con el tiempo, y podemos percibir que poco a poco se encuentra más “normalizado” el consultar a un terapeuta.
Resulta interesante reflexionar adicionalmente sobre otras posibles explicaciones ante la temática que nos ocupa. ¿El hecho de que las alteraciones del comportamiento sean casi “invisibles” (considerando la diferencia que tiene con la mayoría de las alteraciones fisiológicas, perceptibles a primera vista) hace que se les dé menos validez o importancia? ¿Hemos “normalizado” ciertos trastornos y no identificamos su presencia, con lo cual no buscamos apoyo profesional? ¿No hemos desarrollado como sociedad la cultura del bienestar emocional?
¿Existe alguna razón específica que conlleve a que el presupuesto, la atención o la promoción que se le da a la salud mental a nivel gubernamental sea escasa? No podemos dar una respuesta exacta a esta cuestión, pero lo que sí podemos hacer, es promover la búsqueda de la salud mental y el bienestar emocional. Los psicólogos tenemos la formación y las competencias para atender en consulta a personas con diferentes grados de alteraciones del comportamiento, pero también tenemos plena capacidad, y tal vez la responsabilidad, de brindar herramientas de mejora a aquellos que deseen impulsar, confrontar, ampliar o mejorar su vida y su salud mental, sin necesariamente llevar en su mochila de la vida un diagnóstico clínico.
Así, ante todos estos datos, es probable que la mejor herramienta que tengamos como individuos sea el acto de rebeldía –y de valor-, de asistir a un terapeuta, y reflexionar en que tal vez si invirtiéramos en nuestro interior el mismo tiempo, esfuerzo y dinero que invertimos en nuestro exterior, posiblemente tendríamos mejores relaciones interpersonales, sociedades menos violentas, trabajadores más felices; probablemente tendríamos más personas felices y mentalmente saludables.
Lina Marcela.
[1] https://www.eldiario.es/sociedad/defensor-pueblo-sanidad-psicologos-habitantes_1_1053594.html
[2] http://www.colpsinavarra.org/noticias/en-espana-hay-055-psicologos-por-cada-mil-habitantes
[3] https://www.larazon.es/atusalud/acudir-a-un-psicologo-solo-un-10-de-los-espanoles-se-lo-plantea-OB25244587/
[4] http://www.infocop.es/view_article.asp?id=8832