Justo en esta temporada de verano, estar de vacaciones es común para miles de personas que estudian o trabajan, incluso hay quienes realizan las dos actividades paralelamente, por lo que estar en “vacaciones”, culturalmente representa “descanso”, y es por tanto que las personas suelen experimentar situaciones distintas a la cotidianeidad del trabajo y/o estudio; de este modo, volver a la rutina del trabajo se hace especialmente difícil, ya que se podría experimentar una sensación de “falta de ganas a retomar el trabajo” y no querer “hacer nada”.
A este fenómeno le conocemos como «depresión postvacacional» que se caracteriza por experimentar aburrimiento, cansancio, tristeza, y otros malestares asociados al proceso de reincorporación a las actividades laborales el cual, si no nos ocupamos o tomamos medidas preventivas al respecto, puede realmente convertirse en algo más preocupante puesto que, esta inadaptación crónica en la reincorporación de actividades rutinarias junto a posibles predisposiciones biopsicosociales de cada individuo podría facilitar la aparición del síndrome postvacacional.
Por lo anterior, teniendo en cuenta que se trata de un problema de adaptación al pasar de una situación de alta demanda laboral y esfuerzo continuado a estar tumbado por horas en la playa, exige una especial adaptación conductual y mental, y la falta de flexibilidad en el proceso de reincorporación, facilita síntomas relacionados con el clásico «síndrome general de adaptación» (SGA), descrito por Hans Selye.
Los síntomas prodrómicos los podemos identificar fácilmente ya que se experimenta sensaciones como fatiga, palpitaciones, mareos y sudaciones, angustia, mal humor, falta de motivación, síntomas depresivos, agresividad, trastornos del sueño, dificultades para pensar o concentrarse, pérdida de memoria, irritabilidad excesiva, fatiga prolongada, debilidad muscular, cansancio, agotamiento, anhedonia, anorexia, pesadillas, diaforesis y cefaleas tensionales entre otras, pues este «poner los pies en el suelo» moviliza los mecanismos psicológicos de adaptación y de defensa, constituyendo un auténtico «síndrome postvacacional».
De hecho, la Catedrática en Psicología Social Experimental en el Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) la Dra. Simone Schnall, en un trabajo publicado en el Journal of the American Medical Association menciona que ha comprobado “casi un 25% de los trabajadores padecen un estrés muy importante y, por tanto, tienen el triple de posibilidades de sufrir hipertensión y cardiopatía”.
Así las cosas, aunque el «síndrome postvacacional» actualmente no está descrito como tal en ninguna categoría diagnóstica, se hace importante a modo de prevención, la inclusión de programas de intervención psicoterapéutica en los ámbitos laborales. Del mismo modo, en este artículo se propone algunas recomendaciones para conseguir una adecuada y paulatina adaptación laboral:
✓ Es necesario una planificación ajustada a las vacaciones que tenga en cuenta las posibilidades (económicas, sociales e intereses individuales y familiares) basadas en un descanso «activo».
✓ Debemos procurar que los primeros días de la vuelta al trabajo sean muy agradables; por lo que es necesario iniciar las actividades, proyectos y trabajos paulatinamente sin sobrecarga de tareas.
✓ Proponer un dialogo interno compasivo y gratificante como: (tengo un trabajo, es maravilloso, estoy satisfecho, voy a mejorar, etc.), evitando auto diálogos negativos.
Las anteriores son algunas estrategias sencillas pero muy eficaces para neutralizar el «síndrome postvacacional». En cualquier caso, siempre nos queda el tratamiento individualizado psicoterapéutico.