Síndrome de desgaste profesional, Burnout o como se le conoce de manera más coloquial Síndrome del trabajador quemado, son algunos de los términos que hacen alusión a lo que hoy en día se considera una enfermedad profesional, cuya prevalencia (7 de cada 10 trabajadores en España experimentan síntomas, según el estudio Global Workforce of the Future 2023) nos debería hacer reflexionar sobre la importancia de abordarlo, desde la prevención hasta la detección temprana y tratamiento.
Si bien es verdad que no es algo nuevo, ya que autores como Heerbert freudenberger (Saborio e Hidalgo, 2015) en el campo de la psiquiatría ya en 1974 observaron cómo después de años ejerciendo, colegas de profesión comienzan a perder ilusión y empatía, producto del agotamiento, no será hasta Mayo del 2019 cuando la OMS la reconocería como una enfermedad profesional (anteriormente considerado factor de riesgo laboral) definiéndose como “Un síndrome conceptualizado como resultado de un estrés laboral crónico que no ha sido satisfactoriamente manejado” (MSP, 2022). Dando paso así a su inclusión en manuales diagnósticos (CIE-11) como Síndrome de desgaste ocupacional (INNST, 2022).
Hablamos de un agotamiento generalizado, mental, físico y emocional, que ocasiona un cambio en la conducta, perdiendo interés en algo que en un principio nos satisfacía. El compromiso ya no tiene tanto sentido y nos desligamos poco a poco, llegando a afectar no solo a nuestra vida profesional, sino también a la personal. Incluso los que amamos profundamente nuestra profesión, tampoco estamos exentos de sufrirla, al contrario de lo que podríamos pensar, esta entrega incondicional podría jugar en contra y convertirse en un factor de riesgo, va más allá de la vocación, y lo peor es que en ocasiones nos hace dudar.
Entramos en una rueda en la que en algunos casos nos paralizamos y en otros seguimos rodando cual hámster sin encontrar una salida, evidentemente no somos roedores, y como necesitamos encontrar un sentido, el agotamiento nos termina parando y ahí se da la explosión.
La pregunta es, ¿podemos hacer algo? Como en casi todo en la vida me parece importante contar con la información necesaria para saber a lo que nos enfrentamos, de esta manera podremos estar atentos y evitar el efecto sorpresa, que en este caso carece de beneficios. Llegado a este punto, es importante reconocer ciertas señales, para evitar precisamente que esto suceda.
Imaginemos que estamos en una sala, nuestra sala, aquella que luchamos por ir construyendo, que deseábamos tener por diferentes motivos. Miramos alrededor y está llena de bombillas iluminadas, lo cual facilita nuestro movimiento evidentemente, haciéndonos sentir cómodos y seguros. Pero si de pronto, alguna o varias de estas bombillas comenzaran a apagarse, tendríamos dificultades, y aquella sala que un día construimos con ilusión, comenzaría a no ser tan segura. Ese sería el momento en el que deberíamos pedir ayuda, antes de quedarnos totalmente a oscuras.
Bombillas:
- Vitalidad, descanso: sentimos que nada es suficiente, intentamos dormir más, descansar, tomar un té…nada alivia esa sensación de fatiga, no nos repara el descanso y nos vamos apagando, percibiendo un cansancio crónico.
- Hábitos saludables: pueden aparecer dificultades para conciliar el sueño, para mantener una alimentación adecuada, incluso el abandono de actividades placenteras, bien por falta de tiempo o de motivación.
- Interés y motivación: no nos sentimos parte de nuestra labor, no nos entusiasma lo que hacemos ni nos preocupan los resultados…es que como si estuviéramos viendo una película y no fuéramos actores de ella.
- Rendimiento laboral: ya no es el que era, disminuye, producto del agotamiento emocional, cada vez nos cuesta más desarrollar nuestras tareas. La poca motivación y satisfacción sobre nuestro desempeño provoca peores resultados, lo cual nos frustra y nos atrapa en una apatía constante.
- Salud: nuestro cuerpo reacciona y nos envía señales de que algo no está bien, aparecen dolores, tensión, problemas de sueño…Signos que en muchas ocasiones nos obligan a frenar en seco (baja laboral)cuando no podemos más. Sin embargo, a pesar de que a corto plazo “esta tirita” puede aliviar síntomas, evitan un trabajo más profundo necesario para que no vuelva a repetirse.
- Bienestar emocional: notamos estados de mayor sensibilidad, sentimientos de tristeza o agitación, cada vez en mayor medida y en diferentes ámbitos de nuestra vida. Nos invaden pensamientos negativos sobre nuestra propia valía, de incompetencia y falta de control, como si viviéramos en modo automático, con la sensación de que nada podemos hacer para remediarlo.
A veces estas bombillas simplemente van perdiendo luz, por eso es importante cuidar nuestra habitación, mantenerla iluminada, ya que pasamos mucho tiempo dentro de ella, e incluso cuando salimos fuera, no debemos olvidar que sigue formando parte de nuestra casa.
Por eso, dada la importancia de cuidar nuestro hogar, cada rincón de él, os invito a revisar estas seis bombillas, para que puedan seguir iluminando con la fuerza necesaria, y si en algún momento detectamos que pierden luz, prestemos atención para que podamos seguir brillando con ellas.
Karina González
Bibliografía
- European Agency for Safety and Health at Work (2023). https://oshwiki.osha.europa.eu/en/themes/understanding-and-preventing-worker-burnout
- Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el trabajo (2022). https://www.insst.es/noticias-insst/sindrome-de-desgaste-profesional-burnout
- Medicina y Salud Publica (2022). OMS oficializa el Síndrome del Burnout como una enfermedad de trabajo
- Saborío, L. y Hidalgo, L. (2015). Síndrome de Burnout. Medicina legal de Costa Rica, vol.32(1). https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00152015000100014#:~:text=El%20s%C3%ADndrome%20de%20Burnout%20(SB,debido%20a%20su%20capacidad%20para
Terapeuta Gestalt especializada en un modelo integral de intervención para el tratamiento de la ansiedad, trastornos del estado de ánimo, estrés, enfermedades psicosomáticas, y acompañamiento en la etapa perinatal, entre otros.