¿Qué papel juega el enfado en la depresión?
Como una de las enfermedades mentales más comunes en el mundo, la depresión es más reconocible en forma de tristeza o apatía y cuando pensamos en una persona con depresión se nos suele venir a la cabeza la imagen de una persona tumbada en la cama sin hacer nada o llorando. Sin embargo, la depresión no se manifiesta ni se siente igual en todas las personas. Aunque haya una etiqueta para definir a un conjunto de síntomas, cada persona vivirá y expresará la depresión de una forma totalmente única y diferente a la de los demás.
Por esto mismo, en muchos casos, los síntomas de la depresión, como los sentimientos de indignidad, impotencia, tristeza o desesperanza pueden traducirse en ira. Esto puede ser particularmente difícil de manejar para las personas con depresión, especialmente si sentirse enfadado no es algo con lo que estén familiarizados. De hecho, según un estudio realizado por Fave y Rosenbaum (1999) observaron que un tercio de los pacientes que tenían depresión presentaban comportamientos como: perder los estribos, gritar, dar portazos y arrojar objetos.
Luchar contra la depresión a diario es solitario y agotador de manejar. Por esta razón, aprender a identificar el enfado en la depresión de una manera saludable puede aliviar parte de la lucha.
Si bien la ira y la depresión son emociones diferentes, pueden estar relacionadas entre sí de varias maneras. Como hemos dicho anteriormente algunas personas con depresión también pueden experimentar ira e irritabilidad. De hecho, también es posible que las personas que luchan contra la ira crónica tengan más probabilidades de experimentar síntomas de depresión, como sentimientos de desesperanza o inutilidad a raíz de esta dificultad a la hora de manejar la ira. En general, la ira puede ser una emoción complicada sobre todo matizada en el contexto de la depresión. Si bien puede servir como una respuesta natural a los eventos negativos de la vida, también puede exacerbar los síntomas de la depresión si no se controla.
Es importante tener en cuenta que la ira es una emoción normal y natural, y está bien sentirse enfadado cuando las circunstancias lo precisan. De hecho, es el enfado el que nos permite establecer límites con los otros cuando nos estamos sintiendo invadidos. Sin embargo, en algunas ocasiones surge un enfado en respuesta a otra emoción por ejemplo la tristeza, en lugar de aparecer ante una situación de amenaza o injusticia. A este tipo de emoción que nace a raíz de otra se le denomina emoción secundaria.
El enfado secundario es un síntoma común de la depresión, que puede ser difícil de reconocer y manejar para quienes la experimentan. Cuando las personas con depresión experimentan emociones negativas como tristeza, desesperanza o impotencia, pueden sentirse abrumadas y frustradas por su incapacidad para controlar sus sentimientos lo que da lugar a que en lugar de expresar todas estas emociones subyacentes manifiesten una respuesta en forma de enfado.
Este enfado secundario puede tomar muchas formas, como irritabilidad, frustración y agresión. Puede dirigirse hacia adentro o hacia afuera, causando daño al individuo o a quienes lo rodean. Cuando se dirige hacia adentro, puede conducir a comportamientos autodestructivos como el abuso de sustancias, las autolesiones o la ideación suicida. Cuando se dirige hacia afuera, puede tensar las relaciones y dificultar que las personas mantengan conexiones sociales y redes de apoyo.
Un enfoque de tratamiento que puede ser útil para las personas con enfado secundario en la depresión son las terapias basadas en la atención plena. Las terapias basadas en la atención plena tienen como objetivo promover la regulación emocional y reducir la ira desadaptativa al enseñar a las personas cómo estar presentes en el momento y observar sus pensamientos y emociones sin juzgar. Esto puede ayudar a las personas a desarrollar una mayor conciencia y control sobre sus emociones, lo que puede reducir la intensidad y la frecuencia de los enfados secundarios en la depresión.
Una forma de lidiar con emociones secundarias es reconociendo y aceptando la emoción, esto nos permite identificar la emoción que estamos sintiendo sin juicio para ver si esta ha surgido de forma genuina a la situación o e una respuesta a la emoción que subyace. De hecho, en muchos casos son los pensamientos los que nos llevan a una emoción secundaria, por ejemplo: “no llores que no es para tanto” “eres un dramático/a”. Estos pensamientos hacen que rechacemos la tristeza y abracemos el enfado por no sentirnos suficientes y empezamos a criticarnos muchas veces desde una posición hostil y agresiva.
Es importante recordar que el enfado secundario es un síntoma de depresión y no un fallo o una debilidad personal. Lidiar con emociones secundarias puede ser un proceso complejo y desafiante, pero con las herramientas y el apoyo adecuados, las personas pueden aprender a manejar y reducir la intensidad y frecuencia de estas emociones. Buscar tratamiento y apoyo de profesionales de la salud mental puede ayudar a las personas a controlar sus síntomas y mejorar su bienestar general y su calidad de vida. Al aprender a manejar el enfado secundario, las personas con depresión pueden mejorar sus relaciones, reducir los comportamientos autodestructivos y aumentar su capacidad para lidiar con el estrés y las emociones negativas.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR:
- ¿Qué otras emociones crees que pueden ser secundarias?
- ¿Se te ocurre algún ejemplo de tu vida diaria en el que hayas estado más conectado con la emoción secundaria que con la primaria?
- ¿Cuándo has estado ante una emoción secundaria, como has lidiado con ella?
Raquel Bertaccini