La escucha compasiva es una habilidad fundamental que facilita una conexión profunda con los demás, fomentando la comprensión y validación emocional sin juicios. En un mundo donde las interacciones suelen ser rápidas y superficiales, esta práctica nos invita a crear una conexión auténtica. La psicóloga clínica Sofía Rademaker señala que «la escucha compasiva se puede aplicar a cualquier sistema relacional, incluida la terapia. La percepción y la creencia de que las intenciones siempre son positivas nos permiten escucharnos desde un lugar de aceptación» (S. Rademaker, comunicación personal, 4 de octubre de 2024).

Carl Rogers, con su enfoque de terapia centrada en el cliente, subrayó la importancia de la escucha empática al afirmar que “la escucha activa permite a las personas sentirse aceptadas y facilita su proceso de autoexploración” (Rogers, 1951).

Componentes de la escucha compasiva

  • Atención plena: Estar conscientemente presente es esencial para la escucha compasiva, lo que implica evitar distracciones y centrarse en las emociones detrás de las palabras. Alejandro Almandoz, psicólogo especializado en mindfulness, explica: «Es fundamental en terapia porque nos ayuda a estar en el momento presente, a escuchar y a ejercitar la presencia» (A. Almandoz, comunicación personal, 4 de octubre de 2024).
  • Empatía y validación emocional: Validar las emociones del otro no implica estar de acuerdo, sino reconocer la legitimidad de sus sentimientos, creando un espacio seguro en el que la persona se sienta escuchada y comprendida.
  • Aceptación sin juicios: Marshall Rosenberg, creador de la Comunicación No Violenta, enfatiza que «cuando juzgamos, observamos desde nuestra perspectiva, no desde la del otro» (Rosenberg, 2003). Escuchar sin imponer nuestras opiniones es crucial para practicar la escucha compasiva.
  • Silencio reflexivo: El silencio ofrece al otro un espacio para procesar sus emociones sin sentirse presionado, permitiendo una expresión profunda y reflexión.

La práctica de la escucha compasiva

Para desarrollar esta habilidad, es útil reflexionar sobre nuestras barreras internas que impiden estar presentes al escuchar, y preguntarnos: ¿cuándo fue la última vez que sentimos que alguien realmente nos escuchaba? Si queremos cultivar la escucha compasiva, podemos comenzar con algunos pasos prácticos:

  • Respirar profundamente antes de la conversación para centrarnos en el presente.
  • Enfocarnos en las emociones del otro, usando frases como: «Parece que esto te causa frustración».
  • Utilizar el silencio reflexivo, permitiendo que el otro se exprese sin interrupciones.

Conclusión

La escucha compasiva transforma las interacciones cotidianas en oportunidades de conexión emocional. Practicarla no solo fortalece nuestras relaciones, sino también nuestra inteligencia emocional y autoconocimiento. Como señala Sofía Rademaker, «cuando uno empieza a escucharse compasivamente a sí mismo, se enfrenta al desafío de aceptar esas partes que no nos gustan» (S. Rademaker, comunicación personal, 4 de octubre de 2024). Por su parte, Alejandro Almandoz refuerza la importancia de la atención plena al afirmar: «Mindfulness me ayuda a estar enraizado, conectado conmigo mismo, y al mismo tiempo en conexión contigo» (A. Almandoz, comunicación personal, 4 de octubre de 2024).

Sara Morán

Referencias

Almandoz, A. (2024). Comunicación personal sobre mindfulness y escucha compasiva, 4 de octubre.

Creswell, J. D., Way, B. M., Eisenberger, N. I., & Lieberman, M. D. (2007). Neural correlates of dispositional mindfulness during affect labeling. Psychosomatic Medicine, 69(6), 560-565.

Rogers, C. (1951). Client-centered therapy: Its current practice, implications, and theory. Houghton Mifflin.

Rademaker, S. (2024). Comunicación personal sobre escucha compasiva, 4 de octubre.

Rosenberg, M. (2003). Nonviolent communication: A language of life. PuddleDancer Press.

Directora, psicóloga y supervisora en Centro Psicológico SMC | + posts

Terapeuta Gestalt especializada en un modelo integral de intervención para el tratamiento de la ansiedad, trastornos del estado de ánimo, estrés, enfermedades psicosomáticas, y acompañamiento en la etapa perinatal, entre otros.

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