“Todos sabemos lo que nos hace daño y lo que no es bueno, lo raro sería que trabajando 10 horas al día todos los días estuviéramos perfectamente. Sé que si trabajase menos y descansara más poco a poco estaría mejor mentalmente, el problema es que no puedo. No todos podemos cogernos una baja o unas vacaciones para curarnos, por eso me da rabia que la gente me diga que descanse o que haga menos”. Anónima, 2024.

Cuando padeces el síndrome de burnout, es habitual escuchar a tu alrededor consejos sobre cómo superar el estrés. Aunque no es con mala intención, sí que puede llegar a agotar al paciente del síndrome, ya que parece que se minimiza su problema al dar la impresión de que tiene una solución muy clara y muy obvia. Todos al menos una vez hemos escuchado que lo mejor es descansar, hacer deporte o incluso dejar tu trabajo o pedir una excedencia. Estas opciones están muy alejadas de lo que puede permitirse hacer un empleado en un puesto medio y más aún si tiene familia a su cargo. 

También tenemos que resaltar que aunque el estrés laboral es el principal eje del trastorno, todos los síntomas se intensifican si le añadimos las otras metas personales, el trabajo doméstico y la familia. En ocasiones la pauta de limitarnos a una tarea es necesaria. Si nos ponemos en la situación de que queremos lograr una meta deportiva, también tener nuestra casa limpia y cuidar de nuestra relación de pareja; nos debemos de preguntar; ¿qué es aplazable?, ¿qué es prioritario ahora? y/o ¿cuál de estas cosas necesito hacer antes?. No significa que descuides a tu pareja, sino que reformuleis el tiempo juntos para adaptarlo a lo que tu necesitas en este momento de estrés. Lo mismo con el deporte, no significa que lo abandones, sino que reduzcas los días o lo enfoques en la generación de endorfinas antes que en la meta deportiva. 

Cuando esta tarea es una meta laboral, ocurre de manera similar a otros objetivos. Puedes probar a enfocarte en esa tarea en concreto, aparcando los demás objetivos diarios o limitándolos durante un tiempo, ya que necesitas emplear todas tus energías en lo laboral. 

En definitiva, hay momentos en los que las metas deben aplazarse, sin que eso signifique abandonarlo. Mucho cuidado porque estas decisiones sólo se deben tomar si hay una meta fija o una fecha en la que sabemos que nuestra carga de trabajo va a descender. 

Aquí es cuando viene la siguiente la siguiente pauta; poner una fecha final. Las sensaciones de fatiga, sobrecarga… en definitiva, estrés, se intensifican cuando le añadimos la incertidumbre. El desconocimiento sobre la meta o la fecha final influyen enormemente sobre la motivación, siendo los objetivos fijos y temporales moduladores positivos de esta (Ford, 1992). Es por ello, que no solo nos va a impulsar en el esfuerzo sino que nos va a permitir verlo como un sacrificio temporal, al cual debemos esforzarnos bajo la premisa de que vamos a retomar un ritmo de trabajo saludable. 

Todo lo anterior suena muy bien y coherente, sin embargo ¿Qué ocurre con la persona que no puede bajar el ritmo de trabajo y a pesar de ello, lo hace?. Esta situación fácilmente puede interpretarse como una derrota, como un fracaso en su trabajo o en su vida académica. Y en ese caso ¿Qué hacemos con la derrota?. Las pautas aquí pierden sentido, ya que sentirse mal, con la autoestima más baja, triste y físicamente agotado son sensaciones completamente válidas cuando nos invade el sentimiento de derrota. 

En ocasiones, dejar los proyectos imposibles es la única manera de sobrevivir y dejar ir ciertas cosas es la manera de permanecer nosotros. Muchas veces, no es una decisión consciente de la persona sino que es el cuerpo, el que decide bajar el ritmo. Gracias a que nuestro organismo nos manda señales de alarma mediante síntomas desagradables (bajadas de tensión, problemas digestivos) podemos concienciarnos poco a poco de que hay que parar y dejar ir. 

En definitiva, es importante visibilizar que no siempre se puede eliminar lo que nos hace daño de nuestro entorno, pero aprender a sobrellevar (o sobrevivir) la adversidad es una buena arma de batalla: reconocer nuestras necesidades, pedir ayuda y saber ayudarnos son una buena manera de cuidarnos.

Clara Mazo Sánchez  

Referencias

  • Ford, M. E. (1992). Motivating humans. Goals, emotions, and personal agency beliefs. Newbury Park, CA: SAGE Publications, Inc.
Directora, psicóloga y supervisora en Centro Psicológico SMC | + posts

Terapeuta Gestalt especializada en un modelo integral de intervención para el tratamiento de la ansiedad, trastornos del estado de ánimo, estrés, enfermedades psicosomáticas, y acompañamiento en la etapa perinatal, entre otros.

Tags: Estres

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