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Incorporamos una metodología integral para poder abordar la salud de cada persona de una forma holística.
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Incorporamos una metodología integral para poder abordar la salud de cada persona de una forma holística.
Colaboramos con centros de fisioterapia, nutrición, yoga, pilates y otras actividades de autocuidado. El tratamiento se ajusta a cada persona/proceso.
Patologías somáticas, intervención en enfermedades, preparación pruebas diagnósticas, estrés crónico, alteración emocional, dependencias y adicciones, terapia de pareja y familia, programa de empresas.
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Centro Psicológico Salud Mente Cuerpo dispone de profesinales de prestigio que colaboran con algunas de las entidades más importantes del mundo como la Universidad de Minesota.
Hasta ahora, hemos hablado del comer emocional como un comportamiento individual y que está en nuestras manos regular. En este articulo vamos a ver el comer emocional desde una perspectiva más social: ¿por qué comemos lo que comemos?
La publicidad del siglo XXI está centrada en la emoción, la sensacionalidad y la experiencia. Asocia los productos de consumo a las emociones porque sabe que eso “engancha” más a las personas. En este sentido, comer se convierte en un acto intrínsecamente emocional cuando no tiene por qué serlo. Es decir, que comemos más por placer que por necesidad, que consumimos más la emoción que la comida.
Algunas personas pensarán: ¿qué tiene de malo comer por placer? Otra vez, aquí todo es cuestión de equilibrio, y cómo nos relacionamos con la comida. Si nos pegamos atracones de comida que no conseguimos parar porque eso nos relaja y nos hace sentir placer, no estamos en una situación sana. Si estamos merendando en compañía de nuestros seres queridos, y paramos de comer cuando estamos saciados a la vez que disfrutamos de su compañía, sí que estamos en una situación sana. Además, aquí diferenciamos el placer de comer del placer de sentirnos acompañados, pues aunque los medios de comunicación nos transmitan el mensaje opuesto, la experiencia placentera viene más dada por la compañía que por la consumición del producto que nos venden
El problema es que la publicidad está por todas partes, y la disponibilidad de los productos es más fácil que nunca. Ni siquiera necesitamos ir al supermercado para comprar nuestras chuches favoritas, podemos pedirlas por internet o en Glovo o Deliveroo, y nos lo traen sin que tengamos que movernos. En este sentido, el ambiente no juega a nuestro favor en este caso, y favorece el sedentarismo y el mantenimiento de estas conductas de consumo emocional.
Aun así, si que hay cosas que podemos hacer para afrontar nuestra tendencia a comer (y consumir, en general) emocionalmente: aumentar nuestra consciencia, informarnos, regularnos… y leer nuestro artículo anterior sobre cómo frenar el comer emocional!
En un artículo anterior te contábamos lo que es el comer emocional y su origen. Te hacemos un breve resumen por si te lo perdiste:
El comer emocional surge como un mecanismo de alivio del malestar que aprendemos y se perpetúa por la sensación de alivio inmediato que nos proporciona, aunque éste se mantenga solamente durante un breve periodo de tiempo. Esto hace que surja una nueva culpa y otra situación de malestar que inician de nuevo el ciclo, haciendo que este comportamiento se mantenga, y reduciendo las posibilidades de poner en práctica otras alternativas para gestionar el malestar.
Pero entonces… ¿cómo podemos frenar este círculo vicioso?
Te estaríamos mintiendo si te dijéramos que es fácil, pues, como todo cambio, requiere de decisión y fuerza de voluntad. No obstante, te dejamos algunas recomendaciones para eliminar el comer emocional como método de gestión del malestar y que así haya espacio para adquirir nuevas herramientas que te permitan hacerlo de una forma más sana.
En primer lugar, te invitamos a observarte y adquirir consciencia sobre tu forma de comer y los motivos por los que comes. Probablemente no todas las veces que comas sea para gestionar el malestar, sino que también comes para saciar el hambre. Es importante aprender a diferenciar estas dos, de tal manera que cuando identifiquemos que la motivación es el malestar y no el hambre puedas decidir gestionarlo de manera distinta.
Una vez hayas identificado que se trata de hambre emocional y no fisiológica, trata de desmenuzar ese malestar. Con esto nos referimos a que intentes identificar cuál es o cuáles son las emociones concretas que sientes. Es importante que esto lo hagas, antes de nada, porque las herramientas que uses para unas u otras pueden ser muy distintas, y esta vez queremos usar la herramienta correcta 😉
Cuando sientas ese hambre emocional y te veas tentado/a a comer para calmar el malestar, te recomendamos que hagas un esfuerzo por esperar hasta que aparezca el hambre fisiológica. De esta manera, igual que tu organismo aprendió a comer ante el malestar, desaprenderá esa conducta y aprenderá a comer de nuevo ante el hambre fisiológica.
Por último, para ampliar tu repertorio de herramientas ante el malestar y para la vida en general, te invitamos a que contactes con otras actividades placenteras que no estén relacionadas con la comida. Esto se convertirá en una base sólida construida por ti que siempre podrás usar cuando el malestar llame a la puerta.
Y tú, ¿qué actividades harías para frenar el comer emocional?
ER-VH