Normalizar lo Patológico

Está sucediendo en la sociedad actual y en los diversos contextos de la vida cotidiana el fenómeno que denominamos como “normalización”; desarrollándose dentro del ámbito familiar, laboral, escolar, cultural, entre otros. Relacionado con este término están también las interrogantes de ¿es bueno o malo?, ¿normal o anormal?
Pero, ¿a qué llamamos normalización? Por una parte podemos definirlo como: las cargas simbólicas de comportamiento y pensamiento asumidas colectivamente y como parte de la educación y la imitación de modelos que permean.
Pero en otro sentido, como los procesos de aceptación, tolerancia, habituación, convivencia, complicidad y conocimiento de modelos de conducta, de justificación de acciones y de percepción de la realidad. (Miguel Agustín Romero Morett, Walter Bañol López, 2020).
Esta normalización se entiende mejor cuando examinamos comportamientos que se pueden clasificar como aparentemente patológicos, término que tenemos en el otro extremo, y que podemos definirlo desde una mirada medica como: una disciplina que conecta la práctica clínica y la ciencia básica, e implica la investigación de las causas (etiología) de la enfermedad, así como de los mecanismos subyacentes (patogenia) que dan lugar a los signos y síntomas de presentación del paciente (Kumar, Cotran y Robbins, 2008).
La idea de este artículo es mencionar situaciones donde este fenómeno de la “normalización” de comportamientos patológicos se da en la cotidianidad; es decir, entender cómo ciertos comportamientos son acogidos dentro del marco de la cotidianidad como normales en nuestra sociedad y que la misma estimula y favorece su uso.
Tal es el caso de uso de móviles, videojuegos, televisión u ordenadores, conductas que se definen en la actualidad como adictivas, sin querer generalizar en todos los casos, pero de alguno forma definirlas, ya que si podemos hablar de dependencia, pérdida de impulsos y alteración de la conducta y que dado el caso pudieran provocar síndrome de abstinencia. Estos objetos han sido además definidos en diversos artículos relacionados con el tema como “adictógenos”.
Dicho esto, podemos preguntarnos ¿Estamos entonces normalizando conductas patológicas?
Si mencionamos algunos ejemplos podemos hablar de:
La notable interferencia de los videojuegos en la edad escolar, con disminución de los rendimientos académicos en gran parte por la actitud de pasividad y descenso de concentración, unido a síntomas de irritabilidad, perretas y molestas, cuando los mismos son retirados.
El uso del teléfono sin una verdadera obligatoriedad comunicativa, pasando mucho tiempo hablando a pesar del gasto desmedido y de ser innecesario, así como pendientes al mismo en todo momento. A esto se le une el uso de internet de forma abusiva y la dependencia a las redes sociales. Conductas que han ido deteriorando la comunicación y las relaciones sociales, familiares y laborales y que al igual que los videojuegos sin son suspendidas pueden provocar malestar.

Referido esto podemos plantear las interrogantes:
¿Qué podemos hacer ante estas conductas?
¿Qué acciones podemos realizar desde el plano psicológico para moderar estas conductas?

Referencias:
https://www.psyciencia.com/

Kerine Lastre Chico.