Atendiendo a la definición que nos da la Real Academia de la Lengua hablamos de introspección para referirnos a la “Mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo”. Pero, si se trata de mirarnos internamente ¿Qué nos puede dar miedo? Os presentamos los miedos habituales que se presentan cuando nos adentramos ante la introspección:
- Miedo a enfrentar emociones dolorosas: La introspección a menudo implica revivir experiencias emocionales intensas o dolorosas, puede que sean emociones que en su día bloqueamos, o quizás momentos que cada vez que recordamos nos vuelven a generar el mismo malestar y por tanto nos cuesta enfrentarnos a ese momento. Pero cuanto mejor conozcamos qué es lo que nos duele, más podremos protegernos ante nuevas situaciones, sabremos qué necesitaremos ante un momento vulnerable.
- Miedo a descubrir aspectos negativos propios: Es posible que en este proceso, encontremos pensamientos, emociones y conductas propias que no son agradables, y por tanto, nos resulta difícil aceptar que son una parte de cómo somos. Pero citando a Rogers (1961) “la curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar”.
- Miedo al cambio: Descubro que hay cosas que quiero cambiar, algunas pueden ser tan significativas que salir de mi zona de confort puede ser aterrador. Desde el Modelo de Cambio de Prochaska y DiClemente (1982) la introspección es vital desde la fase de contemplación hasta la última, la de mantenimiento, para poder hacer autoevaluaciones de si los cambios que estoy haciendo son los que quiero, los que necesito.
- Miedo a la vulnerabilidad: Explorar nuestro mundo interno puede llevar a cuestionar creencias y valores muy arraigados, generando una sensación de inseguridad, falta de control, en definitiva, sentirnos vulnerables. Pero cuanto más nos conozcamos, más podremos reafirmar lo que nos agrada y más podremos poner el foco en modificar aquello que no sintamos que nos agrade, aceptando que todo lo que hemos vivido forma parte de nuestro aprendizaje vital.
- Miedo a la soledad: La introspección es un proceso solitario que requiere tiempo y espacio para la reflexión. Como seres sociales que somos vivimos rodeados de gente y prácticamente en modo automático, por lo que dedicarnos un tiempo de autoconocimiento requiere tener que priorizarse, evaluarnos internamente y a los demás, y aunque tengamos una buena red de apoyo que nos puedan ayudar, las respuestas a nuestras necesidades las tenemos en nuestro interior.
- Miedo a no encontrar respuestas: La introspección no siempre nos va a proporcionar respuestas claras ni definitivas, quizás sean sensaciones, emociones, pero no sepamos cómo continuar, quizás no estemos realizando las preguntas adecuadas. El hecho de no obtener respuestas ya nos está dando información: ¿sabemos cómo cuidarnos? ¿nos conocemos realmente y qué necesitamos?
¿Cuál es el miedo qué más se identifica contigo?
¿Qué beneficios podrías obtener al superarlo?
Si te identificas con alguno de estos miedos y crees que la introspección podría beneficiarte, pero no te sientes capaz de hacerlo por tu cuenta, no dudes en buscar ayuda profesional. La terapia te ofrecerá acompañamiento en este proceso, ayudándote a conocerte mejor y a encontrar las herramientas que mejor se adapten a tus necesidades.
Daira Rodríguez Cresencio