Un evento traumático tiene un impacto profundo tanto en nuestro cerebro como en nuestro cuerpo. Nos cambia por completo la vida afectándonos a nivel social, emocional, laboral y personal. 

Pero para empezar ¿Qué es un trauma?

Es una experiencia emocionalmente abrumadora que ocurre cuando las demandas emocionales y adaptativas del entorno superan la capacidad de la persona para enfrentarlas, generando una sensación de amenaza y vulnerabilidad. Provoca un impacto tan profundo a nivel psicológico que los daños emocionales son significativos y difíciles de superar sin ayuda adecuada. Según investigaciones en el campo de la neurociencia como las de Mcewen, Ledoux o Van der Kolk, el trauma cambia nuestra estructura cerebral provocando que la sintomatología traumática como conductas de evitación, hipervigilancia, dificultades para dormir, ansiedad intensa, reacciones fisiológicas o dificultades cognitivas entre otras, puedan reactivarse por la exposición a otros traumas o eventos estresantes. De esta forma, el trauma activa el trauma.

Para entender esta activación tenemos que saber qué ocurre en el cerebro cuando vivimos un evento traumático. El cerebro procesa las experiencias traumáticas a través de una compleja interacción entre varias estructuras cerebrales, principalmente la amígdala, la corteza prefrontal y el hipocampo. La amígdala se activa al momento de experimentar una emoción y desencadena respuestas de lucha o huida.

Tras un trauma, esta puede hiperactivarse, entrando en estado de alerta extrema cuando identifica señales que le recuerdan al evento traumático. Así, interpreta el entorno como una amenaza constante incluso cuando la misma ya no está presente, respondiendo con más intensidad y reduciendo la atención a las emociones positivas. Esto altera la forma en que el cerebro se relaciona con el medio, manteniéndose en un estado de miedo continuo. 

Por otra parte, el hipocampo que se encarga de los procesos de memoria y aprendizaje, tras una exposición prolongada al estrés emocional producto del trauma, su tamaño se puede verse reducido afectando a su correcto funcionamiento. Según la Teoría de la memoria del trauma, los recuerdos traumáticos no se procesan de la misma manera que los recuerdos no traumáticos. Normalmente, los recuerdos se almacenan de manera coherente y cronológica, pero los recuerdos traumáticos tienden a ser fragmentados y desorganizados. Esto significa que cuando algo activa estos recuerdos, las personas pueden experimentar emociones o sensaciones físicas intensas sin necesariamente recordar todos los detalles del evento original.

Por último, vemos efectos similares en la corteza prefrontal con respecto al estrés sostenido por una experiencia traumática, como la reducción de su tamaño o la disminución de conexiones con otras áreas del cerebro. Esto afecta a funciones como la toma de decisiones, el control de impulsos, la resolución de problemas, la adaptación social, la planificación o la regulación emocional. 

Conclusión

El fenómeno de que el trauma activa al trauma representa una realidad compleja que afecta profundamente la salud mental y emocional de las personas. Una persona con un historial de trauma es más vulnerable a reaccionar ante nuevos eventos estresantes o traumáticos. Esto ocurre debido a la forma en que el cerebro procesa y almacena las experiencias traumáticas, lo que provoca respuestas exageradas a situaciones que recuerdan o reactivan el trauma original. Comprender este mecanismo es crucial tanto para los profesionales de la salud mental como para las personas que buscan sanar de sus traumas, ya que permite desarrollar intervenciones terapéuticas más efectivas para gestionar las respuestas traumáticas recurrentes.

Marian Echazarreta Quintana 

Referencias 

  • Kessler, R. C., Sonnega, A., Bromet, E., Hughes, M., Nelson, C. B., Wittchen, H.-U., & Zhao, S. (1995). Posttraumatic stress disorder in the National Comorbidity Survey. Archives of General Psychiatry, 52(12), 1048-1060.
  • LeDoux, J. (1996). The emotional brain: The mysterious underpinnings of emotional life. Simon & Schuster.
  • McEwen, B. S. (2007). Physiology and neurobiology of stress and adaptation: Central role of the brain. Physiological Reviews, 87(3), 873-904
  • Van der Kolk, B. A. (2014). The body keeps the score: Brain, mind, and body in the healing of trauma. Viking Press.
Directora, psicóloga y supervisora en Centro Psicológico SMC | + posts

Terapeuta Gestalt especializada en un modelo integral de intervención para el tratamiento de la ansiedad, trastornos del estado de ánimo, estrés, enfermedades psicosomáticas, y acompañamiento en la etapa perinatal, entre otros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Abrir chat
1
Escanea el código
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?