¿Alguna vez te has encontrado atrapadx en una situación, rutina o dinámica que parece no tener fin? ¿Has pensado que todo está igual, que no avanzas, o que las circunstancias no mejoran? Henry David Thoreau dijo: «Las cosas no cambian, nosotros cambiamos». En momentos así esta reflexión nos puede invitar a entender que el verdadero cambio no está en el mundo exterior, sino en nuestra forma de ver y enfrentar los retos, en resumen, en nuestra perspectiva.

Imagina esta escena: estás en una reunión de trabajo, rodeado de compañeros que parecen tener todo bajo control. Tu jefe hace una pregunta y, aunque sabes la respuesta, te quedas callado, paralizado por el miedo al error. Piensas: “¿Por qué no puedo ser como ellos? ¿Por qué sigo sintiéndome inseguro?”. Las mismas circunstancias siguen ahí: tu jefe, tus compañeros, el trabajo. Pero, ¿y tú? ¿Por qué no reaccionas igual que ellos? Tal vez el verdadero cambio que necesitas no está en las personas que te rodean ni en el entorno de trabajo, sino en tu propia mentalidad.

Cuando nos enfrentamos a situaciones que nos incomodan, es fácil pensar que necesitamos un cambio radical en el mundo exterior: una nueva ciudad, un nuevo trabajo, nuevos amigos. Sin embargo, el cambio más importante y duradero que podemos hacer está en nuestro interior. El psicólogo Daniel Goleman, experto en inteligencia emocional, sostiene que el control de nuestras emociones y la forma en que interpretamos los eventos de nuestra vida son claves para el crecimiento personal (Goleman, 2006). De esta forma, si somos capaces de cambiar nuestra forma de pensar y reaccionar ante los desafíos, el mundo que nos rodea también empezará a cambiar, porque nuestra percepción sobre él cambia.

Este cambio de perspectiva es como cambiar de gafas: cuando ves todo desde una nueva óptica, las oportunidades y los retos comienzan a tomar otro sentido. Puede ser que antes veías un obstáculo insuperable, pero ahora lo ves como una oportunidad para aprender. No es que el obstáculo haya desaparecido, es que ahora tienes la confianza para enfrentarlo. Muchas de las cosas que hoy consideramos alcanzables, antes nos parecían inalcanzables. Esto demuestra que el verdadero motor del cambio es nuestra disposición a adaptarnos y evolucionar. No es que el mundo haya cambiado drásticamente, es que nosotros hemos cambiado nuestra perspectiva y crecido. 

Imagina que la vida es como un tablero de ajedrez. A veces, nos sentimos atrapados en nuestra casilla, creyendo que el tablero nunca cambiará sintiendo resignación, no nos damos cuenta de que muchas veces lo que realmente determina nuestro bienestar no es el tablero y el resto de fichas, sino la forma en que elegimos mover nuestras propias piezas, movimientos que por lo general suelen ir acompañados de miedo por la incertidumbre y de miedo por cómo reaccionarán las demás fichas. 

Es importante tener en cuenta que este tipo de cambio no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso que requiere tiempo, paciencia y, sobre todo, autocomprensión y autocompasión. A veces, la clave para mejorar nuestra vida está en aprender a hacer pequeños ajustes en la forma en que pensamos y actuamos. La psicóloga Carol Dweck, en su investigación sobre la mentalidad, habla sobre la «mentalidad de crecimiento», que es la capacidad de creer que nuestras habilidades y talentos pueden desarrollarse con esfuerzo y dedicación (Dweck, 2006). Esta mentalidad nos permite ver el cambio como una oportunidad, no como una amenaza.

La próxima vez que sientas que nada está cambiando, puedes detenerte y reflexionar. Quizás lo único que realmente necesita cambiar es tu manera de pensar, tu perspectiva. Las circunstancias seguirán siendo las mismas, pero tu capacidad para manejarlas y adaptarte será lo que marque la diferencia. Al final, no es el mundo el que debe ajustarse a ti, sino tú el que debes aprender a navegar y aprovechar lo que tienes. 

El cambio, entonces, no depende del entorno ni de las personas. Depende de nosotros, de cambiar nuestras gafas o de nuevos movimientos. Si somos capaces de transformar nuestra mentalidad, nuestro enfoque y nuestras respuestas ante lo que nos sucede, las cosas, sin duda, cambiarán.

Angela Pérez

  • Referencias
  • Dweck, C. S. (2006). Mindset: The New Psychology of Success. Random House.
  • Goleman, D. (2006). Emotional Intelligence: Why It Can Matter More Than IQ. Bantam Books.
Psicóloga en Madrid
Directora, psicóloga y supervisora en  |  + posts

Terapeuta Gestalt especializada en un modelo integral de intervención para el tratamiento de la ansiedad, trastornos del estado de ánimo, estrés, enfermedades psicosomáticas, y acompañamiento en la etapa perinatal, entre otros.

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