¿Qué hacer si sospechamos que nuestro hijo/a podría estar sufriendo un Trastorno Alimentario?
Acompañar a una personar que está sufriendo un TCA es muy complicado, muchas veces queriendo ayudar o solucionar el problema sin darnos cuenta hacemos más daño o incluso agravamos el problema, queremos compartir con vosotros algunas recomendaciones que pueden ayudaros.
- Darnos cuenta de que es un trastorno mental grave. En muchas ocasiones los padres piensan que son manías donde su hijo/a hace “tonterías con la comida”, y que la manera de resolverlo es con «mano dura» o esperar a que se le pase.
- Cuanto antes lo identifiquemos, mejor será el pronóstico. Este tipo de trastornos tienden a cronificarse, por lo que cuanto antes seamos conscientes de lo que está pasando, más efectivo será el tratamiento.
- Contactar con el médico de cabecera, psiquiatra o psicólogo. Este tipo de problemas deben ser atendidos por un especialista.
- Es importante tener una actitud y conducta lo más neutral posible, enfadarse o gritar no resuelven nada. Intentar mostrar apoyo, acompañar, respetar y no juzgar, teniendo mucho cuidado de no caer en la sobreprotección y hacernos amigos del trastorno.
- Ser facilitadores emocionales. Debemos hablar con nuestro hijo o hija de aquellas conductas que nos preocupan. Podemos intentar ver si ellos lo viven como una situación problemática. Es importante abordar esto de la manera más emocional posible, intentando conectar con su sentir; es importante mostrar interés por todo lo que le pueda estar preocupando y facilitar el diálogo para que pueda expresar sus miedos y/o dificultades; para conseguir que nuestro hijo/a reconozca que puede tener un problema, es muy importante garantizar un clima de confianza “¿Lo estás pasando mal? ¿Estás agobiado/a? Me parece que últimamente estás sufriendo, me da la sensación de que estás preocupada/o”…etc. Centrarnos en la parte lógica y en los argumentos racionales no nos llevará a ningún lugar, lo único que conseguiremos es que se ponga a la defensiva y correremos además el riesgo de entrar en un debate constante sobre la comida, sin llegar a ningún fin.
- Tener paciencia y constancia. Debemos saber que el tratamiento es largo, y hay que mantener una serie de pautas bastante tiempo, no hay que gastar toda la energía al principio, es una carrera de fondo.
- La familia es esencial. Es un problema que se suele enfocar desde una intervención sistémica, es decir, involucrando a todos los miembros de la familia. Es importante que exista un compromiso familiar y que todos remen en la misma dirección.
- Recordar que el problema con la comida es la punta del iceberg. Tras esta relación con la comida hay muchos problemas emociones y de autoestima, no debemos poner toda nuestra atención en ello, u orbitaremos cada vez mas en torno a la comida.
¿Qué no hacer?
- No tomar decisiones precipitadamente. No debemos correr, el problema no se resuelve en dos días. Es una situación difícil y por lo tanto requiere serenidad y pensar antes de actuar.
- No «castigar». A veces, y con el fin de ayudar, podemos tomar decisiones precipitadas que, aunque son con buena intención pueden causar más daño y que la persona se aleje más de nosotros. Por ejemplo: obligar a comer ciertos alimentos, no dejar ir al baño sola/o, el tono de voz con el que se transmiten los mensajes, etc.
- No caer en los engaños ni la manipulación de la persona afectada. Recordemos que es una enfermedad psíquica, no física, aunque el cuerpo sufra las consecuencias, en esta enfermedad por desgracia aparece muchas veces la mentira y la manipulación para conseguir sus objetivos.
- No forzar a poner un nombre. En un primer momento, no es importante ni necesario que acepten que padecen bulímia o anoréxia; sólo es importante que puedan reconocer que hay algo que no va bien y que les hace sufrir, que están nerviosos/as, no rinden, se marean, etc.