El trauma es una experiencia emocionalmente perturbadora que puede alterar la forma en que las personas procesan y recuerdan los eventos. Estos eventos traumáticos van más allá de las capacidades de una persona para enfrentarlos y asimilarlos adecuadamente en el momento, lo que puede tener un impacto profundo y duradero en la salud mental. Entre los aspectos más afectados por el trauma se encuentra la memoria. Comprender cómo funcionan los sistemas de memoria en relación con el trauma es clave para entender las secuelas psicológicas de los sobrevivientes y el enfoque terapéutico para su recuperación.

En términos generales, existen dos tipos principales de memoria:

  1. Memoria declarativa (explícita): Esta forma de memoria involucra la capacidad de recordar hechos y eventos de manera consciente. Se divide en dos subtipos:
    • Memoria episódica: Recuerdos de experiencias personales o eventos específicos.
    • Memoria semántica: Recuerdos de hechos y conocimientos generales.
  2. Memoria no declarativa (implícita): Esta forma de memoria no requiere esfuerzo consciente para su recuperación. Incluye habilidades automáticas como andar en bicicleta o tocar un instrumento, así como respuestas emocionales condicionadas.

Trauma y memoria: ¿qué sucede en el cerebro?

Nazareth Castellanos, en su libro «Neurociencia del cuerpo», nos sugiere que el trauma puede tener un impacto significativo en la forma en que se forman y se recuperan los recuerdos. La conexión entre experiencias emocionales intensas y la memoria es un área central en la comprensión del trauma, lo que implica que la forma en que nuestro cuerpo reacciona a las emociones puede influir en cómo almacenamos y recordamos esos eventos. 

El cerebro humano tiene una serie de mecanismos diseñados para protegernos de situaciones peligrosas. Cuando alguien experimenta un evento traumático, el sistema de «lucha o huida» se activa, lo que desencadena la liberación de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas preparan al cuerpo para enfrentarse al peligro, pero también tienen efectos profundos en el cerebro, particularmente en la formación y recuperación de los recuerdos.

  1. La amígdala y la memoria emocional: La amígdala es una estructura cerebral central en la regulación de las emociones, y durante un evento traumático, está hiperactivada debido al aumento en los niveles de estrés. Esta activación intensa tiene dos efectos principales. Primero, la amígdala mejora la codificación de los aspectos emocionales de un recuerdo, lo que puede hacer que ciertos detalles del evento traumático (como olores, sonidos o imágenes) se graben profundamente. Esto explica por qué las personas que han experimentado trauma a menudo tienen recuerdos vívidos y fragmentarios de detalles sensoriales asociados al evento.
  2. El hipocampo y la desorganización de la memoria: A pesar de la hiperactividad de la amígdala, el hipocampo —que es crucial para la memoria declarativa (es decir, la memoria de eventos que podemos narrar y ordenar cronológicamente)— se ve afectado negativamente por los altos niveles de cortisol. Esto puede resultar en una alteración o fragmentación de los recuerdos traumáticos, lo que explica por qué muchas personas tienen dificultades para recordar eventos traumáticos de manera coherente o completa. El hipocampo puede verse tan afectado que algunos elementos del evento no se codifican adecuadamente, lo que genera «lagunas» en la memoria del trauma.
  3. Fragmentación de la memoria traumática: Debido a la disociación entre la activación de la amígdala y la supresión del hipocampo, los recuerdos traumáticos a menudo están fragmentados. Las personas pueden recordar ciertos aspectos sensoriales o emocionales del trauma sin una narrativa clara. Esto puede manifestarse en forma de flashbacks o recuerdos intrusivos, en los que la persona revive un fragmento del evento traumático de manera intensa, como si estuviera ocurriendo nuevamente.
  4. Memoria implícita y respuestas condicionadas: Además de los recuerdos fragmentados, el trauma también puede quedar grabado en la memoria implícita, lo que significa que la persona puede tener respuestas emocionales o físicas ante ciertos estímulos que ni siquiera están asociados conscientemente con el evento traumático. Esto puede incluir respuestas de miedo o ansiedad ante ciertos olores, sonidos o lugares que no recuerdan conscientemente pero que están ligados al trauma de manera implícita.

Estrategias terapéuticas para tratar los recuerdos traumáticos

Debido a la naturaleza fragmentada y emocionalmente intensa de los recuerdos traumáticos, es esencial que las intervenciones terapéuticas aborden tanto los aspectos emocionales como los cognitivos de la memoria. Algunas estrategias comunes incluyen:

  1. Terapia de exposición: Ayuda a las personas a enfrentar sus recuerdos traumáticos en un ambiente seguro, lo que les permite procesar el trauma de manera controlada y reducir gradualmente la intensidad de las respuestas emocionales asociadas.
  2. Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR): Este enfoque terapéutico utiliza movimientos oculares guiados para ayudar a las personas a procesar recuerdos traumáticos fragmentados y reorganizarlos en una narrativa coherente.
  3. Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC ayuda a los pacientes a identificar patrones de pensamiento distorsionados y a modificar sus creencias y comportamientos, lo que puede aliviar los síntomas relacionados con el trauma.
  4. Técnicas de regulación emocional: Dado que el trauma está profundamente relacionado con la hiperactivación emocional, las técnicas que ayudan a regular el estrés y la ansiedad, como la meditación y la respiración profunda, pueden ser valiosas para los sobrevivientes de trauma.


Conclusión

El trauma tiene un impacto profundo en la memoria y en cómo el cerebro procesa y organiza la información. Mientras que la amígdala intensifica la codificación emocional de los eventos traumáticos, el hipocampo, debido al estrés elevado, puede verse inhibido, lo que resulta en recuerdos fragmentados y desorganizados. A través de enfoques terapéuticos como la TCC, la terapia de exposición y el EMDR, las personas pueden trabajar para integrar estos recuerdos de manera saludable y reducir los efectos duraderos del trauma. La clave es comprender que el trauma no solo altera lo que recordamos, sino cómo lo recordamos, afectando tanto a nivel cognitivo como emocional.

Xisco Jaume

Castellanos, N. (2022). Neurociencia del cuerpo: Cómo el organismo esculpe el cerebro. Kairós.

Tags: Trauma

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